jueves, 30 de noviembre de 2023

SOBRE EL ALCANCE DE MIS PUBLICACIONES

 



 

Rubén Rojas Breu

 

EL ALCANCE DE MIS PUBLICACIONES

 

Mis blogs alcanzaron las 21.000 visitas.

 

Con el riesgo de que se me juzgue pedante, debo decir que es un número apreciable, considerando, sobre todo, que no cuento con patrocinios, padrinazgos ni presencia en medios.

 

Sucede que es un número que habla más de quienes se interesan en mis textos que de mis virtudes.

 

Es indicador de que hay personas en la Argentina y en el mundo que buscan producciones no convencionales, ideas novedosas, análisis epistemológicamente sustentables, aportes signados por la articulación entre ciencia y creatividad.

 

A esas 21.000 visitas hay que sumar muchos miles que no puedo estimar con exactitud que leen o han leído mis libros, que acceden a mis publicaciones en redes virtuales, que se interesan en notas de un espectro de autores y autoras que comentan mis producciones.

 

Tengo también en cuenta el número incalculable de alumnas y alumnos que asistieron a mis clases como docente universitario de grado y de posgrado a lo largo de muchas décadas.

Puedo añadir quienes a diario me consultan por correo electrónico u otras vías de contacto.

 

Consigno también cátedras universitarias que incluyen mis libros y textos varios en sus bibliografías, citas en publicaciones de muy diversos autores y hasta plagios, por momentos una plaga y algo que me acontece desde 1980 hasta el presente.

 

La Real Academia Española consigna más de quince acepciones de la palabra “alcance”.

 

La que hasta aquí estoy exponiendo es una de tales acepciones: la que refiere al número o audiencia.

 

Hay otros significados de “alcance” que tienen tanto o más valor que el que se atiene a la cuantificación:

 

-     el que refiere el alcance en términos de capacidad para repercutir en las conciencias, para influir, para contribuir a la gestación de corrientes de opinión, para guiar y estimular la acción, para provocar debates.

Esto es para mí mucho más interesante que la dimensión cuantitativa, es lo cualitativo por excelencia.

Sobre este alcance de mis publicaciones, tengo algunas respuestas y muchos interrogantes.

 

-     Otro, el conceptual, el que atañe al alcance de mis producciones en lo que hace a los campos o ámbitos de estudio, de análisis o de acción, también de carácter cualitativo.

Mis producciones, empezando por mi creación más resonante, el Método Vincular, al que añado los desarrollos teóricos de otras áreas, incluye la Sociología, la Política, la Semiología, la Antropología y la Psicología (hasta la literatura si se tiene en cuenta mi novela “El tiempo y la sangre”).

 

De tal manera, se trata de tres definiciones de alcance, considerando el primero, cuantitativo, y los dos últimos, cualitativos.

 

Todo lo dicho redunda en un aliciente para seguir investigando, produciendo conocimiento, publicando y, también, convocando a la acción para transformar un estado de cosas sumamente injusto y amenazante en otro auspicioso y que lleve a la realización.

Sobre todo, la acción política ya que en mi concepción Ciencia y Política están intrínsecamente articuladas.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, noviembre 30 de 2023


sábado, 1 de julio de 2023

SOBRE LA NEGOCIACIÓN

 


 

Rubén Rojas Breu

SOBRE EL CONCEPTO DE NEGOCIACIÓN

 

Conceptualizando sobre la negociación

Las definiciones convencionales, habituales o difundidas sobre qué es la negociación tienden a considerarla un proceso de discusión entre partes, con el fin de alcanzar un acuerdo aceptable.

Para el diccionario de la RAE la negociación consiste en “tratos dirigidos a la conclusión de un convenio o pacto”.

Esas definiciones son de alcance limitado y, además, imprecisas, por lo cual cabe despejarlas, cabe considerarlas obstáculos epistemológicos (Bachelard) para adentrarnos con rigurosidad y conceptualizar en toda su complejidad a la negociación.

Por empezar, vale la aclaración de que la negociación es un proceso constante, diríase constitutivo para los humanos. Los humanos, aunque no lo percibamos, estamos negociando todo el tiempo y en los más variados ámbitos.

Se negocia en la familia por parte de sus integrantes con el fin de alcanzar, si es factible, un equilibrio que facilite la convivencia y a lo largo de la jornada se sigue en ese tipo de comportamiento básico. Al viajar se abona, sea combustible o pasaje, según tarifas que resultan de negociaciones; en el lugar de trabajo cada cual se conduce de acuerdo a reglas, convenios, remuneraciones, prestaciones, contratos, pagos y obtención de beneficios, etc. que se negocian o que cristalizan, suficiente o insuficientemente, como resultantes de negociaciones. En lo que habitualmente se entiende como ejercicio de la Política la negociación es también inexorable y permanente.

Por lo tanto, en una primera aproximación, cabe enunciar esta premisa: la negociación es un proceso perpetuo que se da en todos los ámbitos de la vida humana.

En su momento, para ejemplificar con algo que en apariencia es trivial, pero que considero muy elocuente para enfatizar hasta qué punto la negociación está presente continuamente en todas las áreas, conceptualicé a la mayonesa envasada como “aderezo síntesis”. Esa conclusión fue resultante de investigaciones sobre el comportamiento de consumidoras y consumidores: el rechazo o la baja disposición a comer determinados alimentos por parte de los integrantes de un grupo familiar se podía resolver con el agregado de la mayonesa envasada, la que se comercializa en supermercados y almacenes. La capacidad de tal mayonesa para enmascarar y saborizar hacía o hace que, finalmente, hasta comidas que podrían generar rechazo o pocas ganas se tornaban atractivas o sabrosas, v.g., las ensaladas, las distintas carnes, los más variados fiambres, etc.

Es decir, la mayonesa “sintetiza” al permitir que los distintos miembros de una familia compartan gustosamente una misma comida más allá de sus preferencias personales: este producto es un instrumento para una negociación exitosa.

Según el diccionario de la RAE, síntesis es la “composición de un todo por la reunión de sus partes”.

Según Hegel: "el espíritu que se ha arrancado de la naturaleza para volverse hacia sí mismo como espíritu subjetivo (tesis), y que luego ha creado un mundo humano objetivo (antítesis) –especie de segunda naturaleza- en el derecho, la moral y el Estado, tiene que regresar hacia sí en un movimiento que supere a la vez la subjetividad y la objetividad: es el espíritu absoluto (síntesis), el espíritu definitivamente reconciliado consigo mismo".

Más allá de las derivaciones idealistas del texto hegeliano, una afirmación se impone: la síntesis es la superación de contrarios, es resultante de una lucha de opuestos.

De tal manera, tenemos un segundo postulado en torno a la negociación: toda negociación exitosa es una síntesis¸ una síntesis que contiene a los opuestos o contrarios, a las posiciones antagónicas o diferentes (según el caso y según el grado), al mismo tiempo que lleva tales actores y enfoques contradictorios o disímiles a un nivel superior, decididamente superador.

Ahora bien, de acuerdo a lo que estamos desarrollando, un nuevo postulado o, mejor aún, el punto de partida para conceptualizar la negociación se nos impone: el conflicto.

Las nociones convencionales, las más difundidas, con las cuales comencé este artículo ocultan, disfrazan, escamotean o esconden lo decisivo: no hay negociación si no hay conflicto. Aunque parezca una obviedad vale enfatizarlo: es poque hay conflicto que se da la negociación.

Sabemos que el conflicto es constitutivo.

Me eximo de citar las numerosas fuentes que desde la Antigüedad hasta el presente han señalado, de una u otra manera, que los humanos somos en el conflicto, estamos desde el cigoto mismo en el conflicto.

El conflicto puede darse como contradicción, antagonismo, oposición, lucha, conflagración, pugna, disputa, contienda. El listado de expresiones o acciones que aludan o representen al conflicto es inagotable. Ese listado culmina en el modo más cruento y trágico: la guerra.

Las nociones convencionales incurren en renegación o desmentida, concepto que nos remite a una de las principales elaboraciones de Freud y, por supuesto, del psicoanálisis: el dispositivo inconsciente por el cual no se percibe lo que está a la vista o lo que debiera observarse y pensarse en primer lugar. Recordemos que, según el fundador del Psicoanálisis, el niño al caer en la cuenta de los genitales femeninos en vez de reconocer la ausencia de pene, lo alucina o supone que “ya le va a crecer”. No voy a detenerme en Freud, cuyos textos siempre esclarecedores, son de fácil consulta, pero sólo señalo que, llegado el momento de tomar conciencia, trama edípica mediante, se desemboca en el complejo de castración.

Viene a cuento lo antedicho para destacar que se reviste a tal punto de pacifismo a la negociación que se reniega o se desmiente que la misma se da porque inexorablemente hay conflicto.

Tanto en lo más banal, la comida habitual de la familia, como en lo más trágico y destructivo, la guerra, la negociación se pone en marcha porque hay conflicto.

La niña, el niño o el adolescente que rechaza determinado plato está en conflicto con la preparación que se le ofrece y, por lo tanto, con quien está a cargo de la misma: aderezar con mayonesa es el resultado de la negociación explícita o tácita con la que se supera tal conflicto entre lo indeseable y lo gustoso, para lo cual tal salsa fría de origen español (de Menorca) emerge como sintetizadora.

Ante la inminencia de la guerra los contendientes pueden llegar a un acuerdo si la negociación resulta exitosa, lo cual presupone que ambas partes alcanzaron una satisfacción posible.

Ni el plato con mayonesa ni el pacto alcanzado para evitar una guerra jamás satisface totalmente a las partes: quien come la ensalada con mayonesa está resignando lo que hubiera preferido, como por ejemplo una hamburguesa con papas fritas; cada contendiente obtiene lo posible, seguramente mejor de lo que disponía previamente a la negociación, pero algo que está o estará por debajo de lo que hubiera logrado con un triunfo contundente, el cual significaría la neutralización total del contendiente.

De tal manera, otro postulado nos sale al camino de estas elaboraciones: toda negociación implica un acuerdo que facilita un equilibrio en aras de la coexistencia en la cual, al mismo tiempo,

cada uno de los contendientes o competidores logra un triunfo parcial,

cada parte concede o afronta pérdidas.

Es decir, nuevo postulado: toda negociación es conjunción de satisfacción y renuncia para cada una de las partes.

El negociador inteligente y capaz, se asegura la obtención de la mayor ganancia, para lo cual:

Debe contar con una estrategia,

Debe conocer en profundidad el perfil cultural, sociopolítico, psicológico y económico del contrincante,

Debe percatarse de cuáles son los ideales de sí del contendiente y cuáles son las aspiraciones y los medios con los cuales supone que alcanzará tal ideal, cuáles son sus ventajas competitivas y cuáles sus puntos débiles.  Cabe considerar que habitualmente lo que para el oponente son medios de la mayor importancia para alcanzar sus objetivos pueden ser fácilmente concedidos o de menor significación para la parte que se conduce con sagacidad y conocimiento.

Nunca es ocioso traer a colación la célebre sentencia de Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Si la práctica política se vale de modo permanente y consustancial de la negociación, la guerra es el fracaso de la misma.

La política está presente en toda la vida humana o de los humanos y supone la existencia, intrínseca para la especie, del conflicto. La guerra solamente patentiza, del modo más dramático, el conflicto que preexistía en la situación de paz.

De manera, que lo abordemos por donde lo abordemos, hay que partir del conflicto y, definitivamente entonces, se negocia porque hay conflicto.

Toda negociación, al poner término a un conflicto, jamás implica una solución definitiva, jamás implica un equilibrio estable para todo tiempo venidero.

Toda negociación lleva a un resultado que siempre hay que considerar como forzadamente alcanzado y que jamás, como ya dijimos arriba, satisface por entero a las partes. La insatisfacción subsistirá y será únicamente controlada en la medida que las partes no solamente respeten el acuerdo alcanzado, sino que lo fortalezcan a través de renegociar en distintas oportunidades.

Así tenemos otro postulado: los resultados de toda negociación son relativamente provisorios e inestables.

Lo que también está descuidado u omitido en las nociones que se divulgan sobre qué es la negociación, es el rol de la terceridad, el rol del tercero, el rol de aquello que encarna a Ley. Ese rol lo he desarrollado en el marco de mi creación, el Método Vincular.

Si bien en la negociación las partes (dos, tres o más según sea el caso), en apariencia, participan por sí mismas y todo parece indicar que sólo ellas participan, existe siempre el tercero. A veces éste es manifiesto y opera como convocante, mediador, conciliador. Por ejemplo, a punto de estallar la inconcebible guerra entre la Argentina y Chile por el canal de Beagle, en 1978, el Papa Juan Pablo II envió a su representante, el cardenal Samoré, el cual instó exitosamente a los antagonistas a acordar pacíficamente. Obsérvese de paso que se constata el postulado anterior acerca de la provisoriedad e inestabilidad de los resultados de una negociación, ya que el gobierno chileno recientemente salió a hacer nuevamente reclamos por diferencias en torno a los límites.

Volviendo al rol de la terceridad: las partes se sientan a acordar porque la Ley -terceridad por excelencia- se encarna no únicamente en las leyes jurídicas internacionales o nacionales sino también en las leyes científicas sobre el comportamiento humano en general, las leyes sobre la conflictividad o la guerra y, fundamentalmente, las leyes de la Política, incita y crea las condiciones para hacerlo. Además, el planeta en general, por ejemplo, ante la eventualidad de una guerra, sea por Ucrania, sea por nuestro Beagle, reclama soluciones pacíficas, actuando como un tercero.

Los papeles de la terceridad y del tercero son también habitualmente renegados o desmentidos.

Nuevo postulado entonces: toda negociación implica la terceridad y el tercero, lo cual es habitualmente renegado o no percibido o no tenido en cuenta en análisis y evaluación de situaciones.

Dado que el sustento de una negociación es el conflicto, cada una de las partes para alcanzar el mayor logro posible en la tramitación de la misma debe partir de una posición de fuerza. En términos de las definiciones de mi autoría sobre Política, Poder y Relaciones de Poder, la parte debe afirmarse en una posición de poder, postulado de vital importancia.

Afirmarse en una posición de poder implica reconocer y conocer al dedillo las ventajas competitivas con las que se cuenta, de las que dispone la parte propia y el antagonista. Una ventaja competitiva es la que tiene tanto objetiva como subjetivamente valor como para imponer el propio interés. Tales ventajas competitivas deben ser deducidas o detectadas, ya que las determinantes escapan a la conciencia y radican en lo latente o se hallan en estado de latencia.

La ventaja competitiva es articulación de las capacidades, aptitudes y dispositivos propios que suponen valor con potencial de éxito, así como las incapacidades, insuficiencias e inconsistencias del antagonista. Es competitiva en la medida que es reconocida objetivamente como tal.  

Por supuesto, que también, para un acabado análisis de las ventajas competitivas se requiere conocer, simultáneamente, las propias debilidades y el potencial del enemigo, del adversario, del rival.

Siempre cada parte dispone de ventajas competitivas y, al mismo tiempo, de debilidades comparativas.

De tal manera, una posición de poder, determinada por las relaciones de poder, se basa en ventajas competitivas, en un potencial con capacidad de forzar al enemigo o antagonista a negociar.

Tal posición de poder es vital para negociar, y así estamos enunciando otro postulado.

Para entender y aplicar toda esta conceptualización de poder y, sobre todo, para apoyarse firmemente en una posición de poder asociada a ventajas competitivas, es fundamental contar con una estrategia.

Entonces, tenemos un último postulado: la negociación eficaz depende imperiosamente de la estrategia.

Resumiendo lo medular de todo lo expuesto anteriormente la parte que mejores réditos puede obtener en una negociación es la que articula estas actitudes, aptitudes y acciones:

- como ya insistí cuenta con una estrategia lo cual supone tener debidamente definidos sus objetivos estratégicos,

- conoce con la mayor profundidad las ventajas competitivas y los puntos débiles propios, así como los del oponente,

- interpreta en toda su complejidad al oponente, competidor o contrincante sabiendo a qué medios otorga importancia, medios que frecuentemente son de bajo interés para la parte que lleva la delantera inteligente o sagazmente.

 

 

La negociación según el Método Vincular

Todo lo desarrollado sobre la negociación concluye en que la misma está intrínsecamente ubicada en el Posicionamiento Constructivo, para informarse del cual remito a mis publicaciones en este mismo blog y en mi libro Método Vincular. El valor de la estrategia (Eds. Cooperativas de Buenos Aires, 2002).

Sumariamente tal es el Posicionamiento Vincular de la negociación por las siguientes razones:

- Es propia de la Secundarización y tiene la mayor compatibilidad con la dimensión Significado ya que combina la vocación por los acuerdos maduramente obtenidos dando por sentado el conflicto como premisa con el conocimiento científico, lo conceptual epistemológicamente sostenible.

- La Secundarización también implica la aceptación de que toda satisfacción es parcial y que tal satisfacción parcial resulta siempre de un proceso que requiere tiempo, disposición para la demora.

- Supone la articulación Ley / Deseo, articulación en la cual la Ley debe ser entendida en todo el espectro de lo humano y el Deseo como imbricación de la aspiración al poder con la imagen idealizada de sí de cada parte.

- El carácter primordial de la Terceridad o del tercero como agente protagónico.

 

Enunciación de los postulados descritos

La negociación es un proceso perpetuo que se da en todos los ámbitos de la vida humana.

Toda negociación exitosa es una síntesis.

Toda negociación deviene de la existencia de conflicto.

Toda negociación implica un acuerdo que facilita un equilibrio en aras de la coexistencia al mismo tiempo que supone cierta renuncia o resignación de expectativas para las partes.

Los resultados de toda negociación son relativamente provisorios e inestables.

Toda negociación implica la terceridad y el tercero.

En toda negociación la parte debe afirmarse en una posición de poder, conociendo en profundidad las propias ventajas competitivas y las insuficiencias del antagonista y, también, a qué le da la mayor relevancia la otra parte, lo cual a menudo es relativamente fácil de conceder porque para lo que es de valor para la contraparte no suele serlo para el negociador que quiere llevar la delantera.

La negociación eficaz depende imperiosamente de la conducción, cultura, estrategia y organización políticas.

 

Referencias bibliográficas

Rojas Breu, Rubén (2002): Método Vincular. El valor de la estrategia, Eds, Cooperativas de Buenos Aires.

Rojas Breu, Rubén: Artículos en rubenrojasbreu.blogspot.com y rubenrojasbreuelaula.blogspot.com

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, julio 1° de 2023

 

 


viernes, 12 de mayo de 2023

INTERRELACIÓN ENTRE PSICOLOGÍA Y ECONOMÍA

 



 

Rubén Rojas Breu

TRES TEXTOS SOBRE

LA INTERRELACIÓN ENTRE PSICOLOGÍA Y ECONOMÍA

 

Sobre estos textos

Con motivo de presidir en 1995 el Congreso de Psicología organizado por la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires bajo el título La profesión de Psicólogo y sus especialidades impulsé vigorosamente la interdisciplina.

Con tal convicción llevamos a cabo una Jornada sobre la interrelación entre Psicología y Economía de la cual participaron psicólogos, psicoanalistas, sociólogos y economistas.

En tal Jornada y a través de la difusión a posteriori me ocupé de esta fascinante y compleja interrelación dando a luz estos tres textos, que por lo tanto tienen casi treinta años de paridos.

Vuelvo a ponerlos a disposición en su versión original, en crudo, prácticamente sin depuración ni actualización.

Debo enfáticamente dejar en claro que me ocupo en estas publicaciones de la interrelación entre ambas ciencias y competencias profesionales desde un ángulo inusual: el de, discúlpese la redundancia, el de la interrelación.

Lo habitual o frecuente hasta el hartazgo es el abordaje en torno a los efectos que los procesos económicos tienen sobre el ánimo, sobre la psique o sobre la salud mental. Se incurre generalmente en simplismo, redundancias y en un determinismo meramente conductista según el cual la insatisfacción o la inestabilidad económica altera el equilibrio psíquico de las poblaciones y las personas, sin ahondar, sin ir más allá.

Por lo tanto, asumo tratando de no incurrir en pedantería que la perspectiva que acá propongo es original o, al menos, distinguible respecto de los análisis que generalmente se difunden tanto en los ámbitos académicos como en libros, publicaciones especializadas y medios de comunicación en general.

Al mismo tiempo, debo ser justo: hay quienes acometieron esta interrelación con similar mirada a la que expongo por mi parte y, reconociendo su mérito y sus aportes, como se verá los menciono y cito.

Destaco que estos textos no son propiamente ensayísticos, aunque algo de tal perfil poseen o parezca que poseen.

 

Son textos basados:

En mi formación científica

En mi trayectoria y acción política

En las numerosas investigaciones que llevé a cabo en el dominio de las Ciencias de lo Humano

En mis desarrollos teóricos dentro del campo de tales Ciencias y, particularmente, en mi creación más difundida, el Método Vincular.

 

 

 

 

 

 

 

 

Texto 1

 

La interrelación entre Psicología y Economía:

¿intersección ocasional o interacción permanente?

                                                                                  

Si bien hay una historia de aportes en torno a la interrelación entre la Psicología y la Economía en los niveles macro y micro -en los comportamientos de sociedades, organizaciones, grupos y personas- es notorio que tal interrelación no está asumida de un modo sistemático ni debidamente profundizada.

Nombres destacables de quienes percibieron en profundidad esta interrelación son los del británico Lord J. M. Keynes, el húngaro George Katona, el polaco alemán Kurt Lewin y la francobúlgara Julia Kristeva.

Ésta última desliza, incluso, una advertencia: " La existencia de las Ciencias Económicas está en juego. Reflejadas sobre la racionalidad, dejan el campo libre a los psicólogos, y por qué no, a los semiólogos.".

Atendiendo al subtítulo voy a desarrollar la tesis de que entre Psicología y Economía existe una interacción permanente y sistemática -en lugar de una intersección ocasional, como habitualmente se presume-.

Aunque parezca una obviedad, quizá valga señalar que todo proceso o actividad económica es una conducta humana. Como tal integra, contiene y conjuga aspectos y determinaciones políticas, culturales, sociales y también psicológicas (o psíquicas) y económicas.

Lo psicológico no constituye un ruido, una interferencia o una intromisión extraña, indeseable e imprevisible en una determinada circunstancia económica; todo lo contrario, la dimensión psicológica está siempre presente desde el momento que los intercambios económicos se dan entre organizaciones, así como entre personas que piensan, sienten, creen y hacen.

En una circunstancia complicada o inquietante sea en la macroeconomía (nacional, regional o global) o en la microeconomía (hogar, empresa o institución) lo psicológico no surge de la nada, no irrumpe alocadamente: simplemente, pasa de un estado de latencia, de un estado no observable según la mirada económica a un estado patente, claramente manifiesto, tangible. Se hace palpable, patéticamente palpable, lo que estuvo, está y estará siempre presente.

Una metáfora quizá ilustre mejor lo que queremos decir: un terremoto hace dramáticamente perceptibles los movimientos terrestres; la Tierra se mueve permanentemente y también permanentemente se mueven las placas subterráneas; cuando tal movimiento supera un determinado umbral, se hace sentir del modo catastrófico que es el terremoto.

 

Los procesos psicológicos y los procesos económicos, entonces, están desde siempre y desde la base misma, intrínsecamente interrelacionados, determinándose, influyéndose, condicionándose.

Tal interrelación es bidireccional: lo Psicológico influye decisivamente sobre lo Económico y lo Económico lo hace a su vez sobre lo Psicológico.

Por tanto, no cabe una jerarquía de saberes y disciplinas: ni la Economía tiene más significación que la Psicología ni viceversa. Desde por qué alguien prefiere optar por una Caja de Ahorro antes que por una Cuenta Corriente hasta por qué se desatan fenómenos como la hiperinflación o la caída generalizada de los valores, así como desde la decisión de iniciar un tratamiento psicoanalítico hasta la salud mental, lo psicológico y lo económico cumplen su papel por igual.

Lo psicológico y lo económico tienen un rol igualmente importante en el desarrollo, el crecimiento, las inversiones, etc. A su vez, acciones y campos espontáneamente ubicables en el ámbito psicológico, tienen también influencia de la dimensión económica: desde la decisión personal de iniciar una psicoterapia hasta las políticas de salud mental.

Concretamente, comportamientos económicos manifiestos encierran motivaciones psicológicas latentes y, a su vez, comportamientos psicológicos a la vista contienen motivaciones económicas enmascaradas.

Coherentemente con lo antedicho, también es conveniente superar las ideas prejuiciosas de que la Economía es empírica, realista y práctica en tanto la Psicología sería especulativa, idealista y retórica; o que la Economía es utilitaria y racional mientras que la Psicología es simbólica o atiende sólo a lo emocional. Pensar así sólo beneficia precisamente a los economistas de bajo vuelo y nula creatividad y a los psicólogos "guitarreros" y con vocación por lo críptico.

Tanto la Economía como la Psicología atienden a lo simbólico, desarrollan cuerpos conceptuales, interpretan datos, diseñan estrategias y proponen cursos de acción. Por ejemplo, la Economía se ocupa de la moneda, símbolo de símbolos y por su lado la Psicología se ocupa del humano como agente de producción de recursos.

 

Hecha esta introducción, paso a centrarme en uno de los dos vectores: el de la acción de la dimensión psicológica sobre los procesos económicos. Adopto este ángulo de la interrelación por dos motivos:

 

  • Porque está mucho menos tenido en cuenta que el vector inverso. Así, por ejemplo, hay muchos desarrollos y bastante conciencia general de los efectos de la inflación o de la recesión sobre la psique mientras que -como ya lo anticipara-, poco se ha trabajado conceptual y prácticamente acerca de las causales psicológicas de la inflación, la recesión y la pobreza o del desarrollo, la ocupación y la riqueza.
  • Porque es el más conocido e investigado por mí, el más compatible con mi especialidad.

 

 

Al presentar la cuestión de la dimensión psicológica como significativamente interviniente en los procesos y comportamientos macro y microeconómicos, estamos dando entidad conceptual y un lugar sistemático, significativo, a lo que habitualmente se categoría como lo irracional junto a lo racional, al inconsciente junto a la conciencia.

Así, estamos dejando de lado la idea del humano (persona, grupo, organización o sociedad) y de la Humanidad misma como algo única y enteramente racional, caracterizada por conductas previsibles o comportamientos mecánicos al estilo del principio de acción-reacción de la Física.

La persona y cada organización o grupo son amalgamas de racionalidad e irracionalidad, de conciencia e inconciencia, de intencionalidad e indeterminación.

Por tratarse de esa conjunción, los comportamientos económicos deben ser objeto de estudio y de trabajo profesional interdisciplinario.

Si no, las consecuencias son:

  •  Que lo psicológico no evaluado a tiempo, surja con fuerza volcánica en el peor momento dando lugar al pánico, quebrantos generalizados, etc.
  • Que cuando la macro y la microeconomía viene mal se acuda a la brujería, pasando de los enfoques tecnocráticos al pensamiento mágico ("esto lo puede explicar bien mi amigo el astrólogo" fue así dicho por un funcionario de primer nivel del gabinete del gobierno argentino a propósito del comportamiento errático de las Bolsas).

 

Una aplicación de lo que queremos decir:  interpretaciones que se pusieron en boga en ocasión del tequila y del arroz ahora señalaron a la "desconfianza" como causal de los comportamientos macroeconómicos no controlables. Esta casi superficial interpretación invoca a lo irracional y a aspectos no conscientes que por definición son ajenos al campo de la Economía. Corresponden al ámbito de la Psicología.

Ahora bien, confianza deviene del latín "fides", acepción que rigurosamente traducida es "fe" en español. Psicológicamente, hay confianza o fe cuando una comunidad deposita en un líder sus expectativas, sus afectos, sus sentimientos de pertenencia y de hecho, hasta sus pertenencias. Dicho líder puede ser una persona o un grupo, una organización o un sistema. Se supone que las sociedades más evolucionadas asignan el lugar de liderazgo a la propia sociedad en su conjunto, en tanto las menos evolucionadas son de carácter más tribal y tienden a asignar tal función a un caudillo.

Bien; la desconfianza sería el efecto de un quiebre en el vínculo entre la sociedad y el que o lo que ocupa el lugar del liderazgo.

