Rubén Rojas Breu
Nuevas
ilusiones
Consideraciones
sobre las redes virtuales Facebook, Twitter y LinkedIn según
el Método Vincular
Buenos Aires, junio 2015
Propósito
El
propósito de este texto[1]
es el de analizar las redes cibernéticas
o virtuales con el fin de proponer
criterios y pautas para su aprovechamiento en el diseño y aplicación de una
estrategia comunicacional.
Aclaremos:
diseño y aplicación de una estrategia comunicacional para una organización
estatal, gubernamental o política, para una organización de la sociedad civil
o para una empresa.
Aclaremos
también que el análisis así como los criterios y pautas para la formulación de
estrategias se basa en el Método Vincular[2]
y en sus producciones básicas,
la Segmentación por Vínculos de la
interacción entre las organizaciones y sus públicos
·
la Matriz de Posicionamientos Vinculares
Hechas
las aclaraciones, comencemos diciendo que existen centenares de redes
cibernéticas o virtuales abiertas y de gran alcance, lo cual per se es
abrumador para cualquier organización social, política o empresaria que
quiera considerarlas dentro de su
estrategia. Ante tanta exuberancia con ansia de proliferación, la incitación
“hay que estar” es mala consejera.
Por
lo tanto, este texto procura mensurar en sus reales alcances a dichas redes y poner el acento de que en lugar
de llevarse por tal incitación (“hay que estar”) se trata de determinar si estar
y, sobre todo, cuándo, dónde y cómo estar.
Nunca
dejaremos de insistir, para cualquier problemática o decisión de la que se
trate, que el estratega desecha el impulso o la compulsión prefiriendo siempre
preguntarse y responderse, justamente, acerca de si estar, cuándo, dónde y cómo
estar, de asumir en toda ocasión que el instrumento jamás puede imponerse al
objetivo estratégico.
Responderse
a las preguntas si estar y ¿cuándo, dónde y cómo estar? es
plantarse con convicción y firmeza en la posición según la cual una red
virtual, como cualquier otro medio de comunicación, es eso mismo: un medio.
El
medio de comunicación y, en este caso, la red virtual o cibernética, debe ser
una herramienta que la conducción o la dirección estratégica se proponen
utilizar para contribuir al logro de objetivos y metas; sobre todo, para
afirmar el Objetivo de Posicionamiento, la brújula que ha de guiar a la
totalidad de las acciones que el nivel de decisión más alto de una organización
o el mayor responsable de una marca debe respetar.
Muchas
buenas intenciones fueron devoradas por el encandilamiento que producen los
medios en general o algún medio en particular: el fenómeno por el cual al medio
se lo transforma en fin hace del mismo un fagocitante de posicionamientos,
estrategias, imágenes y marcas. Podríamos decir que la fagocitosis mediática es
la malaria quimérica – quimérica por
imaginaria y por voraz - de nuestra época. Sería prudente y beneficioso evitar
el hacer de estas redes cibernéticas nuevos tentáculos de un depredador social o una suerte de agujero
negro cultural.
Hay
que precaverse además de dos tendencias coexistentes y opuestas que emergen
ante una novedad real o aparente: la sobrevaloración y la denigración. Un instrumento es eficaz cuando se lo
estima en su justo valor.
De
tal modo, el propósito de este trabajo apunta en esa dirección.
El por qué del título de este artículo
Las
ilusiones existen entre los humanos desde el principio de sus tiempos. Religiones
y mitologías son probablemente las elaboraciones más complejas sustentadas en
ilusiones.
Todo
parece indicar que las ilusiones tienen por finalidad hacer más vivible la
vida, más tolerable las renuncias y las privaciones, más esperanzadoras las
circunstancias.
Según el Diccionario de Filosofía de Eisler la ilusión es una construcción psicológica de la imaginación,
representación que se produce en condiciones tales que no es captada en el
sentido de lo que es percibido. La define como engaño en sí mismo y destaca la
afinidad representativa con lo percibido y la creencia en la efectividad de lo
representado.
Freud también se referirá frecuentemente a la ilusión,
por lo menos en dos de sus textos: “El malestar en la cultura” y “El porvenir
de una ilusión”. Aquí nos interesa tomar del fundador del psicoanálisis que
considera a la ilusión como una creencia que aparece
engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su
relación con la realidad, del mismo modo que la ilusión prescinde de toda garantía
real.
