Rubén Rojas Breu
SOBRE EL CONCEPTO DE NEGOCIACIÓN
Conceptualizando sobre la negociación
Las definiciones convencionales,
habituales o difundidas sobre qué es la negociación tienden a considerarla un
proceso de discusión entre partes, con el fin de alcanzar un acuerdo aceptable.
Para el diccionario de la RAE la
negociación consiste en “tratos dirigidos a la conclusión de un convenio o
pacto”.
Esas definiciones son de alcance
limitado y, además, imprecisas, por lo cual cabe despejarlas, cabe considerarlas
obstáculos epistemológicos (Bachelard) para adentrarnos con rigurosidad y
conceptualizar en toda su complejidad a la negociación.
Por empezar, vale la aclaración de que
la negociación es un proceso constante, diríase constitutivo para los humanos.
Los humanos, aunque no lo percibamos, estamos negociando todo el tiempo y en
los más variados ámbitos.
Se negocia en la familia por parte de
sus integrantes con el fin de alcanzar, si es factible, un equilibrio que
facilite la convivencia y a lo largo de la jornada se sigue en ese tipo de
comportamiento básico. Al viajar se abona, sea combustible o pasaje, según
tarifas que resultan de negociaciones; en el lugar de trabajo cada cual se
conduce de acuerdo a reglas, convenios, remuneraciones, prestaciones,
contratos, pagos y obtención de beneficios, etc. que se negocian o que
cristalizan, suficiente o insuficientemente, como resultantes de negociaciones.
En lo que habitualmente se entiende como ejercicio de la Política la
negociación es también inexorable y permanente.
Por lo tanto, en una primera
aproximación, cabe enunciar esta premisa: la negociación es un proceso
perpetuo que se da en todos los ámbitos de la vida humana.
En su momento, para ejemplificar con
algo que en apariencia es trivial, pero que considero muy elocuente para
enfatizar hasta qué punto la negociación está presente continuamente en todas
las áreas, conceptualicé a la mayonesa envasada como “aderezo síntesis”. Esa
conclusión fue resultante de investigaciones sobre el comportamiento de
consumidoras y consumidores: el rechazo o la baja disposición a comer
determinados alimentos por parte de los integrantes de un grupo familiar se
podía resolver con el agregado de la mayonesa envasada, la que se comercializa
en supermercados y almacenes. La capacidad de tal mayonesa para enmascarar y
saborizar hacía o hace que, finalmente, hasta comidas que podrían generar
rechazo o pocas ganas se tornaban atractivas o sabrosas, v.g., las ensaladas,
las distintas carnes, los más variados fiambres, etc.
Es decir, la mayonesa “sintetiza” al
permitir que los distintos miembros de una familia compartan gustosamente una
misma comida más allá de sus preferencias personales: este producto es un
instrumento para una negociación exitosa.
Según el diccionario de la RAE, síntesis
es la “composición de un todo por la reunión de sus partes”.
Según Hegel: "el espíritu que se
ha arrancado de la naturaleza para volverse hacia sí mismo como espíritu
subjetivo (tesis), y que luego ha creado un mundo humano objetivo (antítesis)
–especie de segunda naturaleza- en el derecho, la moral y el Estado, tiene que
regresar hacia sí en un movimiento que supere a la vez la subjetividad y la
objetividad: es el espíritu absoluto (síntesis), el espíritu definitivamente
reconciliado consigo mismo".
Más allá de las derivaciones
idealistas del texto hegeliano, una afirmación se impone: la síntesis es la
superación de contrarios, es resultante de una lucha de opuestos.
De tal manera, tenemos un segundo
postulado en torno a la negociación: toda negociación exitosa es una
síntesis¸ una síntesis que contiene a los opuestos o contrarios,
a las posiciones antagónicas o diferentes (según el caso y según el grado), al
mismo tiempo que lleva tales actores y enfoques contradictorios o disímiles a
un nivel superior, decididamente superador.
Ahora bien, de acuerdo a lo que
estamos desarrollando, un nuevo postulado o, mejor aún, el punto de partida
para conceptualizar la negociación se nos impone: el conflicto.
