martes, 24 de julio de 2018

LOS AXIOMAS DEL MÉTODO VINCULAR



Rubén Rojas Breu
LOS DIEZ AXIOMAS DEL MÉTODO VINCULAR
 
Concepto de axioma según el Método Vincular

Según la Real Academia española uno de los significados de la palabra axioma es: “cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría.”
También puede definirse axioma como una proposición asumida dentro de un cuerpo teórico sobre la cual descansan otros razonamientos y proposiciones deducidas de esa premisa.
Llamamos axioma según el MV a cada uno de los principios fundamentales sobre los que se asienta el mismo.
Son demostrables, pero los adoptamos como puntos de partida indiscutibles en la medida que hacen falta para sustentar todos los desarrollos teóricos del MV. Dicho metafóricamente, son los cimientos del edificio.
La totalidad de los axiomas conforman un sistema: esto es, están todos intrínsecamente interrelacionados de modo tal que cada uno se comprende por su vinculación con los restantes.
Si bien, para enunciarlos y describirlos se lo hace en forma separada, cabe reiterar que todos y cada uno de los axiomas se sostiene por su articulación.


 Axiomas del Método Vincular
Primer axioma
El concepto de deseo es el fundamento del Método Vincular
El deseo según el Método Vincular difiere de todas las acepciones habituales, tanto de las diversas disciplinas como de las vulgares, difundidas o comunes. Es decir, definimos deseo en el marco referencial que genera y en el que se apoya el Método Vincular.
Para el MV el deseo es inherente al vínculo entre oferentes y demandas.
Esto quiere decir que no existe el deseante sin lo deseado o lo deseable; y, viceversa, no existe lo deseado o lo deseable sin el deseante.
El deseo es la articulación intrínseca de dos aspiraciones inconscientes que se dan al mismo tiempo tanto por parte de la demanda como por parte de los oferentes,  saber:

  • A la vivencia de plenitud o, lo que es lo mismo, de la perfección total = imagen ideal de sí. 
  • A la sensación de dominio total sobre los otros y sobre lo demás = el poder.

Por ejemplo, un consumidor busca sentirse, inconscientemente, al mismo tiempo dotado de toda perfección y en posición de superioridad o dominio sobre los demás. Por su parte, un producto, servicio, propuesta, programa o lo que fuese ofrecido busca mostrar perfección y asegurar su superioridad o dominio sobre todo aquello con lo que compita; por supuesto, el producto, servicio, propuesta, programa o lo que se ofrezca son concreciones de los oferentes.
Observaciones:
En el libro de este autor, Rubén Rojas Breu: Método Vincular. El Valor de la Estrategia,  se los denomina “postulados”.
Actualmente optamos por la denominación “axiomas” para enfatizar el carácter de premisas inexorables.
También en tal libro se enuncian y describen ocho postulados o axiomas. Acá, justamente por motivos de actualización, se suman dos: el primero y el sexto.


Segundo axioma
El Ideal es el referente primordial
En todo proceso de interacción entre oferentes y demandas operan ideales como referentes a los que calificamos de primordiales: es decir, de constitutivos o fundamentales. Tales ideales son inconscientes y deben ser detectados por vía de la investigación cualitativa.
Hay ideales de lo que se ofrece y de lo que se demanda. El que demanda –cuando consulta, contrata, adquiere, vota, usa, consume, etc. – tiene un ideal al que aspira.
El que ofrece –cuando propone, impulsa, vende, publicita, etc. – tiene también un ideal a alcanzar; se guía por la imagen del ciudadano, votante, cliente, usuario, consumidor o cualquier otro ideal de algún tipo de demanda.

Tenemos así ideales de organizaciones, propuestas, programas, servicios, bienes, productos y también ideales de ciudadanos, electores, clientes, usuarios, consumidores: ambas listas son abiertas a un amplio espectro. Más aún, tenemos ideal de país, ideal de gobierno, ideal de sociedad, ideal de poblaciones, etc.
Un ejemplo simple: una mayonesa que se ofrece en el supermercado se elaboró sobre la base de lo que sería una mayonesa ideal para un consumidor ideal; la clienta o el cliente eligen una determinada mayonesa con la esperanza de que la misma sea la ideal para un consumo ideal.
Ahora bien, para cada segmento tanto de los oferentes como de la demanda el ideal es distinto; es decir, hay tantos ideales en cada rubro como segmentos de la demanda y de la oferta existen.