Ahora
bien, dos precisiones que el propio Freud hace: una, que la ilusión no
necesariamente desemboca en la irrealidad ya que es factible concretar una
aspiración idealizada (o sea, lo que en algún momento fue una ilusión); dos, que la
ilusión, a diferencia del delirio psicótico, puede tener un alcance colectivo,
a menudo ser muy masiva (desde las jóvenes o los jóvenes que comparten la
ilusión de ser elegidas o elegidos por sus ídolos hasta las masas que siguieron
a Hitler o Mussolini, por mencionar dos casos extremos y por lo mismo, muy
elocuentes).
Por su parte, Marx
dirá que “exigir la renuncia a las ilusiones correspondientes a su estado
presente es exigir la renuncia
a una situación que necesita de ilusiones”. Es decir, las circunstancias que los humanos afrontan los
llevan a necesitar de las ilusiones.
En su libro “La
risa”, Bergson alude a Spencer citando de éste que “la risa es el indicio de un
esfuerzo que de pronto se resuelve en nada” y también de Kant, quien se anticipara
a Spencer: “la risa procede de algo que se espera y que se resuelve en nada”.
Bergson aclarará que hasta cierto punto tales aseveraciones tienen sus
restricciones ya “que hay muchos esfuerzos inútiles que no mueven a risa”.
Pareciera que frecuentemente
las redes virtuales se ubican dentro de las restricciones señaladas por Bergson
como esfuerzos inútiles: se espera algo de ellas que finalmente concluye en
nada.
Las
redes virtuales generan, encarnan, canalizan, propician, impulsan ilusiones
que, según lo recién formulado, pueden concluir en irrealizaciones como en
concreciones. Pero lo sustancial es que se basan en creencias y/o se basan en
el engaño de sí mismo esperando de ellas lo que quién sabe si podrán proporcionar
y/o en que canalizan impulsos destinados a satisfacer algún anhelo sin importar
si habrá o no de concretarse.
El
que publica una reflexión o una foto en una de estas redes lo hace “creyendo”
que tendrán un efecto sobre otros, incurre en un espejismo; reiteremos, más
allá de que el espejismo concluya circunstancialmente en un resultado buscado o
no buscado.
Lo
mismo vale para la organización que publicita a través de las redes o para
quienes convocan a movilizarse por alguna reivindicación. Aun cuando el efecto
buscado se materialice, muy difícilmente tenga mayor trascendencia de las que
son propias de las reacciones en cadena que nacen y se agotan en un mismo
tiempo y espacio.
En
rigor, todo lo que se publicita, por cualquier medio, presenta al menos dos
características:
·
Una, los destinatarios suelen interpretar en
sentido muy variado y diferente lo publicado o publicitado por quien fuere,
·
Dos, la reacción puede ser muy diversa, desde
la indiferencia hasta la movilización o la disposición a conducirse según tal
estímulo, según lo publicado, pero en cualquiera de los comportamientos son
muchos más los factores que intervienen, los cuales merecen ser detectados en
cada caso particular.
Consideraciones introductorias
Cabe
primero llamar la atención de que nos referimos a las citadas redes con la
denominación de redes cibernéticas o virtuales, desestimando por completo la
generalizada expresión “redes sociales”. Quizá optemos finalmente por la
denominación “redes virtuales” por la economía de pensamiento y lenguaje que se
cultiva en nuestra época y un poco también porque deja más en claro su
asociación con las ilusiones, motivo del título de este trabajo (y de su
espíritu).
La
denominación “red social”, para referirse a Facebook, Twitter, LinkedIn, Instagram y todas
sus equivalentes, es incorrecta, es imprecisa y es injusta.
Es
incorrecta porque se apropia de una cualidad, lo social, que define a toda la
especie humana y desde el comienzo mismo de sus tiempos. Aquellos homínidos que
iniciaron verdaderas gestas como las de la bipedestación, el intercambio, el
trabajo y la producción, la familia, el clan o la comunidad, el desarrollo del
lenguaje, la convivencia y la hostilidad, la pertenencia y la diferenciación,
etc. iniciaron la vida en sociedad, inauguraron, a su manera, las redes
sociales. Y tales redes sociales persistieron y evolucionaron.
Hasta
reputados psicoanalistas o sociólogos incurren en la falacia de suponer que nos
hacemos humanos porque nacemos en estado de indefensión, porque nacemos
incapacitados para autoabastecernos individualmente, porque requerimos de años
para alcanzar la autonomía y aprender a alimentarnos, a vestirnos, a
intercambiar por nosotros mismos.
