martes, 26 de junio de 2018

LA DIRECCIÓN ESTRATÉGICA SEGÚN EL MÉTODO VINCULAR


Rubén Rojas Breu

LA DIRECCIÓN ESTRATÉGICA SEGÚN
EL MÉTODO VINCULAR


1.  Dirección
Aclaración inicial
Nos referiremos a Dirección cuando se trate de las organizaciones sociales propiamente dichas (ONGs), las empresas productoras, comercializadoras o de servicios, etc.
En cambio, para las organizaciones políticas y gremiales la expresión que preferentemente utilizamos es Conducción.
De tal manera, cuando corresponda haremos las precisiones necesarias.
De todos modos, a los efectos de lo que se desarrolle en esta unidad es indistinto un término o el otro. Es decir, que lo describamos sobre dirección vale para conducción y viceversa.

Introducción
En el nombre del artículo “La dirección estratégica según el Método Vincular” la palabra” “según” es clave.
¿Por qué?
Porque tanto respecto de la dirección –o de la conducción-,  así como de la estrategia, existen diversas versiones.
También en el ejercicio de la dirección, en su práctica, hay una variedad de modalidades.
Por lo tanto, aquí vamos a desarrollar el tema de la dirección estratégica según el Método Vincular. Obviamente esta precisión vale para la consideración por separado de ambos términos: esto es, vamos a desarrollar la dirección tal como la caracteriza el Método Vincular y, lo mismo, haremos con la estrategia.
Para la mejor comprensión, distinguiremos dos tipos básicos de la dirección:

               Primarizada                                                      Secundarizada

El Método Vincular adopta la dirección o la conducción secundarizada.
De aquí en más, fundamentaremos lo antedicho.
Para facilitar la comprensión recurriremos a la comparación, definida por Aristóteles como la via regia para el conocimiento.
Compararemos ambas concepciones: primarizada y secundarizada. Aclaremos que en la realidad no se dan en estado puro, lo cual supone un trabajo de análisis e interpretación para determinar qué tipo de dirección se da en una organización equis.


La dirección primarizada 

La dirección se centra en la organización misma, en su adentro, como si todos los esfuerzos estuvieran orientados a su perpetuación sin considerar el sentido.

Tal centración es característica de una configuración endogámica, por la cual la organización tiende a asimilarse al modelo de la familia aglutinada o del clan. El afuera o el contexto es considerado como una extensión de la organización y no como algo diferenciado.


Sobre tal base, podemos enunciar otras características:

  •   el liderazgo dominante y la concentración de las decisiones; es lo que denominamos liderazgo primario.
  •   por parte de los dirigidos, la adhesión acrítica a tal liderazgo y/o la complacencia con la concentración de la capacidad decisoria.
  •   la fuerte adhesión a lo ya conocido, al punto de que aun lo que es novedoso, distinto o de alguna manera desconocido se asimila a lo ya conocido. Ante una propuesta original, la reacción típica es “a esto acá ya lo hacemos de tal manera".
  •   la transgeneracionalidad por la cual se repiten los comportamientos de las generaciones anteriores o de quienes antecedieron en las funciones de dirección. La trillada sentencia “acá siempre lo hicimos así” es una manifestación elocuente de esta característica.
  •   la proclividad por la fusión, o sea a una fuerte identificación con los otros del propio seno de la organización así como de otras organizaciones, inhibiendo de reconocer al otro o a los otros de dentro y de fuera como dotados de su propia identidad, con sus propios deseos y valores.
  •   coherentemente con esta última característica, el marcado sentimiento de pertenencia, al punto de la indiferenciación: ·”todos somos iguales y nos debemos por entero a la empresa o la institución”. Cabe la salvaguarda de que todos son iguales menos aquello que o quien ocupe la posición de liderazgo dominante.
  •   la sustentación en una dinámica de polarización según las divisorias “propios y extraños”, “amigos y enemigos”, etc. Antagonizar de esta manera sirve al propósito de estimular y fortalecer el sentimiento de pertenencia y la adhesión acrítica.

