jueves, 14 de junio de 2018

EPISTEMOLOGÍA E INVESTIGACIÓN CUALITATIVA


 
Rubén Rojas Breu
 
Epistemología e investigación cualitativa de la interacción social:  una articulación a revitalizar
                  
                  Según el Método Vincular 
 
1.    Objeto del texto

El objeto de este texto es el de contribuir a la revalorización de la investigación cualitativa que, anticipamos, es prácticamente lo mismo que proponerse la revalorización  de la investigación social y, hasta podría afirmarse, simplemente de la investigación. 
Tal como preciso en el subtítulo, este desarrollo se basa en mi creación, el Método Vincular, con el cual fundo la ciencia que tiene por objeto la interactividad social en todos los campos de lo Humano.
Esta revalorización es necesaria para recuperar la vocación por la complejidad, propia del comportamiento humano en general, y particularmente de la materia que nos ocupa, la interacción[1] en todos los campos en que la misma se da: el social, el político y el comercial. La complejidad, entendida como  el entramado de relaciones propio de toda materia objeto de investigación, es la premisa para emprender cualquier proyecto cuyo fin es conocer de un modo sistemático[2]. 
También es necesaria para renovar la pasión por conocer o, si se prefiere, invocando a Einstein, “la pasión por comprender” (Einstein, 1950).
La vocación por la complejidad y la pasión por comprender son las potentes motivaciones que, a lo largo de la historia, impulsaron a los científicos y propiciaron la emergencia de las teorías, de los grandes marcos referenciales que originaron las ciencias y sentaron las bases de sus respectivos desarrollos; también alimentaron los cursos y aportes posteriores que hicieron y hacen de las ciencias el campo fértil para transformar y crear.
Hay una suerte de sintonía entre tal vocación y tal pasión y el desarrollo del conocimiento, a la vez que también la existe entre la aridez o el tedio y la sujeción a protocolos estereotipados que, pretendiendo el rigor académico o el respeto por los hechos, conducen al inmovilismo cognoscente, a la certificación de lo ya sabido obstaculizando el acceso franco a lo que hay que saber. Ese ya sabido habitualmente es un conglomerado de “obstáculos epistemológicos” (Bachelard, 1979).
Para conocer en toda su complejidad la interacción  social, se requiere de la investigación cualitativa, la vía regia para conocer científicamente. Agrego: la investigación cualitativa según mi creación, el Método Vincular.
Revitalizar la articulación entre epistemología e investigación cualitativa no tiene por propósito la centración en la primera para luego adentrarse en la segunda. El propósito es la revalorización de la investigación cualitativa partiendo de “su” epistemología o, quizá más claramente, mostrando de qué modo, pensando epistemológicamente, la investigación cualitativa adviene como herramienta científica para conocer y comprender la interacción social objeto de nuestro abordaje.


2.    Qué sucede con la investigación cualitativa

La investigación cualitativa o los abordajes cualitativos en las Ciencias de lo Humano[3] generaron siempre resistencias. Empero, si se considera la evolución alcanzada por las Ciencias y el enorme caudal de conocimiento que los enfoques cualitativos aportaron a la misma, es inquietante que ya adentrados en el siglo XXI, y tal como viene sucediendo desde hace unas décadas, las resistencias hayan alcanzado los niveles actuales. Podría decirse con pesadumbre que la investigación cualitativa afronta el riesgo de ingresar en una suerte de cono de sombra o de declinar, lo cual parece complacer a todo un espectro de expertos y referentes.
Diversas causas han contribuido a tal estado de cosas, causas que reconocen diferentes orígenes o procedencias. En un inicial trazo grueso, podríamos decir que una parte de tales causas se halla en la prédica de detractores; otra parte, paradójicamente, en el quehacer de investigadores cualitativos convencionales,  carentes de formación y vocación científicas, que se basan en protocolos rígidamente pautados.
La prédica socavadora circula paralelamente por dos carriles: en uno de ellos, transitan  las creencias y la difusión vulgar; el otro, revestido académicamente, es sutil y, a menudo, parece valorizar a la investigación cualitativa pero, en el mejor de los casos, es una valoración condicionada y de débil sustento epistemológico.
La creencia generalizada que sostiene a la infravaloración de la investigación cualitativa se apoya en tres razones –racionalizaciones o seudorrazones deberíamos decir-, a saber: 
  • falta de confiabilidad por especulativa y arbitraria[4]
  • que peca de dificultad para la comprensión o de exceso de “complejidad”[5] 
  • y que es de complicada y morosa implementación.
No tiene sentido responder minuciosamente a estas valoraciones descalificatorias tal como se exponen; es más adecuado y pertinente responder a las objeciones que se presentan con un formato pretendidamente académico, con la convicción de que al hacerlo se contesta a aquéllas. De todos modos, esperando no incurrir en degradación del tratamiento que nos imponemos para este texto, señalemos, como al pasar,  que una investigación cualitativa puede dar respuesta en brevísimo tiempo a problemáticas que requieren ser abordadas con urgencia; nuestra propia experiencia da testimonio.
Sin pretensión de exhaustividad, ya que no hace al propósito básico de este texto, consideraremos, entonces, las objeciones de “alto nivel”: las que circulan por carriles transitados por expertos. Muy habitualmente adoptan las formas de taxonomías en las cuales se compara o, mejor dicho, se contrasta a la investigación cualitativa con los relevamientos cuantitativos.