Las nociones convencionales, las más
difundidas, con las cuales comencé este artículo ocultan, disfrazan, escamotean
o esconden lo decisivo: no hay negociación si no hay conflicto. Aunque
parezca una obviedad vale enfatizarlo: es poque hay conflicto que se da la
negociación.
Sabemos que el conflicto es
constitutivo.
Me eximo de citar las numerosas
fuentes que desde la Antigüedad hasta el presente han señalado, de una u otra
manera, que los humanos somos en el conflicto, estamos desde el cigoto mismo en
el conflicto.
El conflicto puede darse como
contradicción, antagonismo, oposición, lucha, conflagración, pugna, disputa,
contienda. El listado de expresiones o acciones que aludan o representen al
conflicto es inagotable. Ese listado culmina en el modo más cruento y trágico:
la guerra.
Las nociones convencionales incurren
en renegación o desmentida, concepto que nos remite a una de las
principales elaboraciones de Freud y, por supuesto, del psicoanálisis: el
dispositivo inconsciente por el cual no se percibe lo que está a la vista o lo
que debiera observarse y pensarse en primer lugar. Recordemos que, según el
fundador del Psicoanálisis, el niño al caer en la cuenta de los genitales
femeninos en vez de reconocer la ausencia de pene, lo alucina o supone que “ya
le va a crecer”. No voy a detenerme en Freud, cuyos textos siempre
esclarecedores, son de fácil consulta, pero sólo señalo que, llegado el momento
de tomar conciencia, trama edípica mediante, se desemboca en el complejo de
castración.
Viene a cuento lo antedicho para
destacar que se reviste a tal punto de pacifismo a la negociación que se
reniega o se desmiente que la misma se da porque inexorablemente hay conflicto.
Tanto en lo más banal, la comida
habitual de la familia, como en lo más trágico y destructivo, la guerra, la
negociación se pone en marcha porque hay conflicto.
La niña, el niño o el adolescente que
rechaza determinado plato está en conflicto con la preparación que se le ofrece
y, por lo tanto, con quien está a cargo de la misma: aderezar con mayonesa es
el resultado de la negociación explícita o tácita con la que se supera tal
conflicto entre lo indeseable y lo gustoso, para lo cual tal salsa fría de
origen español (de Menorca) emerge como sintetizadora.
Ante la inminencia de la guerra los
contendientes pueden llegar a un acuerdo si la negociación resulta exitosa, lo
cual presupone que ambas partes alcanzaron una satisfacción posible.
Ni el plato con mayonesa ni el pacto
alcanzado para evitar una guerra jamás satisface totalmente a las partes: quien
come la ensalada con mayonesa está resignando lo que hubiera preferido, como
por ejemplo una hamburguesa con papas fritas; cada contendiente obtiene lo
posible, seguramente mejor de lo que disponía previamente a la negociación,
pero algo que está o estará por debajo de lo que hubiera logrado con un triunfo
contundente, el cual significaría la neutralización total del contendiente.
De tal manera, otro postulado nos sale
al camino de estas elaboraciones: toda negociación implica un acuerdo que
facilita un equilibrio en aras de la coexistencia en la cual, al mismo tiempo,
cada uno de los contendientes o
competidores logra un triunfo parcial,
cada parte concede o afronta pérdidas.
Es decir, nuevo postulado: toda
negociación es conjunción de satisfacción y renuncia para cada una de las
partes.
El negociador inteligente y capaz, se asegura la obtención de la mayor
ganancia, para lo cual:
Debe contar con una estrategia,
Debe conocer en profundidad el perfil
cultural, sociopolítico, psicológico y económico del contrincante,
Debe percatarse de cuáles son los
ideales de sí del contendiente y cuáles son las aspiraciones y los medios con
los cuales supone que alcanzará tal ideal, cuáles son sus ventajas competitivas
y cuáles sus puntos débiles. Cabe
considerar que habitualmente lo que para el oponente son medios de la mayor
importancia para alcanzar sus objetivos pueden ser fácilmente concedidos o de
menor significación para la parte que se conduce con sagacidad y conocimiento.