Pues
no, es exactamente al revés. Porque somos humanos, porque somos
irremediablemente humanos, porque el infierno del “a puerta cerrada” nos
constituye al mismo tiempo que fuimos expulsados del incierto paraíso para
vincularnos con los otros, nacemos en estado de indefensión. Resumidamente, no somos humanos por nacer en estado de
indefensión, sino, al contrario, porque somos humanos nacemos en tal estado.
Por
supuesto, para quienes consideran a la sociedad como “un conjunto de individuos
libres”, lo aquí expresado es una herejía; para nosotros, en cambio, pensar de
esa manera a la sociedad forma parte de una ideología empobrecedora,
empobrecedora en todas las acepciones de esta expresión.
Entonces,
denominar “redes sociales” a invenciones recientes, flamantes, ¿expresa
soberbia?, ¿expresa ignorancia?, ¿expresa desprecio por la humanidad y su
historia?
Desde
los centros de poder y a través de sus más variadas instituciones,
especialmente las “universidades prestigiosas”, proclaman que vivimos la
“sociedad del conocimiento”, la “sociedad de la información”, la “era de la
comunicación” y que estamos sumergidos en las “redes sociales”. Puede verse que
los Dühring abundan y que quizá Engels no daría abasto en estos tiempos.
Según
tales creencias parecería que tuvo que caer el muro de Berlín, o nacer la
computación, o ingresarse al nuevo milenio, o desarrollarse la ingeniería
genética, o alcanzarse la “globalización” para que la humanidad llegara al
conocimiento, la información, la comunicación y la configuración de redes
sociales. Si se tomara al pie de la letra a tales falacias, desde los sumerios, hititas, olmecas o la civilización
caral hasta avanzado el siglo XX, a todo lo que conocemos como humanidad,
habría sido un conglomerado que vivía en estado de inopia intelectual o, en el
mejor de los casos, una larva desmesurada a la espera de devenir la especie de
culto, la especie privilegiada, la especie superdotada que vive en sociedad.
Retomando,
la denominación “red social”:
·
es incorrecta porque desconoce el principio
epistemológico de que un concepto debe comprehender y abarcar todo aquello a lo
que se refiere y de modo tal que dicho concepto y sólo dicho concepto lo haga
·
es imprecisa porque deja traslucir que puede
entenderse como asocial lo que no participa de dicha red
·
es injusta porque vilipendia de hecho a toda
la humanidad presente y a toda la historia de la humanidad
Entonces
propongámonos una expresión que se aplique lo más precisamente posible a
emprendimientos tales como Facebook, Twitter y sus congéneres; como ya fuera
dicho, por razones ya apuntadas, nos inclinaremos por la denominación “redes
virtuales” (aunque nos daremos la libertad de alternar con “redes
cibernéticas”).
Aun
cuando es de creciente preocupación, no nos ocuparemos acá del rol de las redes
virtuales en la comisión de delitos, entre los cuales parecen destacarse las
usurpaciones de identidad, las perversiones de todo tipo y la pedofilia en
particular, el secuestro, las tratas, el acoso y el maltrato.
Algunos
porqués de estas nuevas ilusiones
Seguramente
estas nuevas ilusiones habrían surgido en cualquier circunstancia como meras
resultantes del desarrollo de cierta tecnología, del mismo modo que desde la
primitiva rueda se llegó a la astronáutica.
Por
lo tanto, la pregunta más pertinente es por qué alcanzan la magnitud que han
alcanzado, tanto mayor que otros posibles desarrollos de distintas áreas de la
tecnología.
Seguramente
también las respuestas serían múltiples por lo cual aquí nos circunscribiremos
a algunas.
La que
nos parece más relevante es el debilitamiento de las organizaciones políticas
como estructurantes de lo social, de su rol, que debería ser protagónico, en la
transformación de las sociedades. Agregaríamos también la declinación de las
organizaciones e instituciones en general, incluyendo las gremiales, las
académicas, las de la sociedad civil en general.
Es
notorio que en su mayoría quienes se muestran en las redes virtuales o
interactúan a través de ellas no tienen el perfil del militante o de la persona
comprometida activamente con la sociedad de la que forma parte; o, al menos, no
ponen en juego ese perfil si es que asumen en su vida cotidiana algún
compromiso de cierta trascendencia. Es también notorio que las grandes
corporaciones y, muy particularmente, las corporaciones mediáticas
simbióticamente unidas a estas redes estimulan su uso para fines banales,
distractivos, frívolos, aunque los revisten de modos de participación.
Otra
respuesta que nos parece relevante para dar cuenta del auge de estas redes
cibernéticas es la extensión de la cultura endogámica. Es decir, se trata de
una cultura en la cual prevalece la pertenencia, el sentirse parte con otros de
un modo indiferenciado hasta fundirse en masa, una cultura que recrea
constantemente modelos de configuración
grupal como el clan, la familia unita o
los Campanelli, la barra de amigos del café de la esquina de siempre, etc.