„Simultáneamente, concibe el conflicto como anomalía eventual, atribuible a comportamientos intencionales de las partes o de la contraparte según sea el caso. Responsabiliza antes de objetivar la situación de conflicto y su rol en el mismo.
Tropieza con los conflictos; esto es, los reconoce cuando han alcanzado insoslayable evidencia. No percibe el período ventana o de incubación de los conflictos.

 Tradiciones inapelables, manual, certezas, prescripciones, plan,  procedimientos rutinarios y 
 encuestas: he ahí lo que caracteriza a la dirección primarizada. El plan en tanto conjunto estandarizado de pautas a seguir, supuestamente aplicable en las más variadas organizaciones y en todo tiempo y lugar, provee la certidumbre y libera de la ansiedad de decidir. La investigación, particularmente la investigación cualitativa, es resistida o acomodada a estándares.

Se puede deducir que entre dirección primarizada y la estrategia hay un abismo. Es decir, para la dirección primarizada  la estrategia no es valorada o no es deseable. Reiteramos, la estrategia como la concibe el MV.

Por lo tanto, en los marcos de esta concepción, no existe la dirección estratégica tal como la entiende el Método Vincular.
 

  La dirección secundarizada
  Es la que corresponde al Método Vincular.
  Antes de ingresar de lleno en su descripción, señalamos tres características básicas y definitorias:

I  La centración en el afuera

 Esto quiere decir que la dirección o la conducción ponen categóricamente el acento en el logro de  objetivos en la sociedad, la comunidad o el contexto. De tal manera, el interior de la organización,   l lo intraorganizacional, es concebido como instrumento para el logro de objetivos en el exterior de l la organización.

 A tales objetivos, puestos en el exterior,  los llamamos, justamente, estratégicos.

 En forma complementaria, la dirección establece objetivos intraorganizacionales con la finalidad    fundamental de apoyar, dar sustento, al logro de los objetivos estratégicos.


  II.   La competitividad por valor

Es la que pone el acento en las diferencias explotables o las ventajas competitivas dinámicas -según la clasificación descrita por  Coriat (ver Bibliografía)-.
Son diferencias que se basan en características específicas, propias de lo que propone u ofrece la organización para competir en el alto nivel; o sea, en el nivel en el que concurren la producción calificada, la originalidad, la calidad y la creatividad. 
No se trata simplemente de diferencias o particularidades "innatas" o naturales por así decir, sino sobre todo de cualidades y ventajas generadas por la inteligencia y la acción dirigida a la obtención de resultados: ciencia, investigación e innovación tecnológica son sus generadores más destacables.

Esto implica que la dirección o la conducción deben tener la capacidad para hacer notar sus ventajas competitivas.

III.     La toma de la iniciativa
En la dirección secundarizada se asume plenamente que el liderazgo implica ante todo la permanente toma de la iniciativa.
No se queda a esperar qué puede ocurrir o cómo se van a conducir aliados o competidores; sin desconocer la significación de éstos, procura continuamente adelantarse, anticiparse, iniciar.

Pasamos ahora a la descripción en detalle de la dirección secundarizada:
Como dijimos, se sustenta en la premisa de que su acción en el afuera de la organización está el sentido de la misma. Ante todo, la organización se propone objetivos hacia la sociedad de la cual forma parte y, en particular, la zona O-D para las organizaciones en general y el mercado para las empresas en particular.

De tal manera, tiene vocación exogámica, promueve el intercambio, asume que las organizaciones se proyectan en tanto interactúen sistemáticamente con otras organizaciones.


Características básicas de la dirección secundarizada son:

  El reconocimiento de lo distinto, se trate del Otro en tanto cultura, sociedad, organización, mercado, grupo o persona, se trate de lo Otro en tanto propuestas, servicios o productos. Admitir la pluralidad corresponde a esta característica.

  La búsqueda de la autonomía en todas sus variantes, comenzando por "independizarse" de los patrones transgeneracionales  o, mejor aún, empezando por conducirse con objetividad al respecto; o sea, valorando lo que puede mantener justificada vigencia y desprendiéndose de lo que pasa a ser fuente de obstáculos para aprender o de prácticas ineficaces.