Ejemplifiquemos: si un crac en Hong Kong resquebraja o torna inestable al sistema financiero internacional, es porque consciente o inconscientemente esa plaza representaba el lugar de liderazgo en una determinada circunstancia. Si ocupaba ese liderazgo es porque era mucho más que depositaria de valores económicos: era, inexorablemente, portadora de una imagen y de un posicionamiento sumamente fuerte, aunque posiblemente inconsciente que conjugaba creencias, ideas, afectos y valores no económicos. Por ejemplo, podía ser representativa de la potencia tecnológica, de la capacidad de desafío, de la mística oriental, del culto del trabajo, de la perseverancia; podía, por ejemplo, responder a un paradigma tan inconsciente como ancestral para la especie humana: el de "isla titánica" tal como la propia Inglaterra en su era imperial, "isla o islas titánicas que le pueden con éxito a los continentes". Recordemos que también Creta o Sicilia fueron "islas titánicas" en la antigüedad. Japón también se inscribe en la misma tradición y, por nuestro lado, sin ser "titánicas", las Malvinas son algo así como símbolo de la heroicidad para los argentinos (las Malvinas, no sus actuales habitantes).

El pánico, estudiado por Freud, es combinación de sorpresa y susto, combinación resultante de la pérdida súbita de un liderazgo: según el relato bíblico, Judith logra la retirada en pánico del ejército sitiador saliendo de la carpa de su enemigo Holofernes (al cual había seducido) con su cabeza separada del cuerpo.

Katona relata que en 1957 el cataclismo económico en los Estados Unidos de Washington es consecuencia lineal y directa del lanzamiento inesperado del Sputnik, lanzamiento que les hizo sentir a sus habitantes que su país había perdido súbitamente el liderazgo: literalmente, de la noche a la mañana, había sido "descabezado" o había dejado de ser cabeza en el desarrollo de la carrera espacial.

Según mis propias investigaciones, en los comportamientos inflacionarios hay un fuerte componente megalomaníaco de organizaciones, grupos y personas. El liderazgo está puesto en sí mismo, traduciéndose en la creencia tan férrea como inconsciente de que "lo mío vale más": el encadenamiento de tales creencias hace un aporte notable al proceso inflacionario hasta desembocar en la hiperinflación cuando cada persona, cada grupo y cada organización ha dejado de creer en sí misma; o sea, cuando -simbólicamente- se ha "autodecapitado".

Conclusión básica: se impone para el futuro inmediato y mediato tener en cuenta la interrelación más que significativa entre las dimensiones psicológica y económica, lo cual implica empezar a investigar sistemática y rigurosamente todos los aspectos concurrentes aun no explorados de tal interrelación. Necesariamente es una labor interdisciplinaria que ayudaría al planeta, a las regiones, a los países y a los hogares a ponerse a salvo a tiempo de terremotos inevitables y a disolver tempestades evitables con estrategias debidamente diseñadas y acciones oportunamente aplicadas.

 Asimismo, y en su versión más optimista, conocer a fondo tal interrelación proporcionaría herramientas clave para elaborar estrategias de desarrollo, para favorecer la justicia social, para alcanzar una mucho mejor sintonía entre la macro y la microeconomía.

 

 

Texto 2

 

APUNTES SOBRE PSICOLOGÍA Y ECONOMÍA

 

Los mercados son complejas interacciones entre oferentes y demandas.

Los mercados cubren desde bienes de uso y de consumo hasta servicios y valores.

Todo está involucrado en los mercados: no sólo la relación costo-beneficio sino el poder, las imágenes, las creencias, las identificaciones, las aspiraciones, los temores, los celos y las envidias, la imitación y la diferenciación, los sentimientos de pertenencia, los conflictos, etc.

Saber esto nos permite entender desde la angurria o la heladera vacía de hogares de clases altas hasta el uso de calzado deportivo de marcas líderes por parte de chicos de la calle. No es sólo el beneficio económico el que explica las conductas económicas. Esto sería una explicación reduccionista y, como todo reduccionismo, un ejercicio despótico.

Estudiando a fondo mercados y operando sobre ellos, a cada paso se encuentran determinaciones psicológicas de conductas que a primera vista parecen sólo económicas.

Cito un caso representativo de muchos:

Una empresa comercial líder de propiedad familiar, cuyos dueños buscan a través de su acelerado crecimiento dos satisfacciones fundamentales:

  • Reivindicar al padre, el cual hasta una década atrás en virtud de su modesto local era maltratado (según la versión familiar) por parte de proveedores y competidores.
  • Superar o evadirse de las tendencias depresivas que padece la madre.

Conocer el peso y la influencia de estas razones psicológicas sirve para ayudarlos a separar la paja del trigo; o sea, para evitar que aquellas afecten negativamente al objetivo económico y al negocio. 

En los procesos inflacionarios hemos detectado la concurrencia de los siguientes fenómenos:

  • Por parte de la población en general, un período de incubación o ventana: es un período de negación o de no percepción de la suba creciente de precios.
  • Por parte de los actores económicos, en especial los oferentes, un patrón monopólico de conducta. Es decir, cada uno se comporta como si estuviera solo y como si la competencia no existiera o no interesara.
  • Una inflación colectiva del "yo" = "mi producción es preciosa y por lo tanto yo no puedo cobrar menos que... o lo mío vale más que lo de...", comportamiento de apariencia microeconómica pero que en su encadenamiento es a la postre y decididamente macroeconómico.
  • Compulsión a la compra: no espera a la satisfacción y sí sustitución súbita y creciente de las relaciones interhumanas por cosas, por ejemplo
  • Finalmente, hiperinflación: "descabezamiento del yo inflado o inflacionado" e ingreso en el pánico colectivo.

 

 

Ley Psicológica Fundamental de Keynes:

“Si la población aumenta sus ingresos, aumenta su consumo, pero no en la misma medida que los ingresos (sino por debajo de éstos) y cuando caen sus ingresos, su nivel de consumo no cae en la misma proporción.”

 

Ley de Lewin:

“La Economía es necesariamente dinámica y siempre insatisfactoria porque los niveles de aspiración de las sociedades cambian permanentemente.”

En mi opinión esta ley tiene que ser reformulada en un punto, dado que hoy es insostenible la idea del progreso infinito según un patrón universal y uniforme. La reformulación es la siguiente:

La Economía tanto puede ser insatisfactoria porque provee menos recursos de aquellos a los que se aspira para poseer más, como por proveer más recursos cuando una sociedad ingresa en una suerte de "retiro espiritual o monástico colectivo" o de austeridad.

 

Causales psicológicas del cuadro resistencial en Argentina al mercado y al desarrollo del comercio a nivel nacional, regional e internacional:

 - Identificación masiva con padres y antepasados. "Pegoteo" e indiscriminación

- Temor a la separación/diferenciación

- Temor a la competitividad. Confusión generalizada entre competitividad y maniqueísmo del Ganar-Perder

- Resistencia ideológica a las marcas, resistencia que expresa temor a la diferenciación y a la identidad, a la puesta del límite. Preferencia por la aglutinación

- Resistencia ideológica al mercado de marcas

La negación junto a la idealización de otros países oscurece la capacidad de ver, de detectar la heterogeneidad y los matices aprovechables de otros países y culturas para desarrollar mercados.

Ingenuidad + engaño primordial + negación de la diferencia inhiben, además, la posibilidad de adoptar la segmentación de los mercados.

 

A todo lo antedicho se suma la incapacidad dirigencial para compatibilizar transformaciones económicas con modalidades sociales y culturales:  por ejemplo, ¿puede instalarse exitosamente una economía moderna en una sociedad en la que prevalecen patrones culturales y de conducta medievales?

Ejemplo: el rechazo al consumo, el rechazo por parte de intelectuales, artistas y gran parte de la ciudadanía hacia el comercio y la preferencia de hecho por el mecenazgo (la permanencia persistente de la ilusión de que el Greco, Mozart o Van Gogh hacían arte sólo por amor al arte)



Texto 3

 

 

La  recesión como  síntoma

Más que recesión, inhibición

 

Insalubres paradojas, difusas inconsistencias o tácitos entramados en que incurren a veces las sociedades, hacen que éstas retrocedan hasta la aporía o la asfixia y que, pese a su vasto potencial, padezcan un insoportable estrechamiento de sus posibilidades y horizontes. En tales circunstancias calamidades como la recesión, la desocupación y la desmotivación se instalan con la fuerza aplastante y la capacidad de estrago de una erupción volcánica.

Los diagnósticos del cuadro de situación argentino que hace el economicismo de moda (que creo que poco tiene que ver con la Ciencia de la Economía), se basan en un entrecruzamiento más o menos sistematizado de dos factores: globalización de la economía e inexorabilidad de los ciclos; ergo, somos víctimas de la fatalidad.

Ahora bien, la omnipotente globalización implica toda negación de la singularidad -dimensión a la cual las Ciencias de lo Humano, especialmente la Psicología, dan plena significación-.

Por otro lado, la creencia en la inexorabilidad de los ciclos "reactivación - recesión" es la despótica extrapolación al elevado y complejo nivel de la vida humana en sociedad de procesos característicos del nivel más bajo de organización de la materia viva: ritmos, heliotropismos, vigilia-sueño, etc.

Según estas visiones tan difundidas, globalización y ritmo explican todo y se imponen con la divinidad que Zeus les confiere, sobre todo cuando escasean el néctar y la ambrosía (especies que en estos parajes tampoco abundan en los llamados períodos de bonanza).

Si encaramos un análisis integral y pertinente para comprender la conducta humana y comenzamos por vitalizar la singularidad, pronto veremos que la recesión y el desempleo en la Argentina tiene mucho que ver con la Argentina. Por empezar, tendríamos probablemente que reconocer que en Argentina desde hace mucho tiempo se instaló una cultura recesiva y que cuando ingresamos en lo que funcionarios, dirigentes y especialistas llaman recesión, en rigor de verdad estamos incurriendo en hiperrecesión. Para considerar esta hipótesis que estoy formulando quizá baste con considerar el PBI y el nivel de exportaciones per cápita comparados con los países desarrollados (Suiza, Alemania, EEUU, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Canadá, Australia, Japón y muchos otros. Creo que aludir al PBI o a la balanza comercial, por ejemplo, sin hacer comparaciones con los países desarrollados es una media verdad: por tanto, una de las formas de la falacia.Nótese además que tales países desarrollados no exportan sólo productos o servicios: exportan marcas, algo de mucho mayor valor).

Las reflexiones que seguidamente voy a exponer se basan en numerosas investigaciones llevadas a cabo durante los últimos veinte años en torno a los comportamientos económicos, sociales, políticos y culturales de los argentinos y, por supuesto, en mis desarrollos conceptuales y en mi creación, el Método Vincular.

 

En diversos ámbitos he sostenido que, así como hay determinaciones económicas de los procesos psíquicos, hay determinaciones psicológicas de los procesos económicos. La llamada "crisis de confianza" subsiguiente al efecto tequila, no es una interferencia indeseable de "factores psicológicos" como tantos expusieron, sino la manifestación álgida, el pasaje a la visibilidad de la dimensión psicológica, siempre presente y siempre determinante.

 

Justamente las situaciones graves se afrontan con éxito, se superan, cuando se recurre a conocimientos, experiencias y propuestas elaboradas en otro lugar que el correspondiente al del nivel de análisis y de operación más comprometido. Dicho de otro modo: ya no es de la Economía a solas que saldrán las soluciones para superar la recesión y la desocupación: se requiere el concurso de distintas disciplinas, distintas profesiones y distintos sectores.

Esta recomendación se desprende de la premisa de la Terceridad.