No
tiene esto que acabamos de exponer ninguna intención desvalorizante, sino
únicamente una finalidad descriptiva. Y para que no queden dudas de esta
aclaración, vale destacar que la cultura endogámica es también propia de las
castas, de los clubes exclusivos, de los grupos de afinidad inaccesibles, de
los cenáculos intelectuales, de los cruzados de cualquier causa, todas ellas congregaciones
elitistas que continuamente hacen de su existencia una misión para
diferenciarse de aquellas otras formas de configuración endogámica.
Todas
las modalidades endogámicas tienen especial vocación por el autoritarismo en
alguna de sus innumerables formas, todas ellas buscan imponer la pertenencia,
todas ellas suscriben algún tipo de mandato según el cual quien no coparticipa
no existe.
Todos
los humanos participamos de distintos modos de cultura endogámica: el punto que
parece generar inquietud es que las redes virtuales, especialmente la más
masivas, sólo expresan esa cultura y desconocen o inhiben las tendencias
exogámicas que son las tendencias que impulsan al intercambio sobre la base del
reconocimiento del otro como otro, las tendencias que promueven la justicia en
todos los terrenos, las tendencias que propician la transformación de las
sociedades, las tendencias que valorizan la política como actividad sublime,
las tendencias que propician el desarrollo de las ciencias, de las artes, de la
educación y de la innovación en los más variados terrenos.
Retomando el propósito de este texto
Habiéndonos
introducido en una suerte de análisis de las redes virtuales, genéricamente
consideradas, llega el momento de abocarnos al que establecimos como propósito
de este texto.
Las
redes virtuales son, existen, están y parece que llegaron para quedarse y aun
para expandirse y multiplicarse.
Por
lo tanto, tratando de explorar, de conocer qué son o cómo son vale considerar
en qué medida o de qué manera pueden ser aprovechables por parte de las
direcciones de las organizaciones para incluirlas en sus estrategias
comunicacionales.
Sobre el rol de las redes virtuales en
el diseño de estrategias comunicacionales
En
principio es recomendable seleccionar un conjunto acotado de redes sobre la
base de criterios sustentados fundamentalmente en el Objetivo de
Posicionamiento.
Manejarse
con eficacia con una red virtual para incluirla en una estrategia
comunicacional supone como premisa considerarla como uno de los
medios atento a la política de medios que la dirección de la organización
aplique.
Sin
pretensión de exhaustividad, es recomendable:
} tener
en cuenta que como medio cada red es un
multicanal, ya que puede cumplir funciones respecto de publicidad, información,
asesoramiento, respuesta a consultas, etc.,
} contar
con el conocimiento a fondo del perfil de cada red, su identidad, su estilo, sus
contenidos, su estética, etc.
} saber
también en profundidad acerca de sus
usuarios, incluyendo su segmentación tanto por variables objetivables o duras
como por las socioculturales y psicológicas o blandas,
} disponer
del conocimiento más exhaustivo posible
acerca de cómo la emplean otros actores, en particular los que concurren al
mismo sector de la organización propia sean como co-operadores o como
competidores,
} estudiar
a fondo el contexto (sociocultural, político, mediático, etc.) así como las
situaciones tipo asociadas a la incursión en las redes.
Un
análisis de redes sociales líderes
Advertimos, antes de entrar de lleno en este punto,
que a los efectos del análisis hacemos un recorte: nos ocuparemos de lo que es
rigurosamente privativo, propio o específico de las redes virtuales, dejando de
lado el que cumplan con funciones, como por ejemplo, la de compartir
información o la de difundir novedades, que son también contempladas por los más diversos
medios tales como la radio, la televisión, la telefonía, o el
correo electrónico.
Con
el fin de ejemplificar cómo podría encararse un análisis de las redes sociales
para su aprovechamiento en el marco de una estrategia podemos tomar algunas de
ellas a la manera de casos modelo,
conscientes de que estamos haciendo una selección acotada y hasta quizá
arbitraria: reiteramos, sólo nos introducimos en tema con el fin de
ejemplificar.
Seleccionamos
a Facebook, Twitter y LinkedIn, ya que han alcanzado un significativo grado de
penetración; las dos primeras, además, fueron adoptadas por los otros medios
(televisoras, diarios, radios, etc.) como canales para la vinculación con sus
audiencias.