Tercer axioma
La Segmentación por Vinculos de oferentes y demandas es constitutiva
Ya en la unidad 1 establecimos que tanto la oferta, o sea el conjunto de oferentes, como la demanda son heterogéneas. Esto quiere decir que tanto dentro de la oferta como dentro de la demanda hay una variedad inacabable de diferentes concepciones, comportamientos, actitudes, expectativas, de modos de interactuar, etc.


Dicho de otra manera, el conjunto de las organizaciones, las poblaciones, las sociedades, son heterogéneas.
Establecimos también que la Segmentación por Vínculos entre oferentes y demandas es el modo de sistematizar tal heterogeneidad.
Por lo tanto, la Segmentación por Vínculos de oferentes y demandas es constitutiva; esto quiere decir que en toda zona O-D o en todo mercado, se trate del sector o rubro del que se trate, vamos a encontrar segmentación por vínculos y que vamos a partir de la segmentación por vínculos.


Cuarto axioma
La demanda es una pluralidad de sujetos
La demanda se expresa a través de los sujetos de demanda (=Sd). Ya dijimos que la demanda es heterogénea y que por eso, la segmentamos.
La demanda, según los casos, son organizaciones, grupos o personas (de todos modos, hay que tener en cuenta, que, rigurosamente, son siempre organizaciones ya que todo grupo o persona pertenece a una o más organizaciones).

Para facilitar la comprensión, consideremos únicamente a las personas. Cada persona es en sí misma heterogénea: está conformada por un amplio espectro de sujetos. Así que una persona NO es un sujeto (aunque habitualmente se habla de personas, “individuos” y sujetos como si fueran lo mismo).
Una persona está habitada por innumerables sujetos que podemos sistematizar del modo siguiente, diciendo que en una misma persona conviven:

4  Distintos status o posiciones sociales: madre o padre, hijo/a, jefa/e de hogar, familiar, amiga/o, ejecutiva/o, trabajador/a, empresario/a, profesional, estudiante, etc (en cada
persona se dan algunos de estos roles a la vez).
4  Distintos roles: ciudadanos, votantes, dirigentes, clientes, usuarios, consumidores, etc.

4  Distintas concepciones respecto de la moral, la política, la sociedad, la religión, la ciencia, la educación, la salud, etc. Esto es así, al punto de que una misma persona puede ser indiferente en política, innovadora en educación, conservadora en la moral, etc.

Apelando a un fácil ejemplo: la misma persona, Juan, puede decidirse por el candidato político progresista, ser a la vez muy tradicionalista en lo moral, y dejarse llevar por la búsqueda del mayor placer en el consumo de bebidas. En la persona Juan conviven, según el ejemplo, por lo menos tres sujetos: el progresista, el tradicionalista y el hedonista.
Lo que acabamos de decir de una persona vale también para un grupo o una organización: siempre hay heterogeneidad y, por lo tanto, sujetos diversos.


Quinto axioma
La oferta (o los oferentes) es una multiplicidad de objetos
También ya sabemos que la oferta, o el conjunto de oferentes, es heterogénea y vale lo mismo que dijimos para la demanda. Entonces todo lo que se ofrece, cada “algo” que se ofrece es heterogéneo: decimos entonces que cada propuesta, candidato, programa, servicio, bien, producto o lo que sea que se ofrezca es una multiplicidad de objetos.
Ilustrando con algunos aspectos, un “algo” que se ofrece puede ser apreciado, valorado o adoptado según ángulos diferentes. Seleccionamos algunos de tales ángulos:

·  Por su capacidad para generar placer
·  Porque se asocia con prestigio
·  Porque representa valores o tradicionales o modernos
·  Por su utilidad
·  Otros, etc.


Ejemplifiquemos: una mayonesa puede ser vista como un alimento rico, como un untable, como un aderezo, como el componente de una guarnición, como un ingrediente culinario de alta cocina y hasta, por su presentación, como un elemento decorativo en la mesa.
Distintas situaciones y distintas/os consumidoras/es determinarán cuál de todos esos objetos coexistentes en una mayonesa es el seleccionado.