  •   La definición de objetivos estratégicos como estructurantes de las decisiones y acciones.
  •   El reconocimiento y estudio sistemático del contexto.
  •   La conducción entendida como función generada para el cumplimiento de dichos objetivos.
  •   La vocación por el trabajo en equipo orientado al logro de los objetivos, con diferenciación de funciones, roles y tareas. Desde ya, respeta y valora por igual a ambos géneros.
  •   La articulación de la experiencia con la exploración e implementación de enfoques y políticas innovadoras
  •   La disposición a la integración y el aprovechamiento de las diferentes concepciones y opiniones que emerjan durante el desarrollo de la tarea.
  •   El reconocimiento  del conflicto como constitutivo, como intrínseco a la marcha de las organizaciones. De esta manera, los conflictos se conciben como esperables e inexorables y, también, como estímulo para desarrollarse.
  •   La percepción de los períodos ventana o de incubación de los conflictos así como la agudeza para reconocer las señales a menudo latentes. Los ruidos o interferencias, que especialistas en comunicación consideran anomalías perturbadoras, son vistos y tratados como señales, como datos para el diagnóstico. Las pequeñas variaciones casi imperceptibles son registrados como indicadores de la marcha de los procesos.
  •   La capacidad para afrontar las problemáticas en toda su complejidad y la aptitud para sustituir los dilemas por problemas
  •   La atención tanto a los procesos como a las consecuencias determinadas por la estrategia, políticas, decisiones y acciones adoptadas, sin dejarse llevar por la compulsión al logro de resultados, compulsión que desconoce tanto la propia dinámica como el contexto.

Complejidad, apertura, creatividad, búsqueda continua de las relaciones latentes que requieren ser traídas a la luz, actitud investigativa, investigación cualitativa,  caracterizan a la dirección secundarizada.
La estrategia es plenamente sintónica con este tipo de dirección o, lo que es lo mismo, la dirección secundarizada  desea la estrategia.

2.       Estrategia
Definición
Estrategia es el trazado que una conducción se propone para el logro de objetivos.
Ateniéndonos a esta definición, hacemos las siguientes observaciones:
  • La Estrategia supone una dirección o conducción, la fijación de objetivos y la articulación entre tal rol y tal tarea. Dicho por la negativa, no hablamos de estrategia si se carece de conducción y de objetivos a alcanzar.
  • Al adoptar la palabra,  "trazado" estamos estableciendo una diferencia de fondo con planificación, con programación o con conjunto de reglas y procedimientos o con cualquier tipo de estructuración rígida de conductas destinadas a la obtención de resultados.
La estrategia implica la integración del rumbo, la dirección, el conocimiento y la creatividad. Sólo sobre estas bases se pueden pensar y aplicar la programación, la planificación, las reglas y los protocolos. La estrategia se pone en juego en cada acción, en cada decisión, en cada instante. No corresponde asociar la estrategia con el largo plazo: la estrategia se practica en el corto, en el mediano y en el largo plazo.
En simultáneo el estratega expresa a la parte que dirige y la comprensión del todo. El estratega,  a la vez que conduce, a la vez que toma partido,  se ubica por encima de todos los actores involucrados para tener la mayor claridad y la mayor posibilidad de objetivación sobre la totalidad del campo que es de interés de la organización.
Consistentemente con lo que establecimos acerca de la toma de iniciativa como una de las premisas de la dirección secundarizada, la estrategia implica tal premisa. Por lo tanto, no hay estrategia cuando se adoptan tácticas o acciones reactivas; esto es, no hay estrategia cuando sólo se responde a comportamientos  del competidor u oponente. En tal caso, la iniciativa es justamente de estos últimos.
Los objetivos
De acuerdo a la dirección secundarizada  y, por lo tanto, a la concepción estratégica, los objetivos que dan pleno sentido a la organización se determinan en función de su afuera.
Esto es, los objetivos se fijan para el exterior de la organización.