3.    Respondiendo a las objeciones a la investigación cualitativa

Responder a la totalidad de las objeciones, reparos o abiertas descalificaciones de la investigación cualitativa es una tarea que excede los alcances de este texto, corriéndose el riesgo de desvirtuarlo y alejarnos en demasía del propósito declarado en el punto 1. Por lo tanto, haremos una selección no sólo sobre la base del criterio de la relevancia sino, y sobre todo, atendiendo a un precepto holístico por el cual haciendo referencia  a una pequeña muestra, demostrando las falacias presentes en la misma, se demuele aquella totalidad, a la manera en que con sólo extraer una o dos barajas se derrumba el castillo de naipes. 
En principio, cabe diferenciar las objeciones que se centran en la investigación cualitativa como tal, que la sancionan per se, de las que, en ocasiones fundadamente, se hacen al comportamiento de los investigadores cualitativos (aunque con frecuencia se superponen o como suele acontecer y es más preocupante, este último factor, el comportamiento de los investigadores cualitativos, a menudo presta asidero a las críticas a la investigación cualitativa).
Nos centramos en algunas asignaciones muy difundidas que, enunciadas habitualmente con cierta ambigüedad, pueden parecer neutras, “objetivas” o incluso encomiásticas:
- subjetividad
- centración en lo particular y, por lo tanto, incapacidad para conclusiones generalizables
-   muestras reducidas, lo cual apoya lo señalado en la viñeta anterior
-   carencia de aptitud para predecir
 
Podríamos tomar un atajo y a la manera de Alejandro cortar el nudo gordiano preguntando: entonces, ¿todos los edificios teóricos que integran las Ciencias de lo Humano, tales como la antropología –particularmente la estructural-, la sociología así como la economía política en sus diversas fuentes fundacionales –desde el positivismo de Comte  y la teoría sobre las formaciones socioeconómicas de Marx hasta los desarrollos de posguerra, pasando por los aportes sustanciales de Weber, Simmel y Durkheim entre otros -, el psicoanálisis, la psicología social, la semiología, la lingüística, sumados a las grandes construcciones en el amplio campo de la filosofía desde la antigüedad clásica hasta Kant, Hegel, Kierkegard, Nietzche y la fenomenología, lo recreado en todos esos territorios del conocimiento por científicos sociales de las “regiones periféricas” (entre ellas, nuestro propio país y Latinoamérica en general),  se circunscriben a la subjetividad, son no generalizables, carecen de validez y confiabilidad porque ni siquiera han respetado los criterios de la estadística y, finalmente, no brindan instrumentos para pronosticar los comportamientos humanos?
No es nuestra intención atrincherarnos en esta especie de prueba límite, de conformarnos con el aval de toda esa gigantesca producción por lo cual daremos respuesta a las objeciones citadas.


3.1.  Acerca de la subjetividad

Se deduce, que dentro de su ambigüedad polisémica, la asociación excluyente que se hace de la investigación cualitativa con la subjetividad refiere, por lo menos, a dos planos: por un lado, a que se ocupa de problemáticas subjetivas o del aspecto subjetivo de las cuestiones que enfoca; por el otro, a que se trata de un abordaje subjetivo en la medida que dependería únicamente de la mirada particular de cada investigador. 
Subjetividad de lo investigado, subjetividad del que investiga.
Estableciendo con las salvaguardas del caso ciertas correspondencias, podríamos suponer que el primer tipo de subjetividad sería el sustento de por qué no es generalizable la investigación cualitativa; el segundo, por qué no sería finalmente confiable, por lo cual su rol sería el de “generar interrogantes” y “plantear algunas ideas e hipótesis” que la mal llamada investigación cuantitativa, la que con seguridad se apoyaría en los recaudos que el rigor científico exige, se ocupará de demostrar, verificar y validar.  Si alguna de tales “hipótesis o ideas planteadas cualitativamente” prospera, entonces sí podrían alcanzarse conclusiones generalizables.
Así, por ejemplo, en uno de los manuales sobre comportamiento del consumidor que es de uso en carreras de posgrado, se puede leer: “la investigación cualitativa está diseñada para obtener mayor cantidad de información con respecto a los motivos subyacentes de los consumidores, al plantearles preguntas de una manera no estructurada. Esto permite hipótesis relacionadas con las decisiones del consumidor y definir mejor las áreas de investigación para determinar las clases de preguntas que se deben plantear en investigaciones o experimentos más desarrollados” (Assael, 1998). Es decir, según esta consideración, la investigación cualitativa es sólo un recurso para relevar lo que luego se va a investigar; si se piensa así, no se entiende por qué llamarla investigación.
Respecto de la subjetividad de lo investigado, corresponde afirmar que la investigación cualitativa, recostada en las Ciencias de lo Humano, la transforma en objetiva; dicho de otro modo, por vía de la investigación hacemos que lo que en tanto materia prima es subjetivo advenga objetivo, advenga una ley o regularidad que da cuenta de comportamientos socialmente significativos. Las tesis de Durkheim sobre el suicidio como hecho social, de Freud sobre la configuración psíquica, de Weber sobre los tipos de dominación o de Lèvy Strauss sobre los mitos y además, de una manera o de otra,  el acuerdo explícito o tácito de todos ellos y  de la más amplia variedad de escuelas de las distintas ciencias por el cual coinciden en considerar al tabú del incesto como la condición constitutiva de la humanidad[6], son muestras elocuentes de cómo lo cualitativo se ocupa de la objetividad formulando  leyes que informan sobre comportamientos humanos de alcance universal con valor de determinaciones eficaces.
La objetividad no está dada por la cuantificación sino por la construcción conceptual, por la teoría que permite articular datos encontrando relaciones significativas[7]. Así, por ejemplo, el tabú del incesto es del todo significativo si consideramos que representa la frontera entre dos configuraciones conductuales cuyo conocimiento es relevante para la gestión de las organizaciones, tanto hacia el interior de las mismas como hacia su afuera, la comunidad en general y las zonas específicas de interacción social: la tendencia al incesto simboliza la tendencia a priorizar la pertenencia al propio grupo “primario”[8], en tanto asumir la prohibición de aquél expresa la tendencia al intercambio con los otros, el reconocimiento de la terceridad, la proyección sobre el afuera. Así tenemos la propensión a la endogamia por un lado, simbólicamente a quedarse con lo conocido, con los vínculos primarios versus la disposición a la exogamia, a afrontar lo desconocido, a explorar y cultivar el intercambio con los otros, a interactuar con los otros “clanes” y con el contexto en general; va de suyo que el conocimiento científico hace maridaje con la disposición a la exogamia, a la secundarización. Digamos al pasar, que una gestión con vocación exogámica es la más predispuesta a la concepción estratégica, al reconocimiento de la competencia, al estudio en profundidad del contexto y a interesarse por las motivaciones y expectativas de sus destinatarios, electores, audiencias, clientes, consumidores o usuarios.
Paralelamente a lo que venimos centralmente exponiendo, el ejemplo brinda una pista en torno a cómo pensar cualitativamente para obtener el mayor provecho teórico,  hacer de la investigación una herramienta estratégica y ampliar la capacidad de aplicación: elevar siempre al nivel conceptual de mayor alcance sistemático y empírico (Hartman, 1959), superando así los límites del empirismo y la literalización. Es decir, se trata de sublimar en vez de aclimatarse.
Interpretando a Hegel y también a cómo es retomado o recreado, entre otros, por Marx, Simmel o Sartre, productos, servicios, ideas, creencias y valores son objetivaciones. Un aspecto esencial de las objetivaciones es que son la expresión objetiva, proyecciones, de la subjetividad, que se autonomizan, se objetivan (acéptense las redundancias) deviniendo cosas y expresiones exteriores a los grupos y personas que las crearon o las comparten. Por otra parte, toda objetividad no es más que la manifestación de pactos concientes e inconcientes entre subjetividades; resumidamente, se puede pensar a la objetividad como intersubjetividad.
La investigación cualitativa atiende a la objetividad y la garantiza en la medida que genera desarrollos conceptuales que permiten integrar datos del campo bajo estudio aparentemente no conectados y que, al hacerlo –es decir, al integrarlos o vincularlos- posibilita sistematizar, originando leyes o regularidades que explican los comportamientos hasta entonces incomprensibles o supuestamente aleatorios. Más adelante nos referiremos a una condición básica e inexorable para que lo antedicho se verifique: contar con un método. Describiremos en sus aspectos sustanciales el Método Vincular[9] cuyo objeto es la interacción social, destacando que para el mismo la investigación cualitativa es el instrumento a privilegiar.
Con respecto a la subjetividad del investigador, podríamos convenir en que se trata de una objeción atendible. Efectivamente, se da la tendencia a la falta de sistematicidad en la medida que distintos investigadores cualitativos de la interacción social adscriben a distintos marcos referenciales con las consiguientes extrapolaciones frecuentemente poco pertinentes, cuentan con distintos grados de formación y experiencia, revelan distintos niveles de compromiso y vocación debidos a factores diversos. La consecuencia, por cierto indeseada, es la de cierta arbitrariedad: una misma problemática puede llegar a tener tantas interpretaciones que llevan a tan variadas conclusiones como investigadores cualitativos existen o, al menos, como escuelas sociológicas o psicológicas están vigentes; el intercambio fructífero que brinda la pluralidad para arribar a las síntesis[10] es suplantado por una Babel de análisis finalmente antojadizos; donde debiera haber conocimiento hay bullicio.
También para resolver este deficit vale disponer de un método; fue otra de las motivaciones que  impulsaron a este autor a desarrollar el Método Vincular, con la esperanza de dotar al estudio de la interacción social de un marco referencial coherente y, sobre todo, pertinente, específicamente gestado para dicho objeto.