Sexto axioma
Toda demanda y cada miembro de la misma así como toda la oferta y cada oferente integra una organización
Aunque sea a menudo imperceptible a simple vista, los humanos integramos organizaciones desde, incluso, antes de nacer y a lo largo de nuestra vida; por supuesto, entonces a toda hora.
Familia, estado y sus diversos organismos,  instituciones de la salud, instituciones educativas, ONGs, empresas, todos los cultos religiosos, partidos políticos, gremios, clubes y grupos de amigos son organizaciones. Y pueden sumarse más tipos de organizaciones.
Como tales, tienen objetivos (a menudo, tácitos), organigramas, distribución de tareas y roles, sistemas normativos, modalidades de comunicación propia y todo cuanto constituya un componente o sustento de una organización.
Por lo tanto, oferentes y demandas están insertos en organizaciones de las cuales participan activamente.
De tal manera todo lo que se ofrece es producto de alguna organización y todo el que demanda integra una organización. Propuestas, programas, noticieros, series, películas, bienes, servicios, productos de todo tipo y cuanto se espera, adquiera, use o consuma es elaborado y ofrecido por alguna organización.
Al mismo tiempo, gobernantes, dirigentes, ciudadanos, votantes, clientes, usuarios y consumidores integran organizaciones y representan a la misma en cada ocasión que interactúan con la oferta o con la demanda, según sea el caso.
Tomemos el ejemplo más simple: la responsable o el responsable de un hogar  cuando concurren al supermercado o al almacén a efectuar las compras lo hacen representando a su organización familiar: piensan, eligen, deciden en función de la misma y de cada uno de sus miembros.
Una dirección o gerencia de compras de un organismo estatal o una empresa, toma su decisión sobre la base de los requerimientos de tal tipo de organizaciones.


Séptimo axioma
Todo vínculo entre demandas y oferentes es en situación
Todos y cada uno de los vínculos en cualquier zona O-D o en un mercado están situados y debidamente contextualizados.
Para cada interacción que se dé entre oferentes y demandas hay que considerar cuál es la situación y el contexto en el que se da.
El contexto de una interacción específica entre oferentes y demandas está constituido por la totalidad de los vínculos entre ambos términos en un espacio-tiempo determinado.
El contexto incluye desde el nivel más micro como la propia familia, el vecindario, las organizaciones más próximas según el caso hasta los niveles más macro: internacional, regional, nacional, provincial o  departamental y las dimensiones cultural, social, política, psicológica y económica.


Octavo axioma
Marca es el elemento estructurante de la interacción entre oferentes y demandas
En la descripción de este axioma reiteramos lo ya expuesto en el ítem 6. de la Unidad 1. por lo cual remitimos a ese punto.
Acá reiteramos y subrayamos:
Toda marca, institucional o específica, ocupa un Posicionamiento Vincular.

Articulando esta afirmación con este octavo axioma y los siete anteriores, toda marca expresa un Deseo o deseos, representa ideales, vehiculiza un vínculo Sd-Oo,  interpreta o se centra en un perfil determinado de la demanda (de ciudadano, de usuario, de consumidor, etc.) y de lo que se ofrece (propuesta, bien, servicio, producto, etc), se asienta sobre determinadas organizaciones, se asocia preferentemente a determinados contextos y determinadas situaciones.
Como se ve, a través de la marca ponemos en articulación a todos los axiomas vistos hasta acá; también quedarán articulados los dos restantes como ya veremos.


Noveno axioma
La competencia es endógena
Quiere decir que la competencia nace del seno mismo de la interacción entre oferentes y demandas o, lo que es lo mismo, de la totalidad de los vínculos Sd-Oo: por lo tanto es endógena, es intrínseca a esa totalidad.
A menudo se piensa que la competencia es causada por ineficiencia en la gestión de una marca o por el surgimiento azaroso de un competidor o porque la demanda se encuentra insatisfecha.
Si bien todo esto puede darse, son factores que sólo inciden pero no causales per se. Tomar a estos condicionantes como causales es basarse en un enfoque exógeno.
Desde que establecemos como un axioma que el Deseo es fundante en la interacción entre demandas y oferentes estamos diciendo que por su propia dinámica jamás alcanza la satisfacción total: ese hueco, entre el Deseo o cada deseo y la imposibilidad de la satisfacción total determina que la competencia siempre exista, de una manera o de otra.
Así dicho, queda claro que la competencia es endógena.
Y teniendo en cuenta el octavo axioma tal competencia siempre es entre marcas.