Facebook
se ubica, preferentemente, en el territorio de la exhibición y Twitter, sobre
todo y por ahora, en el dialógico. LinkedIn se instala en un lugar de
intercambio entre profesionales y se atiene a la práctica profesional, desde su
ejercicio hasta la formación.
Facebook
supone la posibilidad de mostrarse al mismo tiempo que la de mirar: contempla
así los dos polos de la exhibición.
Twitter
propicia breves intercambios verbales sobre los variados temas, variadísimos
por cierto, que interesen a los excursionistas de las redes.
Se
inscriben sobre ilusiones colectivas preexistentes al mismo tiempo que inducen
a suponer alteraciones de fondo en los comportamientos sociales que también son
decididamente ilusorias.
Es
decir, estas redes virtuales (como cualesquiera otras que podríamos analizar)
no son novedosas en términos antropológicos, sociológicos o metapsicológicos:
recrean, “actualizan” ilusiones, modos de creer en el mundo, que la humanidad
conlleva desde sus orígenes, como ya hemos descrito en puntos anteriores.
Cuando
Platón, dos mil cuatrocientos años atrás, para diferenciar el mundo de las
creencias del mundo de las ideas, el verdaderamente real para él, apeló a la
célebre Alegoría de la caverna, sentó las bases racionales de la
comprensión de las ilusiones colectivas. El añejo teatro, la magia, la
literatura y las artes clásicas así como, contemporáneamente, el cine, la radio
y la televisión operan sobre la base de las ilusiones colectivas: éstas hacen
posible que nos impacten, nos interesen y nos entretengan.
Vale
considerar que tanto los medios citados
como las redes cibernéticas cumplen también funciones, igualmente
históricas: en el caso de las redes, la del intercambio entre organizaciones,
grupos y personas. Si ponemos el acento en las ilusiones es porque se tienden a
negar; en cambio, a las funciones manifiestas, tanto porque están a la vista
como por su papel racionalizador, nadie las ignora.
De
acuerdo al Método Vincular, la interacción entre oferentes y demandas o entre
medios y públicos pone en juego un elemento de la persona al que categorizamos
como sujeto y un elemento de lo que se ofrece o propone al que llamamos objeto.
En
el genérico redes virtuales, ¿cuáles son
y cómo son los sujetos y objetos que interactúan?
Transitan
en la virtualidad, desde luego, y en ella promueven y buscan la pertenencia, la
participación, el sentirse parte.
Se
repite mucho por parte de los analistas de los comportamientos colectivos que,
al haberse vaciado el lugar que ocupaban las organizaciones políticas, sociales
y toda forma clásica de participación, las redes virtuales (entre otros emergentes
de la época) brindan la posibilidad (en gran medida ilusoria, advierten) de que
las personas se sientan parte activa. Podemos suscribir este planteo, como ya
expusimos, pero siempre y cuando se lo
reconozca parcial o, si se quiere, media verdad.
La
otra mitad de lo que acontece con las redes virtuales es que tal sentirse parte a través de ellas
deviene de la tendencia endogámica, predominante en muchas poblaciones
actuales, de manejarse en un marco conocido, sin los temores que supone poner
el cuerpo y sin arriesgarse en la interacción con otros. Las redes funcionan
como configuraciones racionalizadoras de supuesta participación activa: y
ésta es su ilusión por excelencia, su ilusión fundante y fundacional.
En
términos del Método Vincular, en una primera y apresurada lectura podría concluirse
que las redes virtuales corresponden a la Secundarización, pudiendo abrirse
hacia la dimensión Significante o la dimensión Significado[3]:
personas, grupos u organizaciones que a menudo no se conocen entre sí
intercambian mensajes variados dentro de códigos que suponen cierto grado de
sofisticación, tienden justamente a la configuración de redes, se abren a
propuestas y contenidos novedosos, etc.
Un
abordaje en profundidad desmiente esa precipitada conclusión y permite
establecer con la mayor claridad que las redes cibernéticas como genérico se
ubican en la Primarización.
Aclaremos
desde ya, que si bien el genérico se ubica en la Primarización, puede haber
redes que se ubiquen en la Secundarización como sucede con LinkedIn.
Datos
básicos indicativos de que el genérico y gran parte de las redes virtuales se
ubican en la Primarización son:
} tipo
de intercambio clánico, tribal, familiar primario o de vecindario,
} tendencia
a manejarse dentro de lo conocido, sin ningún interés cierto en producir
transformaciones, ni autoplásticas ni heteroplásticas[4],
} relación
con los otros sobre la base de la pertenencia y en un tipo de interacción
especular por la cual predomina la identificación (el otro es igual a mí,
proceso fundamentalmente inconciente),
} la
expectativa predominante de respuestas plenamente satisfactorias y de curso
rápido (inmediatez).