3.2.  Sobre la capacidad para generalizar

En el desarrollo de 3.1. tácitamente nos referimos a la aptitud para generalizar, o sea para alcanzar conclusiones que puedan extenderse a un universo determinado y, a menudo, que hagan al comportamiento de la humanidad en todo tiempo y lugar. Los ejemplos citados certifican este aserto.
Si estamos planteando que a través de la investigación cualitativa se llega a la formulación de leyes o regularidades del comportamiento humano, estamos diciendo de hecho que tal instrumento alcanza conclusiones generalizables en su aplicación a la interacción social.
Veremos luego que el Método Vincular define seis Posicionamientos Vinculares básicos, los cuales integran una Matriz que representa a todo ámbito de interacción: es decir, dicha Matriz, resultante de numerosas investigaciones[12] realizadas en los campos social, político y comercial, es de alcance general.
En rigor, en investigación se trata de articular lo general y lo particular, lo universal y lo singular, lo genérico y lo específico, precisando para cada problemática el alcance; asimismo, se exige cuidar el exacto equilibrio entre la comprehensión y la extensión, teniendo en cuenta aquello de que “el pensamiento ordenado brinda la explicación de un máximo de objetos con un mínimo de conceptos” (Hartman, 1959). Así, por ejemplo, la caracterización en profundidad de cada Posicionamiento Vincular  cuando nos ocupamos de los comportamientos electorales, difiere de la que hacemos cuando abordamos los hábitos alimentarios: en su descripción de base coinciden pero en su análisis de detalle difieren y en el interjuego de tal coincidencia y diferencia reside la capacidad para generar estrategias y desplegar la creatividad.
Por otra parte, todas las ciencias, empezando por las matemáticas, en sus avances modifican los límites de la generalización y la particularización, tanto para el microcosmos como para el macrocosmos: la geometría nacida a partir de Lobachevski precisa y amplía mejor que la clásica euclidiana o, en física, la ley de la gravitación universal, que sigue con plena vigencia y un alto grado de generalidad, es superada en los alcances tanto para dar cuenta de lo particular como de lo general por la Teoría de la Relatividad.