Décimo axioma
La comunicación es inherente al vínculo entre oferentes y demandas
Comunicar, “poner en común”, es inherente al vínculo O-D en la medida que los humanos somos por definición sociales. Vivimos en la comunicación de la misma manera que los peces en el agua.
Hasta la simple fruta que arrancamos del árbol para comerla en el acto, para el humano tiene una significación que no tiene para ninguna especie animal. ¿Por qué? Porque al estar insertos en la cultura sabemos que es comestible, le ponemos un nombre, la clasificamos, la comparamos con otras frutas y con otros alimentos, la podemos incorporar a una preparación culinaria simple o compleja, etc.
Esa fruta, entonces, comunica; el que la consume, al hacerlo, también comunica (que le gusta o no, que le parece dulce o ácida, que la come en el lugar o la conserva, etc.). En todo acto, en todo contacto entre quien demanda y lo ofrecido o quien ofrece hay comunicación. La hay a través de la palabra, de los gestos, las posturas, las caricias, las agresiones; también la hay por parte del algo que se ofrece por sus propiedades (sabor, color, aspecto, elaboración, tipo de propuesta, servicio, bien o producto, etc.).

martes, 17 de julio de 2018

LA LEY COMO FUNDANTE DE LA ORGANIZACIÓN HUMANA



Rubén Rojas Breu

LA LEY COMO FUNDANTE
DE LA ORGANIZACIÓN HUMANA

De qué trata este artículo

Nos ocuparemos aquí de que entendemos por Ley y, sobre tal base, qué son las leyes y cuál su rol en los comportamientos humanos en general y de las organizaciones en particular.
Desde ya, el tratamiento de este tema habrá de escapar a todos los moldes, a todo lo que habitualmente se entiende por Ley y por leyes; veremos por qué.
Antes de ingresar de lleno en tal medular tema, recordaremos nuestro concepto de organización y los objetivos de las organizaciones; ambos temas pueden verse en su detallada exposición en este mismo blog así como en publicaciones que allí se citan[1].


Concepto de organización

La Organización es el modo en que los grupos encaran Objetivos e interactúan con la Ley a través de conductas que corresponde interpretar en el marco de la intersección entre el registro manifiesto y el registro latente.
Como vemos, traemos a colación el concepto de organización porque en el mismo damos como fundante de ésta a la Ley. Asimismo, reiteramos que la palabra “interactúa” es clave ya que las organizaciones de toda índole –así como las personas- no necesariamente se conducen de acuerdo a la Ley o las leyes pero sí siempre interactúan con las mismas.



Objetivos de las organizaciones: cuadro sinóptico


 Aclaremos que, para nosotros, un posicionamiento lo definimos de acuerdo con el Método Vincular (Rubén Rojas Breu, 1980): es decir, un Posicionamiento es lo que como tal define dicho Método. Remitimos a la Matriz de Posicionamientos Vinculares así como a los desarrollos del Método en torno a la cuestión.

La Ley 

Con similitudes y diferencias, con argumentos sustentables que conviven con otros controversiales, diferentes autores, creadores de escuelas y de teorías de alta complejidad, coinciden en otorgar al llamado “tabú del incesto” el carácter de fundante de la cultura, la cual en nuestra concepción es como decir fundante de lo humano.
En esa constelación de autores brillan, particularmente, Freud, sobre todo por sus desarrollos primordiales para el psicoanálisis en torno al complejo edípico, y Lévi- Strauss, especialmente con su tesis del avunculado. Dos textos insoslayables y de notoria trascendencia de sendos autores se ocupan del mencionado tabú: Tótem y tabú por parte del creador del psicoanálisis y Antropología estructural del antropólogo francés.
Ambos, así como otros que aportaron a esta cuestión de alta complejidad y máxima relevancia, partieron de una u otra manera de una organización que estructura a nuestra especie: la familia.
Nuestro punto de vista va a ser otro, el cual puede considerarse complementario o alternativo, lo cual es irrelevante a los fines de lo que expondremos acá.
Nuestra mirada parte de la génesis de lo humano, de la génesis de la cultura, de la génesis de la organización de acuerdo a la premisa de los nexos intrínsecos entre estas tres materias.
Es decir, lo humano, la cultura o la organización no se originan a partir de la familia sino que por el contrario ésta es la consecuencia de tal tríada. Los humanos no lo somos por nacer en estado de indefensión sino por el contrario: porque somos humanos nacemos en estado de indefensión.
Dicho de otro modo, nos constituye lo social en el más amplio sentido de la acepción. Si tratamos, como hicieron tales autores, de elaborar hipótesis o de poner en juego la imaginación para dar cuenta del origen de la cultura, decimos que  las primeras familias nacieron en el seno de una red de organizaciones de parentesco así como del complejo entramado que las articulaba lo cual suponía otras organizaciones intervinientes: por ejemplo, las que hacían factible el alimento, el abrigo, la asistencia recíproca, el combate, la producción por precaria o elemental que fuese. Esto es así aun cuando se diera en el marco de las propias familias, de las gens o de los clanes.
Cuando hablamos de la Ley, en singular y con mayúscula inicial, nos referimos a la que se asocia con el tabú del incesto.
Ahora bien, el tabú del incesto supone la familia y, por lo tanto, el mítico asesinato del padre primordial por parte de la fratria se da cuando ya rige tal tabú, lo cual nos aleja de la tesis freudiana. No habría familia sin tal prohibición.
Nuestra lectura sobre el origen de la humanidad invierte los términos: no es básicamente la prohibición del incesto lo que la funda sino lo que denominamos la Ley por excelencia, a la cual bautizamos Ley de la institución exogámica.
Obviamente, consistentemente con tal título, dicha Ley implica la prohibición de los vínculos incestuosos pero en su formulación ponemos el acento acerca de que la humanidad surge instaurando la relación con el otro o con la otra, con el ajeno o con la ajena, con lo no primariamente conocido, con lo otro.
Como la organización es también constitutiva de nuestra especie como tal, la Ley de la institución exogámica genera las organizaciones humanas y, entre ellas, las familias.
Si no se hubiera instituido lo exogámico a manera de una regulación de las organizaciones humanas, no habría humanidad.
No estuvimos ahí, no estuvimos en el momento en que la humanidad nació como para dar testimonio de lo que exponemos: no es esto una humorada sino una apelación a la retórica para señalar que sólo a través de las consecuencias – y no del origen o de las causas – podemos afirmar lo que estamos afirmando.
Los humanos, a diferencia hasta de la especie animal más evolucionada, ya desde los tiempos prehistóricos más pretéritos, se fue desarrollando hasta lograr un grado de complejidad prácticamente ilimitado. Suponemos entonces que la estimulación de la interacción con las otras, los otros y lo otro es lo que no sólo nos separa de las especies animales sino lo que dio lugar a que alcanzáramos tal grado de complejidad.
Aclaremos al pasar que, desde luego, distintas formaciones humanas, o distintas culturas, tribus, clanes o agrupaciones, tienen diferentes modos de entender la estimulación de la exogamia (lo cual, reiteramos, implica la prohibición del incesto), pero eso sólo tiene valor incidental; por otra parte, a esta altura de los tiempos, prácticamente toda la humanidad asume como prohibición de hecho, aun cuando no se halle legislado, el vínculo sexual entre madres y padres con hijos e hijas y aún entre hermanas y hermanos.
Las prácticas incestuosas instituidas en la antigüedad, casi únicamente reservadas, imaginariamente a diosas y dioses, y en lo real al máximo nivel jerárquico de una sociedad determinada – nivel jerárquico que se suponía de ascendencia divina-, se justificaban en garantizar la pureza de sangre; por otro lado, paradojalmente, testimonian la prohibición toda vez que la excepción demostraba la existencia de la regla.
Reiteramos entonces: la Ley de la institución exogámica establece que toda forma de organización humana tiende a vincularse con otras organizaciones. La familia es un caso particular de organización.
Esa vinculación, obviamente, supone intercambio lo cual, a su vez, implica el intento de saber cómo es el otro, la otra, lo otro; implica que cada organización se preocupe por interiorizarse, de alguna manera, sobre lo que le es ajeno y con lo cual habrá de interactuar.
Así planteado vemos que se da una conexión intrínseca entre la estimulación de la exogamia y la producción humana en todas las áreas: la procreación,  el trabajo, el comercio,  la política, las instituciones, la guerra y también el conocimiento y el arte.
La Ley de la institución exogámica supone, además y fundamentalmente, la premisa de la terceridad. Es decir, al implicar la interacción entre ajenos instala la figura del tercero como regulador. Dicho de otro modo, si dos clanes, dos familias, dos tribus o dos poblaciones han de interactuar, pacífica u hostilmente, a algún tipo de normativa y/o a algún tipo de arbitraje debe apelarse para que tal interacción se dé. Si no hay normativa o arbitraje es porque no hay interacción entre distintos.
Una organización se define en función de la existencia de otras: sin cotejo no hay identidad. Dicho de otro modo, una organización lo es porque existen otras, desde luego diferentes de ella, que le otorgan por tal diferenciación su perfil específico, su propio sello. Si nos remitimos nuevamente a la familia sabemos que una organización de este tipo resulta de la unión de dos familias antecedentes, unión que resulta del enlace de un miembro de una con el de otra.
De esta manera, desterramos la idea de que hubo una y sólo una familia inicial o sólo una agrupación de alguna índole: al constituirse la humanidad emergen en simultáneo diversas organizaciones que afrontan algún tipo de interacción. Esa interacción es estimulada a fin de asegurar la proyección de cada organización, sea con la finalidad de acumular poder sobre la naturaleza, sobre otras organizaciones o sobre la naturaleza y otras organizaciones a la vez. Con esto expresamos también que el encierro endogámico debilita, inhibe de toda posibilidad de desarrollo y he ahí la raíz de la estimulación exogámica: propender al crecimiento, al avance sobre lo que hay que domesticar y/o sobre lo que hay que superar para facilitar tal propensión. Entonces, la tesis de la familia inicial única, a la manera del Génesis de la Biblia, es una falacia cuya inconsistencia en fácilmente demostrable. De hecho la misma Biblia testimonia esta inconsistencia al relatar que Caín, desterrado por Dios, llega a la tierra de Nod donde crea su propia familia, sólo posible por haberse encontrado con otra u otras que allí habitaban (¿Lilith, quien habría sido amante o pareja de Adán?).
También plantear las cosas de esta manera derrumba la creencia en una ley del padre, que no es más que una amañada versión supuestamente psicoanalítica de una  formulación teológica. Finalmente el “Padre” en los marcos de la religión no es otro que Dios que, aun cuando sería asexuado, incoherentemente se lo asocia con la masculinidad.
La llamada “ley del padre” supone la creencia en la familia primordial y mira desde una organización en particular a lo humano cuando la perspectiva debería hacerse desde el punto de vista opuesto: o sea, mirar a la familia y cada organización desde lo humano en su totalidad o, si se prefiere, desde la humanidad como tal aun en sus estadios iniciales.
Supone también una concepción patriarcalista por la cual la instauración de la ley es atributo paterno mientras que a la madre se la envía a la indiferenciación respecto del hijo, a una suerte de simbiosis, de la cual se la arranca por obra de la intervención de la figura paterna. No nos extenderemos acá en torno a la falta de acabada sustentabilidad de lo que se da en llamar las funciones paterna y materna. Sólo diremos que la postulación de una “ley del padre” junto con la clasificación función paterna / función materna implica la sobrevaloración del varón y la infravaloración de la mujer, la afirmación de la masculinidad en desmedro del de la femineidad. Si a eso se agrega la sentencia “la mujer no existe”, basada en enrevesados argumentos, no podemos negar el carácter francamente machista de todos estos “razonamientos”[2].
En conclusión: la Ley de la institución exogámica es constitutiva de lo humano, fundante de la organización humana y, al mismo tiempo, fundada en la organización humana. Es decir, dicha Ley y la organización humana son congénitas.






A partir de la Ley de la institución exogámica

Sobre la base de la Ley de la institución exogámica surge, acorde con lo desarrollado hasta acá, toda la dinámica del comportamiento humano y, también, emergen las distintas áreas que hacen al mismo.
En este artículo nos vamos a dedicar sólo a algunas que nos parecen básicas:


  •   El conflicto radical entre las tendencias a la primarización (Pn) y a la secundarización (Sn)
  • El conocimiento científico
  • Las leyes

No nos olvidamos de otras áreas de similar relevancia a las citadas tales como la política, la producción, el trabajo, el arte, la filosofía, etc. Pero si nos abocamos a todas ellas, en lugar de un artículo, estaríamos escribiendo un tratado. Por otra parte, de esas áreas, sobre todo de la política, nos ocupamos en otros textos o lo haremos en la medida que vayan abriéndose paso como temáticas a profundizar.


Primarización vs. secundarización

Los conceptos de primarización y de secundarización son pilares en mi creación, el Método Vincular. Así que para su lectura en profundidad remito a mi libro Método Vincular. El Valor de la Estrategia así como a otras publicaciones, algunas de las cuales se encuentran en este mismo blog.
Acá voy a atenerme a la intrínseca vinculación que tienen con la Ley de la institución exogámica.
Las organizaciones humanas hacen con la mencionada Ley, la cual, nace con las organizaciones humanas. Ya habrá quedado en claro que, para nosotros, lo humano, la humanidad y las organizaciones humanas son términos equivalentes ya que la humanidad está organizada y es, al mismo tiempo, un conjunto ilimitado de organizaciones y que, por lo tanto, no puede escindirse lo humano de la organización.
El punto que acá queremos señalar es que dada la institución exogámica, surge, también congénitamente con ella, una conflictiva básica que está dada por dos tendencias antagónicas en términos del comportamiento; en términos de la lógica, hablaríamos de una antítesis primordial.
Una de tales tendencias es la que induce a la regresión a la endogamia.
Puede parecer que incurrimos en inconsistencia, ya que hemos afirmado insistentemente que no hay organización humana sin institución exogámica.
Sin embargo, afirmamos tal tendencia. ¿Por qué? No porque la endogamia como tal sea antecedente ni factible sino porque la tomamos como una modalidad virtual de agrupación. Quizá quede más claro que la regresión a la endogamia o su retorno virtual es, en rigor, el modo de expresar la resistencia a la exogamia.
La institución exogámica es, por demás, exigente: obliga a considerar a las otras, los otros y lo otro como diferentes y respetarlas o respetarlos al mismo tiempo, obliga a aceptar el límite, obliga a reconocer la premisa de la terceridad en sus distintas formas, obliga, y sobre todo obliga, a interactuar con la Ley y con las leyes.
Así que llamamos tendencia endogámica, o regresión a lo endogámico o retorno de lo endogámico, al conjunto de comportamientos que rehúyen las exigencias de la institución exogámica. Esto implica la búsqueda de refugio en el adentro conocido, en la repetición, en el encierro supuestamente contenedor.
En apretado resumen, eso es la primarización (Pn) según el Método Vincular.

La otra tendencia es la que impulsa al reconocimiento de la exogamia.
En este caso hay reconocimiento de las otras, los otros, el otro, hay intercambio, hay aceptación de los límites, hay valoración del tercero, hay disposición a interactuar con la Ley y con las leyes. Aquí se da la plena valoración del conocimiento, la búsqueda de lo innovador, la mirada en el afuera, la organización dirigida hacia los objetivos estratégicos y la vocación por la estrategia.
En pocas palabras, esto es la secundarización (Sn) según el MV.
En conclusión: dada la Ley, o sea la Ley de la institución exogámica, emerge en simultáneo un antagonismo que atraviesa la historia de la humanidad, el antagonismo entre el retorno mítico de la endogamia y la vocación por la exogamia, entre la primarización y la secundarización.


El conocimiento científico

Si bien en este punto nos centramos en el conocimiento científico, lo que fundamentaremos acá vale también para el trabajo,  el arte y todo lo que constituye la cultura entendida como el conjunto de las producciones humanas.
La institución exogámica al propender al reconocimiento de lo diferente, a la interacción con lo ajeno, a la distinción entre cualquier manifestación del sí mismo y lo que no lo es, propicia el conocimiento; para nosotros, el conocimiento validado, fiable, se enmarca en la ciencia como genérico y las ciencias como especificidades.
El conocimiento científico implica permanentes rupturas respecto de lo instituido, respecto de lo que se da por ya sabido. Implica explorar, contravenir creencias, saltos epistemológicos, sustitución de lo convenido por lo denegado, reemplazo de la ingenuidad o de la renegación por lo que “debería haberse pensado” al decir de Bachelard. Y, siguiendo con este mismo científico, la ciencia supone vencer los “obstáculos epistemológicos”.
De tal manera, de nuevo, desde otra perspectiva respecto de las que son habituales, podemos recurrir a la alegoría de la caverna de Platón: el conocimiento implica salir del encierro endogámico para abrirse camino hacia la inicialmente enceguecedora o desconcertante pero finalmente luminosa senda de la ciencia. El afuera de la caverna simboliza el territorio exogámico, único territorio en el cual el conocimiento científico es posible.


Las leyes

También en este punto vamos a tomar un derrotero sorprendente o desconcertante.
Para empezar, la Ley – la Ley de la institución exogámica – es la madre de todas las leyes. La interacción a la que impulsa la institución exogámica impone la premisa de la terceridad, el protagonismo del tercero en todas sus variantes.
Esa imposición estimulante da lugar a la generación de leyes que regulen la interacción entre naciones y estados, entre organizaciones de todo el espectro, entre grupos y personas.
En este plano ubicamos a lo que habitualmente se da en llamar leyes: las leyes jurídicas.
Pero las leyes jurídicas son sólo un subconjunto, frecuentemente sobreestimado, de la totalidad de las leyes que nos rigen.
Esa totalidad incluye a las que son descubiertas o formuladas por las ciencias así como por la acción política.
Las Ciencias de lo Natural y las Ciencias de lo Humano son inacabables conjuntos de leyes, en su extensión y en el curso del tiempo; contienen leyes determinantes del comportamiento de la humanidad y las organizaciones que la componen (y, por supuesto, de las personas mismas).
En mis clases, al desarrollar este punto, siempre hago a mis alumnos una pregunta que puede parecer trivial o académicamente precaria: ¿prefieren, como pasajeros,  que quienes fabrican aviones tengan más en cuenta a las leyes impositivas o a la ley de la gravitación universal de Newton y el principio de Bernoulli? Deduzco la respuesta de la lectora o del lector.
Además, y justamente, las leyes jurídicas suelen ser puestas en crisis, y cotidianamente, por intervención de las leyes de las matemáticas, la física, la química, la biología, la sociología, la antropología, la política, la psicología, la economía, la lingüística, etc.


Conclusiones

La Ley de la institución exogámica es la fundante de lo humano y, por lo tanto, de la organización humana y las organizaciones humanas. Y, al mismo tiempo, vale la afirmación inversa: tal Ley es fundada por la organización humana.
Ley de la institución exogámica y organización humana son, entonces, congénitas.
El imperio de la Ley de la institución exogámica desata la conflictiva básica que atraviesa la historia: primarización – o retorno mítico de lo endogámico – versus secundarización – o vocación por lo exogámico -.
La institución exogámica es también la raíz, el origen del conocimiento científico así como la generadora de las leyes.
Cuando hablamos de leyes incluimos a las que habitualmente se considera como tales, esto es las leyes jurídicas, como también las que son generadas por las ciencias.
Esto último significa que la acción política, gobiernos y estados, la totalidad de las organizaciones, sus direcciones, no sólo deben tener en cuenta las constituciones y leyes jurídicas para sus diagnósticos, tomas de decisiones y diseño de estrategias, sino también las leyes sustentadas por las Ciencias de lo Natural y las Ciencias de lo Humano.
De tal manera, en este texto hemos articulado dimensiones habitualmente aisladas, inconexas, inconsecuentes: hemos articulado la Ley, la conflictiva básica de lo humano, el conocimiento científico y el amplio espectro de las leyes.

Bibliografía

 Bachelard, Gastón (1979): La formación del espíritu científico. México. Siglo XXI
Freud, Sigmund(1976):  Tótem y tabú. Buenos Aires. Amorrortu
Lévi-Strauss, Claude  (1977): Antropología estructural. Buenos Aires. EUDEBA
Rojas Breu, Rubén (2002): Método Vincular. El valor de la estrategia. Ediciones Cooperativas de Buenos Aires
Rojas Breu, Rubén (2014): El deseo de la estrategia. Buenos Aires. CIAP FCE UBA
Rojas Breu, Rubén (2018): Concepto de organización en este blog
Rojas Breu, Rubén (2018): Los objetivos de las organizaciones en este blog





[1] Recordemos que parcialmente son de autoría compartida con Jorgelina Aglamisis
[2] Nos referimos, desde luego y sobre todo, a elucubraciones del psiquiatra francés Lacan. Debo aclarar que no sólo este psiquiatra y sus seguidores incurren en estos discutibles razonamientos. El propio Freud abona en alguna medida a los mismos, pero hay que tener en cuenta que es nada menos que el creador del psicoanálisis, obra monumental e imprescindible para el conocimiento científico de lo humano y que el genial austríaco estuvo, como lo estamos todos, hasta cierto punto condicionado por su contexto. Digo “hasta cierto punto” porque queda claro que su producción superó en gran medida las limitaciones de su época.
Por otra parte, psicólogas, psicólogos y psicoanalistas, incluso intelectuales de otras Ciencias de lo Humano, de la Argentina y de otras latitudes, participan de las peregrinas elucubraciones a las que aludimos en el comienzo de esta nota al final. Es deseable que, al menos, se las cuestionen aun cuando terminen concluyendo en que son válidas.