De
tal modo, las redes tienden a configurarse según la modalidad gregaria por la
cual se constituyen liderazgos con sus seguidores; dentro de la red virtual de
la que se trate y dentro de cada una de las subredes habrá que determinar dónde
está la posición líder, cuál es su perfil y quién o quiénes la ocupan; lo mismo vale para caracterizar a los
seguidores.
Se
argumentará, contradiciendo lo acá formulado, que las redes tuvieron especial
significación para convocar a movimientos populares o democráticos en contra de
despotismos como sucedió en algunos países árabes: aclaremos entonces que allí
Facebook y sus equivalentes funcionaron estrictamente en una de sus labores
subsidiarias, como medio de propagación
al instante (tal como había acontecido con el correo electrónico en la
Argentina en el 2001 o con los SMS en los levantamientos de los jóvenes
marginados de París). Sin negar el aporte significativo que tuvieron en la
difusión, en las convocatorias de masas para rebelarse contra los gobiernos de
Egipto o Túnez, la acción y la
organización política fueron decisivas
así como previas, contemporáneas y posteriores a la circulación a través de la
red cibernética de los mensajes incitadores.
Darles
otro valor sería como atribuirles, de modo exclusivo, a la telefonía o la radio
la victoria sobre el nazismo y el fascismo.
Justamente,
al ubicarse en el registro de la Primarización, es que se dan conductas
características tales como la volatilidad, los entusiasmos exagerados seguidos
de decepciones, el culto de las imágenes y de las modas, etc. Y, sobre todo, la
compulsión a estar, compulsión protegida por el subyacente mandato extorsivo:
“de lo contrario, no tenés existencia”.
Si
bien no escapa a la caracterización básica del genérico, LinkedIn se ubica en la Secundarización en la
medida que se centra en intercambios entre profesionales de contenidos especializados; no es porque
sus miembros sean profesionales que esta red se posiciona así, sino porque
estimula entre los mismos encuentros virtuales que hacen a su práctica , su
formación y su carrera.
Posicionamientos
Vinculares de Facebook, Twitter y LinkedIn
Centrándonos
en Facebook, ya señalamos que se instala en el registro de la exhibición
simultaneizando los polos mostrarse y mirar; es un registro consistente con su
nombre de marca. En ese interjuego de mostrarse y mirar varias ilusiones
encuentran su cauce.
Una
de ellas es la de la emulación de lo divino en la medida que el usuario se
ubica, ilusoriamente insistimos, en un
punto desde el cual puede observar todo y a todos sin ser visto y al mismo
tiempo puede mostrarse gracias a la convicción, como creencia inconciente, de
que cuenta con sobradas virtudes como para ser objeto de culto.
Otra
ilusión es la de la horizontalidad o, si se prefiere decirlo así, la de la
igualdad entre todos los participantes; ya señalamos que se produce intangible
pero inexorablemente el tipo de organización gregaria con liderazgos y
seguidores.
Una
tercera ilusión es la de la desaparición de las fronteras entre lo público y
privado. Ésta es una característica que muchos analistas de los comportamientos
sociales definen como propia de nuestra
época, que las redes (así como la televisión) canalizan e impulsan.
Hay
allí dos falacias; la primera se basa en la ignorancia de que desde la más
remota antigüedad hay signos notorios de tal ausencia de fronteras entre un
ámbito y el otro: basta con leer detenidamente a Herodoto o preguntarse cómo
vivían los esclavos o recordar que los reyes prácticamente se exponían ante
toda la corte para dar crédito a su interés por procrear.
La
segunda falacia es la de suponer que porque famosos y faranduleros exponen sus
intimidades lo hace todo el mundo y que las intimidades que exponen son todas
sus intimidades (el Psicoanálisis, además, enseña cuántas intimidades tenemos
que ni siquiera nosotros conocemos de nosotros mismos). En todo caso, en cada
época y en cada cultura, hay que analizar cuál es la relación que se teje entre
lo público y lo privado y qué se entiende por uno y otro ámbito.
Pero
la ilusión por excelencia que Facebook canaliza e impulsa es la de participar
de la concentración de poder, la de participar de la capacidad de dominar, la
de experimentar la sensación de que desde esta red se maneja al mundo.