3.3.   Respecto del tamaño de las muestras

No es nuestro deseo impactar, no es nuestro deseo sorprender al lector con juegos retóricos desconcertantes, pero en este punto en algo de esto quizá incurramos al afirmar que el tamaño de las muestras merece menor significación de la que habitualmente se le atribuye. A fin de ser debidamente comprendidos comencemos por aclarar que es de poca significación porque estamos en la liza de la investigación cualitativa. 
En la investigación cualitativa toda la significación debe estar puesta en el diseño de la muestra.
El diseño de la muestra debe atender  a las constantes y, sobre todo, a las variables, el punto álgido por excelencia y que requiere conocimiento en profundidad de la problemática a investigar, de los objetivos de la investigación y del universo y su composición. También el diseño de la muestra debe derivarse, en su concepción, del marco referencial explícito con el cual se habrá de abordar la investigación.
Aun cuando el tamaño de una muestra satisfaga al propio investigador y a la gestión que lo supervisa, contrata o evalúa, puede constituir un espejismo si no se determinan con la mayor precisión las variables específicas y pertinentes, requisito inexorable y básico para la conformación de la muestra.
Se recurre muy habitualmente en la confección de las muestras a variables estándares; las adoptadas con mayor frecuencia son el género, la edad, el nivel socioeconómico y según determinadas necesidades, lugar de residencia u otras igualmente genéricas.
En investigación social, por lo tanto en la investigación cualitativa y su complementario, el estudio de cuantificación, las variables deben ser definidas ad hoc cumpliendo con estas dos condiciones:
}  pertinencia, o sea plena correspondencia con el andamiaje conceptual de la disciplina y con la teoría que se encara la investigación, que en nuestro caso, se hallan determinadas y desarrolladas por el Método Vincular,

}  especificidad, es decir adecuación a la problemática particular, los objetivos de la investigación y la definición y composición del universo.

Por supuesto, como recaudo metodológico de rigor de toda investigación, se requiere además  la réplica de control de cada componente muestral para las distintas técnicas que se implementen.
Puede deducirse que si se respeta todo lo antedicho, cada investigación cualitativa ad hoc tendrá siempre el tamaño de muestra que corresponde; pero, reiteremos, tal tamaño es determinado por criterios cualitativos (y no cuantitativos). Así que, el tamaño de la muestra es dependiente de la investigación, se subordina a la misma, y no a la inversa como suele suceder cuando el anhelo de seguridad sujeto a convenciones se impone al interés por conocer.


3.4. Sobre la aptitud para predecir

Nuevamente podríamos apelar a la autoridad que emana de toda la tradición del conocimiento científico para afirmar de modo contundente la capacidad predictiva de lo obtenido por vía de las investigaciones cualitativas.
La investigación cualitativa, en la medida que responda a un método y por lo tanto se apoye en un desarrollo teórico de alta complejidad, explica y predice.
Casi encriptada, en las páginas de El príncipe se puede encontrar una ley de Maquiavelo en torno al gobierno, la dirección o la gestión que podríamos formular de esta manera:
A mayor concentración del poder por parte de quien conduce mayor es su capacidad de decisión pero menor la probabilidad de permanencia y trascendencia de la organización que conduce. A mayor distribución del poder, disminuye la capacidad  de decisión de quien conduce, pero aumenta la probabilidad de permanencia y trascendencia  de la organización. 
Puede rápidamente detectarse el valor predictivo de esta formulación resultante de un abordaje cualitativo: en el primer caso, el descabezamiento conllevará el debilitamiento de la organización; en el segundo caso, la organización podrá rearmarse y hasta fortalecerse en caso de caída o agotamiento de quien ocupe el rol protagónico.
Con el impulso del ejemplo, podemos profundizar, teorizar, en torno a la capacidad predictiva de la investigación cualitativa.  Podría decirse que el modelo de la predicitividad  es como un rompecabezas: se trata de la pieza faltante. Es decir, si contamos con desarrollos teóricos de alta complejidad, dados a y b tiene que acontecer c: si “X” concentra excluyentemente poder (a) y con él toma la totalidad de las decisiones (b), entonces su caída arrastrará a la organización que hasta ese momento conducía (c); si por el contrario, “X” comparte el poder (a´) y la toma de decisiones (b´), aun con su derrota la organización permanecerá (c´).
Le Verrier predijo la inexorable existencia de un planeta – el que conocemos como Neptuno – sobre la base de los datos que tenía sobre las órbitas de otros astros; su descubrimiento fue posteriormente confirmado: contaba con una teoría y la aptitud para aplicarla leyendo los datos que registraba.
Le Verrier, entonces, descubrió a Neputno sin verlo. Galileo y  otros notables astrónomos a lo largo de cuatro siglos vieron a Neptuno pero no lo descubrieron porque no lo reconocieron como planeta: carecían aun de la teoría en la cual los datos hubieran podido ser asimilados.
Entonces la clave para predecir no está en lo que pueda llamarse adecuada o incorrectamente investigación ni mucho menos en las técnicas: se encuentra en la teoría, en la capacidad de ésta para articular la totalidad de los datos que se presentan en el campo bajo estudio.
Se puede argumentar que la predicción está garantizada por los abordajes cuantitativos, como acontece con los pronósticos electorales. Serlin muestra de un modo exhaustivo y preciso cuántas anticipos fallidos hubo en las últimas décadas en el mundo y en particular en la Argentina en el último año (Serlin, 2011).
Las sistemáticas investigaciones cualitativas llevadas a cabo durante años nos permitieron arribar a conclusiones acerca del perfil de la política tal como se ejerce y se desenvuelve en la actualidad: son esperables comportamientos que desconozcan el contrato entre el electo y el elector, decepciones de los electores, resultados electorales no previstos por las encuestas, indiferencia, discordancia entre los resultados electorales y el curso real de la política, circunstanciales “enamoramientos” a la manera del vínculo líder – masas,  etc. Es decir, lo que realmente determina la marcha de una sociedad en toda su complejidad, sólo puede ser advertido por las investigaciones cualitativas.
Fue a través de una investigación cualitativa que en su momento detectamos que en la sociedad argentina la falta de credibilidad era bidireccional. Contrariamente a la difusión persistente por la cual se señala el descreimiento de la población en sus gobernantes y dirigentes, detectamos que el mismo era recíproco:  se daba en la población respecto de aquéllos y, simultáneamente, de los gobiernos y dirigencias en la población. Se deduce no sólo el alcance para el diagnóstico de una conclusión de esta naturaleza, sino también su valor pronóstico. 
En un campo como el comercial contamos con numerosos casos en los que hemos detectado espacios vacíos de mercado que fueron exitosamente cubiertos por marcas lanzadas para ocuparlos o tendencias de consumo y uso. Lo mismo vale para el campo social en general, como por ejemplo acerca de cómo encarar campañas de prevención.