Nunca es ocioso traer a colación la
célebre sentencia de Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política
por otros medios”. Si la práctica política se vale de modo permanente y
consustancial de la negociación, la guerra es el fracaso de la misma.
La política está presente en toda la
vida humana o de los humanos y supone la existencia, intrínseca para la
especie, del conflicto. La guerra solamente patentiza, del modo más dramático,
el conflicto que preexistía en la situación de paz.
De manera, que lo abordemos por donde
lo abordemos, hay que partir del conflicto y, definitivamente entonces, se
negocia porque hay conflicto.
Toda negociación, al poner término a
un conflicto, jamás implica una solución definitiva, jamás implica un
equilibrio estable para todo tiempo venidero.
Toda negociación lleva a un resultado
que siempre hay que considerar como forzadamente alcanzado y que jamás, como ya
dijimos arriba, satisface por entero a las partes. La insatisfacción subsistirá
y será únicamente controlada en la medida que las partes no solamente respeten
el acuerdo alcanzado, sino que lo fortalezcan a través de renegociar en
distintas oportunidades.
Así tenemos otro postulado: los
resultados de toda negociación son relativamente provisorios e inestables.
Lo que también está descuidado u
omitido en las nociones que se divulgan sobre qué es la negociación, es el rol
de la terceridad, el rol del tercero, el rol de aquello que encarna a
Ley. Ese rol lo he desarrollado en el marco de mi creación, el Método Vincular.
Si bien en la negociación las partes
(dos, tres o más según sea el caso), en apariencia, participan por sí mismas y
todo parece indicar que sólo ellas participan, existe siempre el tercero.
A veces éste es manifiesto y opera como convocante, mediador, conciliador. Por
ejemplo, a punto de estallar la inconcebible guerra entre la Argentina y Chile
por el canal de Beagle, en 1978, el Papa Juan Pablo II envió a su
representante, el cardenal Samoré, el cual instó exitosamente a los
antagonistas a acordar pacíficamente. Obsérvese de paso que se constata el
postulado anterior acerca de la provisoriedad e inestabilidad de los resultados
de una negociación, ya que el gobierno chileno recientemente salió a hacer
nuevamente reclamos por diferencias en torno a los límites.
Volviendo al rol de la terceridad: las
partes se sientan a acordar porque la Ley -terceridad por excelencia- se
encarna no únicamente en las leyes jurídicas internacionales o nacionales sino
también en las leyes científicas sobre el comportamiento humano en general, las
leyes sobre la conflictividad o la guerra y, fundamentalmente, las leyes de la
Política, incita y crea las condiciones para hacerlo. Además, el planeta en
general, por ejemplo, ante la eventualidad de una guerra, sea por Ucrania, sea
por nuestro Beagle, reclama soluciones pacíficas, actuando como un tercero.
Los papeles de la terceridad y del
tercero son también habitualmente renegados o desmentidos.
Nuevo postulado entonces: toda
negociación implica la terceridad y el tercero, lo cual es habitualmente
renegado o no percibido o no tenido en cuenta en análisis y evaluación
de situaciones.
Dado que el sustento de una
negociación es el conflicto, cada una de las partes para alcanzar el mayor
logro posible en la tramitación de la misma debe partir de una posición de
fuerza. En términos de las definiciones de mi autoría sobre Política, Poder
y Relaciones de Poder, la parte debe afirmarse en una posición de poder,
postulado de vital importancia.
Afirmarse en una posición de poder
implica reconocer y conocer al dedillo las ventajas competitivas con las que se
cuenta, de las que dispone la parte propia y el antagonista. Una ventaja
competitiva es la que tiene tanto objetiva como subjetivamente valor como para
imponer el propio interés. Tales ventajas competitivas deben ser deducidas o
detectadas, ya que las determinantes escapan a la conciencia y radican en lo
latente o se hallan en estado de latencia.
La ventaja competitiva es articulación
de las capacidades, aptitudes y dispositivos propios que suponen valor con
potencial de éxito, así como las incapacidades, insuficiencias e
inconsistencias del antagonista. Es competitiva en la medida que es reconocida
objetivamente como tal.