En
el orden funcional, propone intercambios en todas las direcciones y para cubrir
todos los requerimientos, conteniendo así una propuesta de totalización. Su
historia, divulgada a través del filme Red social, también aporta elementos
para posicionarla como lo estamos haciendo:
protagonismo varonil, la mujer como posesión exhibible, rol de la
fraternidad o cofradía, perfil de la universidad en la que nace, ambición de
desarrollo territorial.
Cerremos
señalando que el muro, lugar virtual de manifestación de los participantes,
simboliza el territorio común, la calle.
Twitter
expresa, sobre todo, la ilusión de la horizontalidad, de la igualdad entre
todos los participantes, consistente con el campo doméstico y el liderazgo
matriarcal; el nombre y símbolos de esta red apoyan tal diagnóstico. Cumple con
la función coloquial, propiciando intercambios, pero dentro de límites
estrictos que validan códigos de plena accesibilidad: “cualquiera twittea”. A
la vez, hay que considerar, tal como se desprende de todo lo expuesto hasta
acá, que tales intercambios presentan asimetría acorde con las configuraciones
del tipo líder-seguidores (por eso, más arriba, hacemos el señalamiento sobre
la “ilusión de horizontalidad”).
El
espacio que circunscribe la comunicación de los participantes alude a la
modalidad esquelar característica para el posicionamiento que esta red ocupa.
Que
tantos dirigentes utilicen constantemente esta vía para hacer conocer sus
opiniones es un síntoma de que gran parte de la dirigencia está presa de la
configuración endogámica.
LinkedIn,
como ya señalamos y es sabido, promueve el intercambio entre pares
especializados: como tal, sustenta la ilusión de que se participa de equipos y
que brinda recursos para hacer carrera, generando condiciones para articular la
competencia y la solidaridad, para competir y compartir. Su función es la de
favorecer determinado encuentro virtual que puede contribuir a optimizar el
conocimiento de sus miembros en variados asuntos que hacen a su actividad, pero
este cometido va acompañado de la ilusión descrita.
En
esta red el perfil, la publicación, la actualización y el debate constituyen
las modalidades en las que transitan los miembros, modalidades típicas de los
ámbitos académicos y profesionales.
De
esta manera contamos con elementos para determinar el Posicionamiento
Vincular de cada una de las redes analizadas:
|
Dominancial
Facebook
|
|
Doméstico
Twitter Constructivo
Linkedin
|
|
|
|
|
|
|
|
Para
profundizar en el conocimiento de estos Posicionamientos Vinculares y sumar
elementos para determinar los Posicionamientos de las redes analizadas y,
eventualmente, de otra u otras que puedan interesar al lector, se recomienda la
lectura del libro de este autor mencionado en la segunda nota al pie y que
figura en la bibliografía.
Puede
concluirse, entonces, en que las iredes virtuales en gran
medida renuevan, reciclan, ilusiones eternas -
podría decirse constitutivas - de
la especie humana.
Recomendaciones generales para encarar
la comunicación a través de las redes analizadas
Ya
hemos formulado las recomendaciones básicas para la adecuada selección y
aprovechamiento de las distintas redes sociales.
Aquí
nos abocaremos a algunas pautas específicas respecto de las tres redes
analizadas que pueden tener en cuenta las direcciones estratégicas de las
organizaciones.
Para
estas pautas nos basamos principalmente en el principio de la sinergia entre el
medio y la estrategia de la organización o la marca a promover o publicitar; es
decir, la mayor efectividad es variable dependiente de la mayor
compatibilidad entre el perfil del canal y lo que se quiere comunicar.
Facebook
es
prima facie sumamente compatible con rubros y marcas que expresan tanto
capacidad o ambición de dominio como aptitud para la exhibición, el lucimiento
y la ostentación. De tal manera, rubros tales como vestimenta, decoración,
pinturería, maquillaje, perfumería así
como deportes, cámaras fotográficas,
automóviles, náutica y turismo guardan alta compatibilidad. Otros sectores,
tanto del campo comercial como no comercial,
que por sí mismos no expresan las aptitudes y valores señalados, deberían apelar al aspecto potencialmente
asociable, aun cuando sea oculto o intangible, que podría llevarlos a esa
compatibilidad. Por ejemplo, organizaciones políticas y sociales conservadoras son consistentes con esta red.
Twitter se
asocia a intercambios cuya fuente está dada por modalidades de organización o
agrupación doméstica tales como la familia primarizada o el vecindario típico,
que alberga desde la confidencia y el “secretito” hasta la discusión a viva voz
pasando por el intercambio coloquial, lo cual seguramente explica tanta
atracción entre políticos y periodistas. Los rubros, productos, servicios y
propuestas que se posicionen en lo doméstico así como los que se asocien con la
comunicación en el sentido convencional, son los de mayor afinidad natural: alimentos
y bebidas por un lado y, por el otro, computación, telefonía, papelería,
libros, medios de comunicación; también cabe a la más amplia variedad de
sectores, organizaciones o marcas apelando al costado doméstico y/o
comunicacional de su oferta.