3.5.  Acerca del desempeño de los investigadores cualitativos

Hemos aludido ya a la incidencia que el comportamiento atruibuido a investigadores cualitativos tiene sobre las opiniones que tienden a descalificar a la investigación cualitativa aplicada a los campos social, político y comercial, es decir a lo que se conoce como investigación de mercado o de opinión pública.
Convinimos en que es atendible la objeción acerca de que la subjetividad del investigador cualitativo es un factor a considerar a la vez que dejamos en claro que este aserto no da derecho a transferir dicha limitación a la investigación cualitativa como tal.
Vinculamos la falta de sistematicidad de los investigadores cualitativos, sobre todo, con la adscripción a los variados y; con frecuencia, divergentes enfoques (a lo cual se suman las diferencias entre investigadores atendiendo a la idoneidad y vocación de cada uno o,  en el mejor de los casos, de cada equipo).
Sistematizar supone definir un objeto y contar con el método para su estudio.
En nuestro caso el objeto es la interacción social para cuyo estudio hemos desarrollado el Método Vincular. Anticipemos a cuenta de su desarrollo en este texto más adelante, que al adoptar tal objeto estamos centrándonos en el vinculo entre actores -organizaciones- lo cual exige el abordaje en simultáneo de cada uno.
Esto exige la producción de teoría específicamente destinada al efecto con la consiguiente gestación de metodologías y técnicas y la readecuación de las preexistentes.
Volviendo a lo que acontece con un importante número de investigadores cualitativos, lo más destacable como causa de su desempeño podemos verlo a través de lo que señala Serlin en el trabajo que presentara en el ECON 2011: “los investigadores ‘debieran’ reflexionar acerca de sus propias conclusiones cuando realizan tareas científicas y tecnológicas, pero que la empiria muestra que no lo hacen, y ello sucede con más frecuencia que lo deseable”.
De las diferentes formas de reflexividad que Serlin enuncia, la más relevante para el tópico que estamos exponiendo es la epistémica, sobre la cual afirma: “implica que el investigador y el practicante intenten pensar sobre su propio pensamiento excavando, articulando, evaluando y en ciertos casos transformando los supuestos metateóricos que despliega al estructurar las actividades de investigación, así como al aprehender e interpretar lo observado. Aquí, la implicación es que los investigadores deben considerar sus propias estructuras y lógicas de investigación como en sí mismas investigables y no inmutables, y al examinar cómo somos parte de nuestros propios datos, nuestra investigación se convierte en un proceso recíproco”.
Cuando el investigador, en cualquier disciplina, no revisa sus basamentos, naturaliza sus enfoques suponiéndolos validados para siempre. Particularmente lo históricamente observable entre investigadores cualitativos de opinión pública y mercado es la extrapolación entre ingenua y tenaz de marcos referenciales desarrollados para otros objetos de investigación. Al respecto lo mas notorio es la transferencia de cuerpos conceptuales de determinadas teorías y corrientes sociológicas, sociopsicológicas y psicológicas al comportamiento del ciudadano, del usuario o del consumidor. Junto con eso se incurre en el divorcio entre tal término y su partenaire  interactuante, lo que se ofrece. Dicho divorcio o, lo que es lo mismo, aislar a un actor (demanda, audiencia, electores, etc) para su estudio induce a investigar su comportamiento como si el mismo guardara total autonomía respecto del actor o actores que proponen u ofrecen; el camino queda entonces fácilmente allanado para aplicar el marco referencial que se domine en lo referente al comportamiento humano genérico, a la vez que se incurre en la falacia de suponer que propuestas de los gobiernos, dirigentes u oferentes, productos y servicios, son meras sublimaciones de los ciudadanos, electores, audiencias,usuarios, consumidores.
En tiempos más recientes, a la manera de una reacción alérgica y sintónica con las tendencias empiristas en boga, pareciera que numerosos investigadores cualitativos de opinión pública y mercado hubieran renunciado a la teoría y la interpretación de la información que se releva¸ deviniendo en recolectores literales y prolijos de emergentes de grupos y entrevistas en profundidad a ciudadanos, consumidores y usuarios.
De tal manera, en tácito acuerdo con clientes o contratantes, pareciera que un conjunto de investigadores cualitativos hubieran resuelto tirar la teoría y todo atisbo de hermenéutica por alguna ventana y circunscribirse a recopilar y ordenar emergentes, sin considerar que inexorablemente siempre subyace algún marco referencial. Cuando no se explicita y se aplica un cuerpo conceptual, una teoría, se incurre en la celebración de los prejuicios y se propicia la ilusión de que “sólo la verdad y toda la verdad” está contenida en las opiniones manifiestas de quienes fueron indagados a través de las técnicas estándares. Se llega además a un grado tal de reducción de la libertad y la creatividad, requisitos de la investigación, que se encorseta la indagación estableciendo, por ejemplo, que los paneles de ciudadanos, usuarios y consumidores deben coordinarse de tal modo que se “enfoquen” en el tema de interés del eventual cliente o contratante, ignorando que la pertinencia responde, sobre todo, al principio de que lo que pueda parecer prima facie impertinente, el investigador debe hacerlo pertinente (o sea, no se trata de reprimir lo que pueda parecer no pertinente sino de tomarlo como materia prima de análisis en profundidad de gran potencial explicativo y creativo).