Por supuesto, que también, para un
acabado análisis de las ventajas competitivas se requiere conocer,
simultáneamente, las propias debilidades y el potencial del enemigo, del
adversario, del rival.
Siempre cada parte dispone de ventajas
competitivas y, al mismo tiempo, de debilidades comparativas.
De tal manera, una posición de poder,
determinada por las relaciones de poder, se basa en ventajas competitivas, en
un potencial con capacidad de forzar al enemigo o antagonista a negociar.
Tal posición de poder es vital para
negociar, y así estamos
enunciando otro postulado.
Para entender y aplicar toda esta
conceptualización de poder y, sobre todo, para apoyarse firmemente en una
posición de poder asociada a ventajas competitivas, es fundamental contar con una
estrategia.
Entonces, tenemos un último postulado:
la negociación eficaz depende imperiosamente de la estrategia.
Resumiendo lo medular de todo lo
expuesto anteriormente la parte que mejores réditos puede obtener en una
negociación es la que articula estas actitudes, aptitudes y acciones:
- como ya insistí cuenta con una
estrategia lo cual supone tener debidamente definidos sus objetivos
estratégicos,
- conoce con la mayor profundidad las
ventajas competitivas y los puntos débiles propios, así como los del oponente,
- interpreta en toda su complejidad al
oponente, competidor o contrincante sabiendo a qué medios otorga importancia,
medios que frecuentemente son de bajo interés para la parte que lleva la
delantera inteligente o sagazmente.
La negociación según el Método
Vincular
Todo lo desarrollado sobre la
negociación concluye en que la misma está intrínsecamente ubicada en el
Posicionamiento Constructivo, para informarse del cual remito a mis
publicaciones en este mismo blog y en mi libro Método Vincular. El valor de
la estrategia (Eds. Cooperativas de Buenos Aires, 2002).
Sumariamente tal es el Posicionamiento
Vincular de la negociación por las siguientes razones:
- Es propia de la Secundarización y
tiene la mayor compatibilidad con la dimensión Significado ya que combina la
vocación por los acuerdos maduramente obtenidos dando por sentado el conflicto
como premisa con el conocimiento científico, lo conceptual epistemológicamente
sostenible.
- La Secundarización también implica la
aceptación de que toda satisfacción es parcial y que tal satisfacción parcial
resulta siempre de un proceso que requiere tiempo, disposición para la demora.
- Supone la articulación Ley / Deseo, articulación en la cual la
Ley debe ser entendida en todo el espectro de lo humano y el Deseo como
imbricación de la aspiración al poder con la imagen idealizada de sí de cada
parte.
- El carácter primordial de la
Terceridad o del tercero como agente protagónico.
Enunciación de los postulados
descritos
La negociación es un proceso perpetuo
que se da en todos los ámbitos de la vida humana.
Toda negociación exitosa es una
síntesis.
Toda negociación deviene de la
existencia de conflicto.
Toda negociación implica un acuerdo
que facilita un equilibrio en aras de la coexistencia al mismo tiempo que
supone cierta renuncia o resignación de expectativas para las partes.
Los resultados de toda negociación son
relativamente provisorios e inestables.
Toda negociación implica la terceridad
y el tercero.
En toda negociación la parte debe
afirmarse en una posición de poder, conociendo en profundidad las propias
ventajas competitivas y las insuficiencias del antagonista y, también, a qué le
da la mayor relevancia la otra parte, lo cual a menudo es relativamente fácil
de conceder porque para lo que es de valor para la contraparte no suele serlo
para el negociador que quiere llevar la delantera.
La negociación eficaz depende
imperiosamente de la conducción, cultura, estrategia y organización políticas.
Referencias bibliográficas
Rojas Breu, Rubén (2002): Método
Vincular. El valor de la estrategia, Eds, Cooperativas de Buenos Aires.
Rojas Breu, Rubén: Artículos en
rubenrojasbreu.blogspot.com y rubenrojasbreuelaula.blogspot.com
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, julio 1° de 2023