Linkedin se
perfila como un medio óptimo para la difusión de propuestas para el segmento de
profesionales en la que hay que tener en cuenta tanto las apelaciones y contenidos con cierto nivel de especificidad
como el estilo, cuidadoso de la sobriedad y tendiente al grado cero de Barthes.
A
considerar en el diseño de una estrategia comunicacional
El
diseño de una estrategia tiene como punto de partida el Objetivo de
Posicionamiento de la institución, la organización o la marca: en nuestro marco
referencial, el Posicionamiento
Vincular.
Muy
sucintamente, la determinación del Objetivo de Posicionamiento Vincular implica
la articulación del perfil de la propia oferta o propuesta, el de la demanda o
público objetivo, la diferenciación de la competencia, lo situacional
específico y la identidad comunicacional.
Cuando
se trata de la adopción de un medio, y en este caso de una red virtual, para el
diseño de la estrategia comunicacional, es recomendable:
} conocer
a fondo el Posicionamiento de tal medio o red virtual
} procurar
la mayor compatibilidad entre ambas identidades, la del medio o red virtual y
la de la propia propuesta o marca
Para
tal cometido, investigar es una herramienta imprescindible.
Investigar
requiere basarse en el conocimiento especializado, un cuerpo conceptual de alta
complejidad y creatividad; supone también darle el papel protagónico a la
investigación cualitativa, abordaje por excelencia para determinar
Posicionamientos. Para estos fines hemos desarrollado y probado exhaustivamente
el Método Vincular.
Relevar,
indagar, pensar, arribar a conclusiones y formular recomendaciones así como
aplicar abordajes y
técnicas tales como
los análisis
comunicológicos y semiológicos, la coordinación de grupos de indagación
operativa y las tomas de entrevistas en profundidad, el estudio de cadenas de
influencia y la variada gama de recursos ad hoc, requiere de una vigorosa
vocación por el conocimiento, la creatividad, el desafío por superar los
límites de lo convencional o lo que se da por ya sabido.
Todo
esto vale para responder la pregunta: “¿cómo
estar en las redes virtuales?”
Una invitación
Los
alcances y penetración de las redes virtuales en todo el planeta más que
justifica un tratamiento mucho más exhaustivo que el que aquí hemos
desarrollado.
Este
trabajo no pretende más, por una parte, que abrir un debate original, profundo,
no prejuicioso y, en cuanto sea posible, con el mayor rigor epistemológico; por
otra parte, el presente texto busca, además de proponer algunas hipótesis y
exponer un acotado análisis, cumplir con el propósito anunciado en el inicio,
el de sugerir a las direcciones estratégicas de las más variadas
organizaciones, criterios y pautas para el diseño de estrategias
comunicacionales usando el recurso de las redes virtuales.
Queda
hecha así una invitación a seguir intercambiando sobre esta candente cuestión.
Bibliografía
Bergson,
Henri: La risa. Ensayo sobre el
significado de lo cómico, Losada, Buenos Aires, 1939
Freud,
Sigmund: Obras completas, Amorrortu,
Buenos Aires, 1976
Guida,
Hilda: La ilusión, publicación en
Internet
Marx,
Carlos : Contribución a la filosofía del
derecho de Hegel, Del Signo, Buenos Aires, 2004
Rojas
Breu, Rubén: Método Vincular. El Valor de
la Estrategia, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2002
Rojas
Breu, Rubén: El deseo de la estrategia,
CIAP, FCE, UBA, Buenos Aires, 2014
Rubén
Rojas Breu, junio 2015
[1] Esta nota es la
actualización de la publicada y difundida en noviembre de 2011
[2] Creado, publicado y
difundido por este autor a partir de 1980; editado en formato libro, por
segunda vez, como Rubén Rojas Breu Método Vincular. El Valor de la Estrategia,
Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2002.
[3] Para facilitar la
comprensión podemos convenir en que la Dimensión Significante equivale a lo
instituyente mientras la Significado a lo instituido.
[4] Se trata de una clasificación
de las conductas introducida por Daniel Lagache, de acuerdo a la cual
autoplásticas son las que operan sobre la persona, el grupo o la organización y
heteroplásticas sobre el medio o contexto.
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