4. Una  taxonomía a revisar

Se ha generalizado, y hasta vulgarizado, una clasificación que requiere ser revisada a fondo: investigaciones cualitativas / investigaciones cuantitativas.
Adoptando con naturalidad tal clasificación, se compara o se contrasta poniéndolas en un supuesto plano de igualdad a las citadas, y figurados, tipos de investigación. Se las trata como si fueran opcionales, como caminos alternativos que desembocan en distintas resultantes adecuadas a distintos requerimientos.
Ya hemos señalado que la investigación implica un objeto de estudio formal (como ya veremos, una relación, o, más precisamente un conjunto de relaciones) y un método. Supone entonces, una teoría de alta complejidad capaz, para cada investigación, de plantear debidamente el problema y las hipótesis –que inicialmente podrían dar cuenta de tal problema- a verificar, ampliar y precisar. En cada investigación se parte de un nivel de complejidad para arribar a otro nivel de complejidad de mayores alcances sistemático y empírico. De esta manera estamos encarando epistemológicamente la investigación afirmándonos sobre todo, en la vertiente constructiva de la epistemología[11].
Estamos postulando, entonces, que la taxonomía que estamos analizando en este punto carece de sustento epistemológico, puesto que la investigación cursa por un único andarivel. Lo que habitualmente se denomina investigación cuantitativa o lo que se inscribe dentro de la categoría “investigaciones cuantitativas” se encuentra en una zona de cierta ambigüedad.
Por un lado, esta categoría  hace referencia a conteos, que aun cuando se sustenten estadísticamente, no dejan de ser tales. La aplicación de la estadística hace que los conteos traten de ser confiables, habida cuenta, sobre todo, de que se implementan sobre la base de muestras que deben representar al universo que se releva; éste es el caso, típicamente,  de los censos.
Por otro lado, en la misma categoría, “investigaciones cuantitativas”, se incluye a relevamientos que contienen lo que se conviene en llamar “profundización” por la cual se incorporan preguntas abiertas, semicerradas, escalas, etc.; es habitual, en estos casos, referirse a “investigaciones cualicuantitativas”, con lo cual de hecho se admite que sin tales incorporaciones, se trataría de conteos.
No cabe dentro de los alcances y fines de este texto realizar una crítica en profundidad ni mucho menos exhaustiva de las llamadas “investigaciones cuantitativas”. Haremos algunos comentarios que entendemos son suficientes para dejar en claro la falta de pertinencia de esta categoría y, por lo tanto, la necesidad de revisar la taxonomía sobre la cual se basa.
En principio, hacemos notar que de hecho se sustentan en criterios cualitativos, ya que lo que se indaga se basa en lo que se obtuvo por vía de la reflexión o por vía de la investigación previa, desde el relevamiento de preferencias de marcas de los consumidores en un rubro determinado hasta las opiniones sobre gobernantes y candidatos. Indagar acerca del rol en las expectativas del consumidor  de la relación costo-beneficio o de la presentación de un producto hasta cuánto incide el atributo de la honestidad[12] en la imagen de un dirigente político, social o gremial, suponen criterios cualitativos basados en  conceptualizaciones o creencias habitualmente no explicitadas. Es de destacar que, en la medida que no se profundiza la investigación ni se acomete la tarea de ejercer la reflexividad sobre ella se terminan anquilosando estos criterios, se termina naturalizándolos y se terminan ignorando los procesos realmente determinantes, para acceder a los cuales se requiere justamente superar los límites que imponen los conteos y las encuestas. Si, como acontece a menudo, las “investigaciones cuantitativas o cualicuantitativas” se circunscriben a la intención de voto de los postulantes, tal como están las cosas en todas las latitudes, se les escapan aspectos francamente determinantes tales como la declinación de la cultura política, la falta de credibilidad recíproca dirigencias-poblaciones y la carencia de proyectos convocantes o de configuraciones ucronotópicas colectivas. 
Concurrentemente, las “investigaciones cuantitativas”, afirmadas sobre la presunción de que las sociedades son agregaciones de individuos, desconocen la estructuración social y por lo tanto,  ignoran cómo juegan los liderazgos, la interacción entre organizaciones, grupos y personas, los procesos de influencia y toda una variada gama de comportamientos que inciden significativamente en la dinámica sociopolítica.
Las consecuencias de dar a los conteos (o sondeos o encuestas) la entidad de investigaciones acarrea consecuencias inquietantes o desafortunadas.
Nos detendremos lo más brevemente posible en algunas que seleccionamos por sus particularmente oscurantistas efectos.
El conocimiento científico supone el continuo envío al ostracismo de la sustancialidad para instaurar relaciones, proceso destacable como una de las adquisiciones de la modernidad; así, por ejemplo, la química destronó a la alquimia, los desarrollos de la física establecieron que es en la relación entre los cuerpos que emergen los comportamientos de la naturaleza (v.g., el peso pasa a ser considerado una relación y no una propiedad de las cosas), etc. 
Esta nueva lógica también, con el avance del pensamiento científico, gana terreno en las Ciencias de lo Humano, especialmente a partir del siglo XIX. En resumen, el antiguo pensamiento por atributos es desterrado por el moderno –y complejo- concepto de relación: un tipo de calzado, por ejemplo, no es por sí mismo flexible sino en relación con el pie y con otros zapatos, zapatillas o sandalias; del mismo modo, considerando un atributo tan presente en las encuestas de opinión pública, un dirigente es tenido por honesto en el marco de una moral que  significa a dicha cualidad y en comparación con otros dirigentes que son visualizados como poco honestos o deshonestos. Las llamadas investigaciones cuantitativas desconocen este modo de pensar, conocer o investigar retrotrayendo a la creencia de que productos, servicios, instituciones o personas poseen per se propiedades, absolutizando lo que es relativo (en la acepción epistémica de este término y no en el empleo vulgar desvalorizante).