Los denominamos objetivos estratégicos.

Los que complementariamente la organización se da hacia su interior son los intraorganizacionales, los cuales deben ser establecidos para asegurar que la organización alcance los objetivos estratégicos.
Si usamos una metáfora para ser más claros, diremos que un buque tiene como objetivo llegar a determinado puerto, ése es su objetivo estratégico. Su tripulación y toda su estructura, incluso sala de máquinas y tecnología, son los recursos y herramientas para que los pasajeros y la carga lleguen a puerto.
En esta unidad señalaremos que los objetivos estratégicos por excelencia son los de posicionamiento: como nos basamos en el Método Vincular, los objetivos de posicionamiento son los Objetivos de Posicionamiento Vincular.
Tales objetivos le dan a la organización y, en consecuencia a sus marca, tanto institucional como específicas, la identidad: son los que hacen que se diferencie de otras organizaciones con las cuales compite o que participan de la misma zona de interacción social, o de la mismas zonas de interacción entre oferentes y demandas (Zona O-D) o del mismo mercado.
Retomando la definición inicial decimos entonces que estrategia es el trazado que una conducción se propone para que su organización y/o sus marcas ocupen determinado o determinados Objetivos de Posicionamiento Vincular.


3.       La dirección estratégica según el Método Vincular

Considerando lo expuesto en los dos ítems previos, en éste sólo llegaremos a una conclusión:

según el Método Vincular, la dirección estratégica es la dirección secundarizada y, por lo tanto, se basa en la estrategia.

Para el Método Vincular no hay dirección o conducción sin estrategia y, viceversa, no hay estrategia sin dirección o conducción.

Dirección y estrategia están intrínsecamente articuladas.

Desde luego, nos referimos a la estrategia tal como ha sido desarrollada en esta Unidad.

Observación: cuando se cuenta explícitamente con una estrategia no sólo están dadas las condiciones para el éxito sino que también es posible detectar errores. Cuando se carece de una estrategia difícilmente el éxito sea seguro y nunca pueden encontrarse las causas de errores y de cursos imprevistos: es decir, cuando se carece de estrategia no se conocen ni las razones del éxito ni las del fracaso.


Bibliografía utilizada y sugerida
Libro
Rubén Rojas Breu. Método Vincular. El valor de la estrategia. Primera edición. Buenos Aires. Ediciones Cooperativas de Buenos Aires. 2002
Otras publicaciones
Benjamín Coriat. Los desafíos de la competitividad. Primera edición. Buenos Aires. Oficina de publicaciones del CBC UBA. 1997

Rubén Rojas Breu. Aportes de un hecho histórico a la dirección estratégica. La batalla de Queronea. Mimeo. Buenos Aires, 2011. En versiones PDF y PP.

Rubén Rojas Breu. Segmentación, posicionamiento y marca: abordaje desde el Método Vincular. Primera edición. Buenos Aires.CIAP FCE UBA. 2013

Rubén Rojas Breu. El deseo de la estrategia. Primera edición. Buenos Aires. CIAP FCE UBA.2014

Rubén Rojas Breu. Segmentación por Vínculos y Posicionamientos Vinculares. Presentación PP especialmente elaborada. 2018

Rubén Rojas Breu. Los objetivos de las organizaciones. Primera edición. Buenos Aires. Blog de Rubén Rojas Breu. 2018

jueves, 21 de junio de 2018

LOS OBJETIVOS DE LAS ORGANIZACIONES


Rubén Rojas Breu


LOS OBJETIVOS
DE LAS ORGANIZACIONES[1]