 

Acerca de los dolorosos temas que estoy tratando aquí, voy a dejar de lado el ángulo correspondiente a los efectos que, en las personas, en el yo, en la autoestima, en las familias y en las organizaciones más diversas producen el clima recesivo, la dura experiencia de la desocupación y el aumento de las más variadas formas de incontinencia social o inseguridad. 

Voy a abocarme al ángulo complementario:  el de las determinaciones psicológicas de tales indeseables fenómenos.

Mi hipótesis básica es que la recesión de la economía es sólo un síntoma de un cuadro muy complejo de difícil diagnóstico.  

El síntoma "recesión" es resultante de un entramado de inhibiciones de naturaleza psicológica, social y cultural. Este entramado, complejo, por cierto, deriva en lo que podemos bautizar como inhibición de desarrollo. Desde ya, creo que los argentinos podríamos evitar esa derivación y generar condiciones para un saludable desarrollo con todos.

Para atender a qué me refiero y ateniéndome a la dimensión psicológica del fenómeno que estoy describiendo, hago notar que un hilo común enlaza a ciertas conductas, conductas realmente inhibitorias. Estas conductas son especialmente notorias en niveles de decisión de los diferentes sectores de la vida nacional que, a lo largo de un período determinado y ya extendido de nuestra historia reciente, se fueron imponiendo a otros comportamientos posibles. Entre aquellas conductas inhibitorias, destaco:

 

- Tendencias endogámicas y repliegues

- Temores ya anquilosados a competir maduramente

- Inercia o susto frente a los mercados externos

- Preferencias por el amiguismo, el nepotismo o las relaciones primarias aun truchas antes que por los servicios profesionalmente sustentados.

- Autoestima y heteroestima colectivas oscilantes y raramente reguladas por el criterio de realidad.

- Por parte de vastos sectores, la tendencia a considerar a la riqueza en sí misma como un contravalor

- La adhesión al coyunturalismo

- Confusión medieval entre consumo y consumismo

- La coexistencia del engañoso culteranismo de élite con el culto de la obviedad y de la superficialidad, conjunción que se impone de un modo aplastante al desarrollo de la ciencia, de la investigación, de la tecnología y de las ideas.

- Rodeos dilatados para encarar una bidireccional y auténtica apertura e integración con otras culturas

- La tribal dependencia del humor de los cielos (lluvia - sequía, otro ritmo)

- La alternancia ingenuidad - maniqueísmo en la lectura de los procesos sociales propios y del planeta.

 

Sobre este último punto me extiendo por un momento para llamar la atención acerca de la frecuente oscilación entre la visión cándida y el escepticismo destructivo: esa pendularidad entre los extremos "naif" y "nihil" indica, como puede deducirse, incapacidad para pensar y operar en términos de la "lógica del poder": escaparle a esta lógica y sí apegarse a la ilusión del par amor-odio, sólo conduce a las sin salidas.

No quiero abrumar ni tampoco inducir a una desestimación de la influencia que los contextos internacionales y las genuinas determinaciones económicas tienen en las actuales circunstancias. Sólo quiero contribuir a un análisis y a una acción multidisciplinaria, confiado en que nuestra comunidad tiene un bagaje de ideas, experiencia, talento y capacidad de realización que le habrá de permitir superar esta situación.

El hilo común de las conductas que enuncio más arriba, puede conducir al cuadro bautizado como inhibición de desarrollo.

Ahora bien, ¿cuál es el núcleo de ese cuadro? Una conjunción básica de dos temores primordiales tan imbricados como las dos caras de una moneda:

 

 

Temor al Desarrollo

 

Temor al Otro

 

Expresar las cosas de este modo no creo que sea retórica fatua ni apego a lo críptico; no es así, si dejamos en claro que temor al Desarrollo es inseguridad incontrolable frente a la autonomía, frente a la capacidad de decidir, frente a la posibilidad de trascender y frente a los concomitantes fenómenos de despegue de lo archiconocido, separación de los ancestros, superación de las identificaciones a repetición y destierro de los prejuicios

Dejemos a su vez en claro que temor al Otro es temor a otras culturas, a los mercados externos tanto explorados como desconocidos, a los propios mercados potenciales y a los diversos grupos y sectores que conforman a nuestra sociedad.

Es como si los argentinos, sobre todo sus dirigencias, tuviéramos una fuerte inclinación a conductas que inconscientemente concurren a una evitación del proyecto cierto de desarrollarse y del intercambio eficaz con los otros.

 

Si éste es el cuadro, si este diagnóstico es correcto, no caben las culpabilizaciones, simplemente porque todos estamos presos de esta trampa y porque debe ser toda la comunidad, guiada por sus mejores y más ambiciosas aspiraciones, la que tiene que emerger de ella.

Para emerger de esta trampa estamos obligados a adoptar la concepción estratégica para la dirección y gestión de nuestros asuntos comunes, a dar lugar protagónico a la acción interdisciplinaria, a fomentar la profesionalidad, la capacitación, la ciencia y la investigación mientras en lo inmediato se contiene a todos los ciudadanos con una puesta en práctica de programas de emergencia solidaria y, sobre todo, mientras se encara una convocatoria a una reculturalización vasta, singular, "connatural" que predisponga hacia el desarrollo y hacia el Otro.

Es mi convicción más profunda que una comunidad que se proyecta hacia la humanidad actual toda, hacia las futuras generaciones y hacia el mundo como una posibilidad cierta (y no como un límite o una amenaza), una comunidad dispuesta a remover sus inhibiciones psicológicas, sociales y culturales -conscientes e inconscientes- para animarse a la conquista de los mercados externos y a la ampliación del mercado interno, una comunidad que se asume en su singularidad, es una comunidad que sustituye desvitalización por esperanza, trabajo, salud, justicia y horizontes promisorios.

Además, y de este modo, una comunidad da sentido, ocupación y reconocimiento a sus profesiones y a sus profesionales, hoy a la espera de ser convocados.