Otro efecto no deseable  es el debilitamiento, cuando no la descalificación, de la teoría. Bajo la suposición de que las “investigaciones cuantitativas” registran hechos, supuesta información transparente sin la mediación de interpretaciones, la teoría, las conceptualizaciones y hasta todo intento de elaboración que suponga alguna distancia con lo relevado es juzgado como especulación ociosa, oscurecedora o distorsionante y,  subrepticiamente, inclusive como charlatanería. Cabe puntualizar que quien releva, releva datos: es decir, información que necesariamente pasa por el tamiz de la interpretación; dicho de otro modo, un investigador es siempre un intérprete, que cuando no asume concientemente un marco referencial es inducido inexorablemente por creencias no controladas, finalmente prejuicios. Es prejuicioso suponer que la honestidad es un valor decisivo para un electorado, que la clase media es conservadora o vacilante,  que la inseguridad se reduce a la acción de delincuentes comunes y complicidades policiales, que las preferencias por segundas marcas obedece únicamente al nivel de precio, que los niveles socioeconómicos más bajos buscan constantemente imitar a los más altos, que los comportamientos tenidos por inadaptados de los adolescentes son efecto de la crianza hogareña, que la insatisfacción de las sociedades hay que buscarla en los ítems de las agendas convencionales, etc.
Si fuera posible listar la totalidad de “verdades de hecho”, de certezas que caracterizan a los abordajes que estamos analizando, se vería cómo los lugares comunes predominan a expensas del conocimiento científico siempre tributario de la teoría.
Es curioso ver con frecuencia cómo quienes se atienen a las “investigaciones cuantitativas”, a los “hechos”, al registro sin mediaciones, cuando son abordados para que den cuenta de las inconsistencias o los interrogantes que surgen dada la información relevada, recurren a elucubraciones circunstanciales contaminadas sea con la taxatividad de quien se percibe figura autorizada, sea –por lo contrario- con el paraguas abierto del “yo creo”.
Lejos de la teoría, lejos de toda construcción conceptual, lejos de toda vocación por interpretar, lejos de toda problematización ante los datos emergentes, toda la información así obtenida, revelada o difundida, constituye una suerte de fotocopia de la opinión estandarizada; no es más que una puesta en orden de lo “ya sabido”, de las creencias generalizadas. Hasta se hace gala de cómo el sentido común se puede imponer sobre el pensamiento complejo indebidamente traducido como “complicado”.
El efecto es el achatamiento, un grado tal de apego a lo que se recoge y tal carencia de insumos conceptuales que le permitan al investigador tomar la distancia necesaria de los datos, que éste queda impedido para encarar análisis y alcanzar conclusiones que cuenten con potencial explicativo y predictivo. Precisamente la teoría como plataforma de despegue, como ruta y como puerto de destino es, sobre todo, distancia. En el nivel de los datos tenemos inconsistencias y lagunas: todo es interrogante y como tal debe ser tratado.
Quedarse en el apego a los emergentes genera sensación de seguridad, convalida el conformismo, evita el cuestionamiento, genera la impresión de estabilidad, lleva al sentimiento de que la realidad es dominada. Claro que conlleva la negación, más precisamente la renegación y de tal manera la inhibición para conocer; también tiene por efecto que se resigna la exploración y sistematización de los determinantes eficaces de los comportamientos relevados, anquilosándose en una rutina de reiteraciones contumaces e improductivas.  
Finalmente, el repliegue sobre las llamadas investigaciones cuantitativas implica la renuncia a la concepción estratégica. La estrategia, junto con la relación, la teoría y la explicación en profundidad es sacrificada en el altar de la devoción por los “hechos” de fácil transmisión, aptos para presentarse prolijamente y sin alterar ninguna certeza.
Los abordajes cuantitativos despojados de todo anclaje en conceptualizaciones complejas ocluyen el acceso a los niveles de análisis en profundidad que se requieren para el diseño de estrategias. Por el contrario, favorecen el seguimiento de las opiniones propiciando acciones y, en el mejor de los casos, tácticas que se agotan rápidamente para dar lugar a las que como una vorágine se pergeñan para sustituirlas.
Nos encontramos entonces con el tipo de gestión que responde a la demanda, a los electores, a la audiencia o, más preocupante aun, a lo que se cree que esperan tal demanda, electores o audiencia,  dando lugar a los comportamientos zigzagueantes o espasmódicos que a menudo son coronados con sentencias del tipo “la gente no sabe lo que quiere”, escamoteando la toma de conciencia de que es quien conduce el que carece de rumbo[13].
La estrategia supone definición de objetivos y el trazado del rumbo para alcanzarlos, lo cual implica a su vez el ejercicio de la conducción, a la cual en otro lugar hemos conceptualizado como la articulación de iniciativa y síntesis (Rojas Breu, 2002). El seguimiento  sumiso de los resultados de las encuestas o “investigaciones cuantitativas” es uno de los comportamientos más distónicos respecto de la concepción estratégica[14]
 Es entonces nuestra conclusión que la taxonomía que motiva el desarrollo que hemos hecho en este punto, requiere ser revisada y, más aun, superada. Concebimos a la investigación como una única categoría englobadora que se define, reiteramos, por el objeto de estudio y el método para dar cuenta del mismo. Esto implica que toda investigación, en los términos en uso, es básicamente cualitativa y complementada por estudios de cuantificación, estadísticamente confiables y validados, que tienen por finalidad establecer la magnitud de las conclusiones a las que se llega cualitativamente.
 