INTRODUCCIÓN: la perspectiva de análisis

En nuestra concepción las organizaciones son, ante todo, portadoras de sentido del mismo modo que la totalidad de las acciones humanas. Merecen ser conceptualizadas con la suficiente profundidad como para jerarquizarlas debidamente como objeto de estudio para evitar  incurrir en lecturas que, de tan superficiales, prácticas o descriptivas, reducen su significación. Sostenemos el carácter fundante que las organizaciones tienen en tanto están  presentes desde el comienzo mismo de la especie humana y de la vida de cada persona
Muy a menudo se considera a las organizaciones como si fueran realizaciones únicamente intencionales, que cumplen ciertas finalidades básicas y con cierto carácter eventual o de presencia acotada. Es decir, tanto por parte de la opinión común más extendida como por muchos expertos de las ciencias sociales, se tiende a circunscribirlas al estrecho universo de las que pasan por ser las “más sociales”: empresas, organismos públicos de las diversas áreas e instituciones privadas. También, de un modo más tácito que explícito, se las tiende a imaginar casi como recientes en términos históricos.
A la par y paradójicamente, se las visualiza como si fueran casi “a-sociales” en cuanto se las asocia en abstracto con la sociedad en su conjunto, como si se desconociera el carácter intrínsecamente social de lo humano y por tanto de las organizaciones. De tal manera, se las termina aislando, concibiendo casi como sistemas cerrados que, como por obligación, interactúan con contextos,  los cuales, a su vez, son pensados como estables u homogéneos.
Se incurre así en versiones y nociones de naturaleza ilusoria. Téngase en cuenta que tales nociones frecuentemente inducen a diagnósticos y decisiones inadecuadas que afectan tanto al “interior” de las organizaciones como a la relación de éstas con su entorno. Por este camino se puede llegar a falacias tales como que las organizaciones responden a objetivos tan genéricos que implican como contraparte a una sociedad en abstracto o  que nacen por obra de un acto divino o que tienen por objeto el de perpetuarse a sí mismas; falacias tales llevan a menudo a consecuencias del todo indeseables.  
Es generalizada la perspectiva equívoca que parte de pensar a la organización como si fuera una entidad aislada o aislable que emerge  por asociación voluntaria de individuos y  con independencia de los contextos que la circundan. Son puntos de vista  deudores aun de concepciones decimonónicas de lo social.


En nuestro punto de partida las organizaciones son constitutivas de lo humano[2].

La humanidad está conformada por una compleja red de organizaciones interactuantes que incluyen desde los estados, los organismos supranacionales, las empresas multinacionales hasta las familias, vecindarios y grupos de amigos.
Nada ni nadie está fuera de las organizaciones, ni siquiera el anacoreta que pueda vivir supuestamente aislado en alguna caverna ya que nació en el seno de una organización, la propia familia o algún sucedáneo, y se moldeó a través de la pertenencia a organizaciones diversas. De modo que hasta ese anacoreta, en interacción consigo mismo y con su entorno, está organizado. El célebre personaje de Defoe, Robinson Crusoe, mientras vivió en soledad en la isla perdida, organizó y estuvo organizado, aprovechando el conocimiento y experiencia adquiridos a través de las organizaciones de las cuales había formado parte a lo largo de su vida.

Al establecer esta vinculación intrínseca -o sea, de carácter endógeno- entre el carácter social de lo humano y las organizaciones estamos postulando el lugar fundante  de los Objetivos, su status de estructurantes básicos de las Organizaciones. En otra nota, veremos que tal status es compartido con la Ley.
Remitimos a nuestro artículo “Concepto de organización” en el cual establecemos el carácter fundante de la intrínseca articulación entre los Objetivos y la Ley.

Los Objetivos de la organización se dan en función del lugar que la misma ocupa en la sociedad; son, por lo tanto, deducibles. Es decir, los Objetivos son pensables y determinables según el rol que la Organización ocupa en el entramado social – y no según la intención de sus fundadores, directores o responsables -. Ciertamente, quienes dirigen una organización se proponen alcanzar resultados o metas, que el análisis particular de cada organización habrá de evaluar hasta dónde o de qué modo coinciden con los Objetivos.
A lo que aspiran quienes tienen responsabilidad de conducción lo llamamos  propósitos; reservamos la denominación Objetivos para referirnos a lo que la Organización debe cumplimentar en el seno de la sociedad de la cual forma parte.
En resumen, los propósitos  devienen de lo que quieren los responsables o miembros;  los Objetivos son “objetivamente”[3] de la organización.  Es habitual que los propósitos  entren en colisión con los Objetivos una organización.
Mientras los propósitos son conscientes y se declaman, los Objetivos son materia de estudio e interpretación y, habitualmente, no están espontáneamente en el campo de la conciencia de los responsables de una organización. Es a través de la investigación, la cual implica siempre interpretar, que se deducen tales Objetivos.
Las grandes organizaciones cuentan con sus declaraciones de principios y, a menudo, definen lo que dan en llamar su “misión y su visión”. Desde ya decimos que estos dos últimos términos carecen de sustentabilidad científica y, por lo tanto, no los convalidamos. Tales declaraciones de principios frecuentemente poco tienen que ver con los Objetivos que la organización efectivamente cumplimenta.


LOS OBJETIVOS DE LAS ORGANIZACIONES

Si las organizaciones no se materializan sino a través de la humanidad y para ésta las organizaciones son constitutivas, se deduce que los Objetivos de una organización están ante todo determinados por su inscripción en el entramado social que integra.
Las organizaciones no resultan simplemente de asociaciones de “individuos”[4] que se reúnen conscientemente para materializar aspiraciones también conscientes. Por el contrario, las organizaciones nacen en el seno de una red de organizaciones: innumerables organizaciones ya están funcionando al momento en que otras organizaciones emergen, las cuales se integran de variadas maneras a tal red. Su sentido primordial está más allá de la organización misma: está en el servicio que habrá de prestar a la configuración social de la que forme parte y, en particular, a la red de organizaciones que integre.  
De tal modo, los Objetivos Estratégicos  de una Organización son los que la misma cumple - más allá de la conciencia e intencionalidad de sus miembros- dentro de su contexto o hacia la sociedad.

Los Objetivos Estratégicos en toda organización se definen en función de su lugar en la configuración social que integra, en la cual dos son los ámbitos a considerar:
  

  • La comunidad

  •  La zona de interacción entre oferentes y demandas en el sentido más abarcador de estos términos. [5]


Ahora bien, para el cumplimiento de los Objetivos Estratégicos la organización debe imponerse a sí misma pautas, configuraciones, tareas y normas que le permitan operar en  la dirección por ellos fijada: de tal manera, también habrá de proponerse Objetivos hacia la organización propiamente dicha (“el adentro” de la Organización) a los que llamaremos Objetivos Intraorganizacionales..

Surgen dos problemáticas:


  •   La primera tiene que ver con el particular perfil que los miembros, especialmente los fundadores, de una organización presentan y expresan como para guardar congruencia con el rol que la misma va a cumplir o cumple en el seno de la configuración social que integre.

  • La segunda alude a las adecuaciones que los grupos y miembros integrantes de la organización hacen conscientemente para que los Objetivos Estratégicos y los Objetivos Intraorganizacionales alcancen el máximo grado de compatibilidad posible. Los miembros de cualquier organización proceden de otras, siguen participando también de otras y, además, aspiran aun a otras: por tanto, sus pertenencias previas, paralelas y ambicionadas inciden en su comportamiento en la organización en cuestión condicionando el modo en que se van a vincular con la misma y, particularmente, con los Objetivos que tiene que cumplir.


Los Objetivos Estratégicos

Reiteramos, son los que la organización cumple en su afuera, en su exterior, en el seno de lo social en sentido amplio, en la red de organizaciones que la humanidad y cada ámbito en que ésta se particulariza.


Dos niveles de Objetivos Estratégicos podemos recortar para cada organización:

1. El nivel correspondiente a los Objetivos que hacen al genérico al cual la organización pertenece. Así por ejemplo, si se trata de un hospital estos objetivos pueden ser el de la asistencia, la prevención, la docencia y la investigación a los efectos de promover, garantizar y preservar la salud. Si se trata de una empresa, el objetivo genérico será el de la obtención de lucro a través del dominio de un tipo de negocio o de negocios. A estos llamamos entonces Objetivos determinados por el genérico al que pertenece la organización.

2. El nivel correspondiente a los Objetivos que hacen a la especificidad de la organización en cuestión. Estos Objetivos son exclusivos de cada organización. Cada organización tiene sus Objetivos Específicos, los cuales son más determinantes que los correspondientes al genérico.
No hay dos organizaciones que tengan los mismos Objetivos Específicos con respecto a la sociedad, a la comunidad, a su área de interacción o a su mercado.
Se trata de los Objetivos que confieren el sentido pleno a la organización y que están directamente relacionados con su identidad.


Dos tipos de Objetivos Específicos definen a cada organización:

A.      El Objetivo de Posicionamiento, que es el que expresa la posición relativa que la organización ocupa o debería ocupar en la sociedad. Basándonos en la creación de este autor, el Objetivo de Posicionamiento es un Objetivo de Posicionamiento Vincular.
Es lo que diferencia a la organización respecto de otras que participan del mismo genérico. De este modo, establecer un Posicionamiento Vincular implica inexorablemente  hacerlo siempre en base al análisis comparado de dos o más organizaciones.
Con relación a este tipo de Objetivo es que debemos considerar la identidad institucional  y, por supuesto, la imagen institucional.

B. El Objetivo de Desempeño, o sea la participación y penetración que una organización puede aspirar a alcanzar objetivamente, análisis mediante. Nos referimos a las metas que hacen a qué porcentaje de mercado, o qué caudal electoral, o qué respuestas de sus feligreses, o qué tasas de alfabetización, etc.

Desde ya, ambos tipos de Objetivos en lo concreto están imbricados, estrechamente interrelacionados: el análisis, la docencia o la elaboración de estrategias y toma de decisiones nos obligan a disociarlos. Entre ambos tipos de Objetivos hay naturalmente sinergia, se potencian o se debilitan unos a otros.

Los Objetivos Intraorganizacionales

Los Objetivos Intraorganizacionales se refieren a los que la organización objetivamente,  también deducibles, se le imponen para el cumplimiento de su rol: o sea, se trata de los referidos hacia el “interior” de la organización.
Estos Objetivos se centran en el diseño organizacional a alcanzar, en las políticas a seguir para las distintas áreas de incumbencia y con los distintos sectores, áreas y grupos integrantes y en el mejor aprovechamiento de la cultura organizacional. *




Bibliografía

Rojas Breu, Rubén (2002): Método Vincular. El Valor de la Estrategia. Ediciones Cooperativas de Buenos Aires

Rubén Rojas Breu (2011): Aportes de un hecho histórico a la dirección estratégica. La batalla de Queronea. Mimeo. Buenos Aires, 2011. En versiones PDF y PP.
Rojas Breu, Rubén (2014): El deseo de la estrategia. CIAP FCE UBA, Buenos Aires.

Rojas Breu, Rubén(2018): El concepto de organización. Publicación en blog de Rubén Rojas Breu








[1] Este artículo tiene su antecedente en uno de autoría compartida con Jorgelina Aglamisis “Los Objetivos y la Ley como estructurantes básicos de las organizaciones” el cual se publicó como ficha de la cátedra “Teoría y comportamiento organizacional”, carrera Relaciones del Trabajo, Facultad de Ciencias Sociales UBA en el año 2000.
[2] Ver el artículo “Concepto de organización”
[3] Esta redundancia es intencional y pretende estar dotada de pleno sentido.
[4] Ya hemos señalado en diversas publicaciones, clases y conferencias que la noción de individuo es obsoleta y carece de sustento epistemológico.
[5] Abreviamos zona O-D cuando se trata de la interacción entre oferentes y demandas de los campos social propiamente dicho y político. El“mercado” es un tipo específico de  interacción entre oferentes y demandas el que vincula a las empresas que comercializan productos, bienes o servicios con clientes, consumidores y usuarios. Se desprende que nuestro concepto de mercado difiere sustancialmente del de los usos en boga.
* Puede ampliarse este punto con los autores que abordan este espectro de cuestiones.