Rubén Rojas
Breu
LA LEY COMO
FUNDANTE
DE LA
ORGANIZACIÓN HUMANA
De qué trata este artículo
Nos ocuparemos aquí de que
entendemos por Ley y, sobre tal base, qué son las leyes y cuál su rol en los
comportamientos humanos en general y de las organizaciones en particular.
Desde ya, el tratamiento de
este tema habrá de escapar a todos los moldes, a todo lo que habitualmente se
entiende por Ley y por leyes; veremos por qué.
Antes de ingresar de lleno
en tal medular tema, recordaremos nuestro concepto de organización y los
objetivos de las organizaciones; ambos temas pueden verse en su detallada
exposición en este mismo blog así como en publicaciones que allí se citan[1].
Concepto de organización
La Organización es el modo en que los grupos encaran
Objetivos e interactúan con la Ley a través de conductas que corresponde
interpretar en el marco de la intersección entre el registro manifiesto y el
registro latente.
Como vemos, traemos a colación el concepto de
organización porque en el mismo damos como fundante de ésta a la Ley. Asimismo,
reiteramos que la palabra “interactúa” es clave ya que las organizaciones de
toda índole –así como las personas- no necesariamente se conducen de acuerdo a
la Ley o las leyes pero sí siempre interactúan con las mismas.
Objetivos de las
organizaciones: cuadro sinóptico
Aclaremos que, para
nosotros, un posicionamiento lo definimos de acuerdo con el Método Vincular
(Rubén Rojas Breu, 1980): es decir, un Posicionamiento es lo que como tal
define dicho Método. Remitimos a la Matriz de Posicionamientos Vinculares así
como a los desarrollos del Método en torno a la cuestión.
La Ley
Con similitudes y
diferencias, con argumentos sustentables que conviven con otros controversiales,
diferentes autores, creadores de escuelas y de teorías de alta complejidad,
coinciden en otorgar al llamado “tabú del incesto” el carácter de fundante de
la cultura, la cual en nuestra concepción es como decir fundante de lo humano.
En esa constelación de
autores brillan, particularmente, Freud, sobre todo por sus desarrollos
primordiales para el psicoanálisis en torno al complejo edípico, y Lévi-
Strauss, especialmente con su tesis del avunculado. Dos textos insoslayables y
de notoria trascendencia de sendos autores se ocupan del mencionado tabú: Tótem y tabú por parte del creador del
psicoanálisis y Antropología estructural del
antropólogo francés.
Ambos, así como otros que
aportaron a esta cuestión de alta complejidad y máxima relevancia, partieron de
una u otra manera de una organización que estructura a nuestra especie: la
familia.
Nuestro punto de vista va a
ser otro, el cual puede considerarse complementario o alternativo, lo cual es
irrelevante a los fines de lo que expondremos acá.
Nuestra mirada parte de la
génesis de lo humano, de la génesis de la cultura, de la génesis de la
organización de acuerdo a la premisa de los nexos intrínsecos entre estas tres materias.
Es decir, lo humano, la
cultura o la organización no se originan a partir de la familia sino que por el
contrario ésta es la consecuencia de tal tríada. Los humanos no lo somos por
nacer en estado de indefensión sino por el contrario: porque somos humanos
nacemos en estado de indefensión.
Dicho de otro modo, nos
constituye lo social en el más amplio sentido de la acepción. Si tratamos, como
hicieron tales autores, de elaborar hipótesis o de poner en juego la
imaginación para dar cuenta del origen de la cultura, decimos que las primeras familias nacieron en el seno de
una red de organizaciones de parentesco así como del complejo entramado que las
articulaba lo cual suponía otras organizaciones intervinientes: por ejemplo,
las que hacían factible el alimento, el abrigo, la asistencia recíproca, el
combate, la producción por precaria o elemental que fuese. Esto es así aun
cuando se diera en el marco de las propias familias, de las gens o de los clanes.
Cuando hablamos de la Ley,
en singular y con mayúscula inicial, nos referimos a la que se asocia con el
tabú del incesto.
Ahora bien, el tabú del
incesto supone la familia y, por lo tanto, el mítico asesinato del padre
primordial por parte de la fratria se da cuando ya rige tal tabú, lo cual nos
aleja de la tesis freudiana. No habría familia sin tal prohibición.
Nuestra lectura sobre el
origen de la humanidad invierte los términos: no es básicamente la prohibición
del incesto lo que la funda sino lo que denominamos la Ley por excelencia, a la
cual bautizamos Ley de la institución exogámica.
Obviamente,
consistentemente con tal título, dicha Ley implica la prohibición de los
vínculos incestuosos pero en su formulación ponemos el acento acerca de que la
humanidad surge instaurando la relación con el otro o con la otra, con el ajeno
o con la ajena, con lo no primariamente conocido, con lo otro.
Como la organización es
también constitutiva de nuestra especie como tal, la Ley de la institución
exogámica genera las organizaciones humanas y, entre ellas, las familias.
Si no se hubiera instituido
lo exogámico a manera de una regulación de las organizaciones humanas, no
habría humanidad.
No estuvimos ahí, no
estuvimos en el momento en que la humanidad nació como para dar testimonio de
lo que exponemos: no es esto una humorada sino una apelación a la retórica para
señalar que sólo a través de las consecuencias – y no del origen o de las
causas – podemos afirmar lo que estamos afirmando.
Los humanos, a diferencia
hasta de la especie animal más evolucionada, ya desde los tiempos prehistóricos
más pretéritos, se fue desarrollando hasta lograr un grado de complejidad
prácticamente ilimitado. Suponemos entonces que la estimulación de la
interacción con las otras, los otros y lo otro es lo que no sólo nos separa de
las especies animales sino lo que dio lugar a que alcanzáramos tal grado de
complejidad.
Aclaremos al pasar que,
desde luego, distintas formaciones humanas, o distintas culturas, tribus,
clanes o agrupaciones, tienen diferentes modos de entender la estimulación de
la exogamia (lo cual, reiteramos, implica la prohibición del incesto), pero eso
sólo tiene valor incidental; por otra parte, a esta altura de los tiempos,
prácticamente toda la humanidad asume como prohibición de hecho, aun cuando no
se halle legislado, el vínculo sexual entre madres y padres con hijos e hijas y
aún entre hermanas y hermanos.
Las prácticas incestuosas
instituidas en la antigüedad, casi únicamente reservadas, imaginariamente a
diosas y dioses, y en lo real al máximo nivel jerárquico de una sociedad
determinada – nivel jerárquico que se suponía de ascendencia divina-, se
justificaban en garantizar la pureza de sangre; por otro lado, paradojalmente,
testimonian la prohibición toda vez que la excepción demostraba la existencia
de la regla.
Reiteramos entonces: la Ley
de la institución exogámica establece que toda forma de organización humana
tiende a vincularse con otras organizaciones. La familia es un caso particular
de organización.
Esa vinculación,
obviamente, supone intercambio lo cual, a su vez, implica el intento de saber cómo
es el otro, la otra, lo otro; implica que cada organización se preocupe por
interiorizarse, de alguna manera, sobre lo que le es ajeno y con lo cual habrá
de interactuar.
Así planteado vemos que se
da una conexión intrínseca entre la estimulación de la exogamia y la producción
humana en todas las áreas: la procreación,
el trabajo, el comercio, la
política, las instituciones, la guerra y también el conocimiento y el arte.
La Ley de la institución
exogámica supone, además y fundamentalmente, la premisa de la terceridad.
Es decir, al implicar la interacción entre ajenos instala la figura del tercero
como regulador. Dicho de otro modo, si dos clanes, dos familias, dos tribus o
dos poblaciones han de interactuar, pacífica u hostilmente, a algún tipo de
normativa y/o a algún tipo de arbitraje debe apelarse para que tal interacción
se dé. Si no hay normativa o arbitraje es porque no hay interacción entre
distintos.
Una organización se define
en función de la existencia de otras: sin cotejo no hay identidad. Dicho de
otro modo, una organización lo es porque existen otras, desde luego diferentes
de ella, que le otorgan por tal diferenciación su perfil específico, su propio sello.
Si nos remitimos nuevamente a la familia sabemos que una organización de este
tipo resulta de la unión de dos familias antecedentes, unión que resulta del
enlace de un miembro de una con el de otra.
De esta manera, desterramos
la idea de que hubo una y sólo una familia inicial o sólo una agrupación de
alguna índole: al constituirse la humanidad emergen en simultáneo diversas
organizaciones que afrontan algún tipo de interacción. Esa interacción es
estimulada a fin de asegurar la proyección de cada organización, sea con la
finalidad de acumular poder sobre la naturaleza, sobre otras organizaciones o
sobre la naturaleza y otras organizaciones a la vez. Con esto expresamos
también que el encierro endogámico debilita, inhibe de toda posibilidad de
desarrollo y he ahí la raíz de la estimulación exogámica: propender al
crecimiento, al avance sobre lo que hay que domesticar y/o sobre lo que hay que
superar para facilitar tal propensión. Entonces, la tesis de la familia inicial
única, a la manera del Génesis de la Biblia, es una falacia cuya inconsistencia
en fácilmente demostrable. De hecho la misma Biblia testimonia esta
inconsistencia al relatar que Caín, desterrado por Dios, llega a la tierra de
Nod donde crea su propia familia, sólo posible por haberse encontrado con otra
u otras que allí habitaban (¿Lilith, quien habría sido amante o pareja de
Adán?).
También plantear las cosas
de esta manera derrumba la creencia en una ley del padre, que no es más que una
amañada versión supuestamente psicoanalítica de una formulación teológica. Finalmente el “Padre”
en los marcos de la religión no es otro que Dios que, aun cuando sería
asexuado, incoherentemente se lo asocia con la masculinidad.
La llamada “ley del padre”
supone la creencia en la familia primordial y mira desde una organización en
particular a lo humano cuando la perspectiva debería hacerse desde el punto de
vista opuesto: o sea, mirar a la familia y cada organización desde lo humano en
su totalidad o, si se prefiere, desde la humanidad como tal aun en sus estadios
iniciales.
Supone también una
concepción patriarcalista por la cual la instauración de la ley es atributo
paterno mientras que a la madre se la envía a la indiferenciación respecto del
hijo, a una suerte de simbiosis, de la cual se la arranca por obra de la
intervención de la figura paterna. No nos extenderemos acá en torno a la falta
de acabada sustentabilidad de lo que se da en llamar las funciones paterna y
materna. Sólo diremos que la postulación de una “ley del padre” junto con la
clasificación función paterna / función materna implica la sobrevaloración del
varón y la infravaloración de la mujer, la afirmación de la masculinidad en
desmedro del de la femineidad. Si a eso se agrega la sentencia “la mujer no
existe”, basada en enrevesados argumentos, no podemos negar el carácter
francamente machista de todos estos “razonamientos”[2].
En conclusión: la Ley
de la institución exogámica es constitutiva de lo humano, fundante de
la organización humana y, al mismo tiempo, fundada en la organización humana.
Es decir, dicha Ley y la organización humana son congénitas.
A partir de la Ley de la institución exogámica
Sobre la base de la Ley
de la institución exogámica surge, acorde con lo desarrollado hasta
acá, toda la dinámica del comportamiento humano y, también, emergen las
distintas áreas que hacen al mismo.
En este artículo nos vamos
a dedicar sólo a algunas que nos parecen básicas:
- El conflicto radical entre las tendencias a la primarización (Pn) y a la secundarización (Sn)
- El conocimiento científico
- Las leyes
No nos olvidamos de otras
áreas de similar relevancia a las citadas tales como la política, la
producción, el trabajo, el arte, la filosofía, etc. Pero si nos abocamos a
todas ellas, en lugar de un artículo, estaríamos escribiendo un tratado. Por
otra parte, de esas áreas, sobre todo de la política, nos ocupamos en otros
textos o lo haremos en la medida que vayan abriéndose paso como temáticas a
profundizar.
Primarización vs. secundarización
Los conceptos de
primarización y de secundarización son pilares en mi creación, el Método
Vincular. Así que para su lectura en profundidad remito a mi libro Método Vincular. El Valor de la Estrategia así
como a otras publicaciones, algunas de las cuales se encuentran en este mismo
blog.
Acá voy a atenerme a la
intrínseca vinculación que tienen con la Ley de la institución exogámica.
Las organizaciones humanas
hacen con la mencionada Ley, la cual, nace con las organizaciones humanas. Ya
habrá quedado en claro que, para nosotros, lo humano, la humanidad y las
organizaciones humanas son términos equivalentes ya que la humanidad está
organizada y es, al mismo tiempo, un conjunto ilimitado de organizaciones y
que, por lo tanto, no puede escindirse lo humano de la organización.
El punto que acá queremos
señalar es que dada la institución exogámica, surge, también congénitamente con
ella, una conflictiva básica que está dada por dos tendencias antagónicas en
términos del comportamiento; en términos de la lógica, hablaríamos de una
antítesis primordial.
Una de tales tendencias es
la que induce a la regresión a la endogamia.
Puede parecer que
incurrimos en inconsistencia, ya que hemos afirmado insistentemente que no hay
organización humana sin institución exogámica.
Sin embargo, afirmamos tal
tendencia. ¿Por qué? No porque la endogamia como tal sea antecedente ni
factible sino porque la tomamos como una modalidad virtual de agrupación. Quizá
quede más claro que la regresión a la endogamia o su retorno virtual es, en
rigor, el modo de expresar la resistencia a la exogamia.
La institución exogámica
es, por demás, exigente: obliga a considerar a las otras, los otros y lo otro
como diferentes y respetarlas o respetarlos al mismo tiempo, obliga a aceptar
el límite, obliga a reconocer la premisa de la terceridad en sus distintas
formas, obliga, y sobre todo obliga, a interactuar con la Ley y con las leyes.
Así que llamamos tendencia
endogámica, o regresión a lo endogámico o retorno de lo endogámico, al conjunto
de comportamientos que rehúyen las exigencias de la institución exogámica. Esto
implica la búsqueda de refugio en el adentro conocido, en la repetición, en el
encierro supuestamente contenedor.
En apretado resumen, eso es
la primarización (Pn) según el Método Vincular.
La otra tendencia es la que
impulsa al reconocimiento de la exogamia.
En este caso hay
reconocimiento de las otras, los otros, el otro, hay intercambio, hay
aceptación de los límites, hay valoración del tercero, hay disposición a
interactuar con la Ley y con las leyes. Aquí se da la plena valoración del
conocimiento, la búsqueda de lo innovador, la mirada en el afuera, la
organización dirigida hacia los objetivos estratégicos y la vocación por la
estrategia.
En pocas palabras, esto es
la secundarización (Sn) según el MV.
En conclusión: dada la Ley,
o sea la Ley de la institución exogámica, emerge en simultáneo un antagonismo
que atraviesa la historia de la humanidad, el antagonismo entre el retorno
mítico de la endogamia y la vocación por la exogamia, entre la primarización y
la secundarización.
El conocimiento científico
Si bien en este punto nos
centramos en el conocimiento científico, lo que fundamentaremos acá vale
también para el trabajo, el arte y todo
lo que constituye la cultura entendida como el conjunto de las producciones
humanas.
La institución exogámica al
propender al reconocimiento de lo diferente, a la interacción con lo ajeno, a
la distinción entre cualquier manifestación del sí mismo y lo que no lo es,
propicia el conocimiento; para nosotros, el conocimiento validado, fiable, se
enmarca en la ciencia como genérico y las ciencias como especificidades.
El conocimiento científico
implica permanentes rupturas respecto de lo instituido, respecto de lo que se
da por ya sabido. Implica explorar, contravenir creencias, saltos epistemológicos,
sustitución de lo convenido por lo denegado, reemplazo de la ingenuidad o de la
renegación por lo que “debería haberse pensado” al decir de Bachelard. Y,
siguiendo con este mismo científico, la ciencia supone vencer los “obstáculos
epistemológicos”.
De tal manera, de nuevo,
desde otra perspectiva respecto de las que son habituales, podemos recurrir a
la alegoría de la caverna de Platón: el conocimiento implica salir del encierro
endogámico para abrirse camino hacia la inicialmente enceguecedora o desconcertante
pero finalmente luminosa senda de la ciencia. El afuera de la caverna simboliza
el territorio exogámico, único territorio en el cual el conocimiento científico
es posible.
Las leyes
También en este punto vamos
a tomar un derrotero sorprendente o desconcertante.
Para empezar, la Ley – la
Ley de la institución exogámica – es la madre de todas las leyes. La
interacción a la que impulsa la institución exogámica impone la premisa de la
terceridad, el protagonismo del tercero en todas sus variantes.
Esa imposición estimulante
da lugar a la generación de leyes que regulen la interacción entre naciones y
estados, entre organizaciones de todo el espectro, entre grupos y personas.
En este plano ubicamos a lo
que habitualmente se da en llamar leyes: las leyes jurídicas.
Pero las leyes jurídicas
son sólo un subconjunto, frecuentemente sobreestimado, de la totalidad de las
leyes que nos rigen.
Esa totalidad incluye a las
que son descubiertas o formuladas por las ciencias así como por la acción
política.
Las Ciencias de lo Natural
y las Ciencias de lo Humano son inacabables conjuntos de leyes, en su extensión
y en el curso del tiempo; contienen leyes determinantes del comportamiento de
la humanidad y las organizaciones que la componen (y, por supuesto, de las personas
mismas).
En mis clases, al
desarrollar este punto, siempre hago a mis alumnos una pregunta que puede
parecer trivial o académicamente precaria: ¿prefieren, como pasajeros, que quienes fabrican aviones tengan más en
cuenta a las leyes impositivas o a la ley de la gravitación universal de Newton
y el principio de Bernoulli? Deduzco la respuesta de la lectora o del lector.
Además, y justamente, las
leyes jurídicas suelen ser puestas en crisis, y cotidianamente, por
intervención de las leyes de las matemáticas, la física, la química, la
biología, la sociología, la antropología, la política, la psicología, la
economía, la lingüística, etc.
Conclusiones
La Ley de la institución exogámica
es la fundante de lo humano y, por lo tanto, de la organización humana y
las organizaciones humanas. Y, al mismo tiempo, vale la afirmación inversa: tal
Ley es fundada por la organización humana.
Ley de la institución
exogámica y organización humana son, entonces, congénitas.
El imperio de la Ley de la
institución exogámica desata la conflictiva básica que atraviesa la historia:
primarización – o retorno mítico de lo endogámico – versus secundarización – o vocación por lo exogámico -.
La institución exogámica es
también la raíz, el origen del conocimiento científico así como la generadora
de las leyes.
Cuando hablamos de leyes
incluimos a las que habitualmente se considera como tales, esto es las leyes
jurídicas, como también las que son generadas por las ciencias.
Esto último significa que
la acción política, gobiernos y estados, la totalidad de las organizaciones,
sus direcciones, no sólo deben tener en cuenta las constituciones y leyes jurídicas
para sus diagnósticos, tomas de decisiones y diseño de estrategias, sino
también las leyes sustentadas por las Ciencias de lo Natural y las Ciencias de
lo Humano.
De tal manera, en este
texto hemos articulado dimensiones habitualmente aisladas, inconexas,
inconsecuentes: hemos articulado la Ley, la conflictiva básica de lo humano, el
conocimiento científico y el amplio espectro de las leyes.
Bibliografía
Bachelard, Gastón (1979): La formación del espíritu científico. México.
Siglo XXI
Freud, Sigmund(1976): Tótem y
tabú. Buenos Aires. Amorrortu
Lévi-Strauss, Claude (1977): Antropología
estructural. Buenos Aires. EUDEBA
Rojas Breu, Rubén (2002): Método Vincular. El valor de la estrategia.
Ediciones Cooperativas de Buenos Aires
Rojas Breu, Rubén (2014): El deseo de la estrategia. Buenos Aires.
CIAP FCE UBA
Rojas Breu, Rubén (2018): Concepto de organización en este blog
Rojas Breu, Rubén (2018): Los objetivos de las organizaciones en
este blog
[1] Recordemos que parcialmente son de
autoría compartida con Jorgelina Aglamisis
[2]
Nos referimos, desde luego y
sobre todo, a elucubraciones del psiquiatra francés Lacan. Debo aclarar que no
sólo este psiquiatra y sus seguidores incurren en estos discutibles razonamientos.
El propio Freud abona en alguna medida a los mismos, pero hay que tener en
cuenta que es nada menos que el creador del psicoanálisis, obra monumental e
imprescindible para el conocimiento científico de lo humano y que el genial
austríaco estuvo, como lo estamos todos, hasta cierto punto condicionado por su
contexto. Digo “hasta cierto punto” porque queda claro que su producción superó
en gran medida las limitaciones de su época.
Por otra parte, psicólogas, psicólogos y
psicoanalistas, incluso intelectuales de otras Ciencias de lo Humano, de la
Argentina y de otras latitudes, participan de las peregrinas elucubraciones a
las que aludimos en el comienzo de esta nota al final. Es deseable que, al menos,
se las cuestionen aun cuando terminen concluyendo en que son válidas.
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