5.  Método Vincular e investigación cualitativa
El Método Vincular es la disciplina científica que tiene por objeto la interacción social. Otra manera de definir tal objeto es la interacción entre las organizaciones, sus públicos y la sociedad.
Sobre el Método Vincular se dispone de publicaciones varias, en particular el libro de mi autoría Método Vincular. El Valor de la Estrategia de 2002, el cual es citado en la Bibliografía.
Acá sólo destacamos que el Método Vincular:
}  privilegia a la investigación cualitativa como herramienta, al punto de ser el Método que establece Posicionamientos de Marcas – institucionales, de todo tipo de organizaciones,  de servicios y de productos – y diseña Estrategias sobre la base de tal herramienta,
}   dota a la investigación cualitativa de un cuerpo conceptual y de pautas propias para su cometido.
A la vez, da un lugar a los estudios de cuantificación como complementarios a los fines de establecer magnitudes para las conclusiones alcanzadas por medio de la investigación cualitativa.
También, desde luego, recurre a información de carácter cuantitativo, pero bajo el entendimiento de que se trata de censos, relevamientos o diferentes tipos de conteos según la fuente de que se trate.

Bibliografía

Libro
Rubén Rojas Breu.(2002): Método Vincular. El valor de la estrategia. Ediciones Cooperativas de Buenos Aires. 2002

Otras publicaciones
Rubén Rojas Breu (2012): Consideraciones acerca de la relación entre la investigación cualitativa y la gestión.Buenos Aires. CIAP FCE UBA.

Rubén Rojas Breu (2012). La investigación cualitativa como herramienta primordial de la dirección.  Buenos Aires. CIAP FCE UBA.





[1] Entendemos la interacción social justamente como una interacción compleja de la que participan todas las áreas del comportamiento humano: cultural, social, política, comunicacional, psicológica y económica. De esta manera transponemos los estrechos límites de la versión tradicional, todavía con cierta vigencia, asentada en la idea del homus economicus.
 
[2] Edgar Morin precisamente llamó a su Método, Método de la Complejidad (1977) atendiendo a la pluralidad de perspectivas que exige el conocimiento de lo real incluyendo el comportamiento humano.
 
[3] Deberíamos decir que las resistencias se han dado con los abordajes cualitativos de las Ciencias en general; los ejemplos de lo padecido por Galileo, Bruno o Servet así como las objeciones y censura, aún vigentes, a la teoría de la evolución de las especies, particularmente la de Darwin, entre tantas referencias que podrían hacerse acerca de los obstáculos que debieron y deben superar las Ciencias de la Naturaleza, son demostrativos de cuánta oposición suelen afrontar los abordajes cualitativos.
 
[4] O sea, según esta opinión,  las conclusiones de una investigación cualitativa se basarían en “especulaciones teóricas” y, además, cada investigador cualitativo tiene su propia “teoría”.
 
[5] Entrecomillamos “complejidad” porque en el lenguaje común se confunde lo complejo, propio del conocimiento científico, con lo complicado, del mismo modo que se sinonimiza lo simple, que interactúa con lo complejo, con la simplificación. Lo simple, atendiendo a Bachelard, “es lo que debería haberse pensado”; simple es establecer que la velocidad es la relación entre espacio y tiempo: ¡cuánta complejidad encierra esta simple fómula!
 
[6] Dos consideraciones al respecto: hay quienes niegan el alcance universal del tabú del incesto debido a que se atan a su nivel más manifiesto,  como si el incesto se refiriera sólo a las relaciones consanguíneas más elementales. La otra consideración, es que oportunamente hemos rebautizado al tabú del incesto como ley de la institucionalización exogámica (Rojas Breu, 1990)
 
[7] Permítasenos un sarcasmo: en un campo como el de la física, aparentemente tan alejado de las Ciencias de lo Humano, según la leyenda con la caída de una, sólo una manzana, Newton formuló la ley de la gravitación universal. ¿Newton tendría que haber esperado a que bosques de manzanos distantes entre sí se desprendieran de miles de sus frutos en su presencia y con planillas en la mano?
 
[8] Luego haremos una rectificación de este uso, en la medida que la clasificación de Cooley sobre grupos primarios y secundarios nos parece limitativa y revisable; en este tramo del texto, a los fines de este ejemplo, con propósito expositivo, mantendremos tal versión de Cooley.
 
[9] Rojas Breu, 1980. Difundido desde entonces a través de cursos y publicaciones así como actualizado continuamente sobre la base de investigaciones cualitativas. 
 
[10] Usamos síntesis de acuerdo al pensamiento formal, es decir, como relación o articulación de relaciones; un ejemplo de síntesis es la fórmula de la velocidad que antes recordamos; con esta expresión propia de la ciencia, también se da cierta vulgarización que la hace  equivaler a “resumen”.

[11] Ya nos referimos a las dos vertientes básicas de la epistemología: la de vigilancia o superivisión del proceso que lleva al conocimiento científico y la de fuente e inspiración para la generación del mismo.
 
[12] Señalemos de paso que el atributo de la honestidad es no pertinente y carece de suficiente consistencia como para darle el peso que se le da en los análisis de opinión pública: resulta de una superposición indebida del campo de la moral sobre el de la política. Se ha visto en la práctica y en todo el mundo que la supuesta honestidad o la supuesta falta de honestidad  asignadas a los dirigentes  influyen poco y nada en el curso que siguen las sociedades.
 
[13] Entre el sinfín de ejemplos a los que podríamos apelar para ilustrar esto podemos citar el de un gobernante de determinada jurisdicción que a causa de los resultados de encuestas que mostraban la elevada imagen positiva de otro gobernante rival, decide dar marcha atrás con una decisión, según comenta el periodista Morales Solá en su columna del diario argentino La Nación del 14-03-12. 
 
[14] Somos concientes, so pena de incurrir en ingenuidad, que una misma gestión puede hacer seguidismo de las encuestas en relación a algunos asuntos y decidir sobre la base de su criterio en otros, pero esta hibridez no la exime de la ausencia de estrategia y más bien la pone en un andarivel en el que se alternan el acatamiento y la arbitrariedad. 
 
 
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires,  junio 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario