martes, 14 de enero de 2020

EL DESEO DE LA ESTRATEGIA




RUBÉN ROJAS BREU

EL DESEO DE LA ESTRATEGIA

Abstract

Palabras clave: segmentación – posicionamiento – Método Vincular – interacción entre ofertas y demandas – investigación cualitativa - estrategia – gestión

Es objeto de este trabajo la revalorización de la estrategia invitando a recuperar el deseo por la misma.
Una premisa de la que se parte es la de que dirigir una organización supone contar con una estrategia. Puede suceder que quienes tienen la responsabilidad de dirigir, diseñen y apliquen concientemente una estrategia, pero también puede suceder que la impulsen sin saberlo.
Se profundiza acerca de por qué contar con una estrategia intencionalmente diseñada e implementada.
A través de la profundización se vincula a la estrategia con conceptos tales como segmentación y posicionamiento según el Método Vincular. Asimismo, se aborda la cuestión del poder en tanto cardinal para la comprensión de lo que se expone.
Se analiza la sintonía entre la estrategia y un tipo de gestión a la que se denomina gestión secundarizada, la cual es contrastada con la gestión primarizada.
Se subraya el rol primordial de la investigación cualitativa para el diseño de estrategias.
Luego de definir qué entender por estrategia, centrando en su vinculación con el afuera de la organización, se propone una guía para la elaboración de estrategias



1. Las razones de un título y de una invitación

Ernst Dichter, el psicoanalista austríaco discípulo de Freud, denominó La estrategia del deseo a su texto fundacional sobre la Psicología Motivacional, disciplina que tenía por objeto conocer las motivaciones, particularmente latentes, de los comportamientos de  consumidores, usuarios y clientes. 

Aplicando la figura retórica del quiasmo[1] al título de la obra de Dichter se da nombre al presente trabajo.

Este trabajo está motivado en que hoy parece haberse generalizado cierta renuencia a la estrategia, a menudo porque se incurre en la creencia de que su elaboración y su puesta en marcha suponen morosidad y  plazos demasiado largos para alcanzar resultados, características francamente disfuncionales para una época en la cual, se dice, el vértigo determina el ritmo de la marcha de las organizaciones. Abona también esa renuencia cierto pensamiento difuso acerca de que la estrategia se enraiza en el mundo platónico de las ideas, en la nebulosa en la cual se confinó a la teoría, pertenencia sobradamente  contrastante con una era en la cual se hace culto de la práctica, de la búsqueda de resultados (o de lo que se entiende por resultados). 

Podría pensarse que estas creencias constituyen en rigor racionalizaciones que disimulan la causa última de la poca afición por la estrategia: la precaria capacidad de decisión con que cuenta un gran número de organizaciones o sus direcciones.

Este trabajo es una invitación a la revalorización de la estrategia, una invitación a recuperar el deseo de la misma. Y, según lo antedicho en el párrafo precedente, una invitación a asumir las tomas de decisiones, a animarse a decidir y a prepararse para tal cometido.

Dirigir una organización, cualquiera sea su índole, supone contar con una estrategia. Puede suceder que quienes tienen bajo su responsabilidad dirigir, diseñen y apliquen concientemente, intencionalmente, una estrategia. Puede suceder también que impulsen una estrategia sin saberlo, sin tener conciencia de la misma, como quien procede automáticamente, comportamiento que parece darse actualmente con frecuencia, tal como se desprende de lo señalado más arriba.



2. Las enseñanzas de un acontecimiento histórico

Desde luego que recabando los datos que la historia de la humanidad acumula, hay un sinnúmero de acontecimientos que enseñan acerca de las ventajas de contar con una estrategia o, viceversa, de la debilidad de carecer de la misma. Acá citamos a uno que hemos analizado oportunamente y que diera lugar a una publicación de nuestra autoría relativamente reciente. 

Se trata de la batalla de Queronea en la cual Alejandro Magno y sus jóvenes amigos debutaron en un campo de combate.

El 4 de mayo de 338 AC, las tropas macedonias encabezadas por Filipo II triunfan en Queronea (Beocia), en la antigua Grecia, sobre una alianza de atenienses y tebanos. Consecuencia del resultado de esta batalla es la unificación de la Hélade y la posibilidad de enfrentar al Imperio Persa que desde largo tiempo asediaba a las ciudades griegas. 

Razón determinante de la victoria de los macedonios es que éstos tenían un objetivo estratégico: pasar a la ofensiva contra los persas, para lo cual requerían cumplimentar la meta táctica de unificar las ciudades griegas. En cambio, los derrotados de  Queronea se ciñeron a una finalidad meramente táctica: vencer a Filipo. Esa táctica, en apariencia surgida de la voluntad de Atenas y Tebas de preservar su libertad, tan proclamada por Demóstenes, en rigor respondía a la estrategia de los persas.

La claridad sustentada en la definición de un objetivo estratégico permite a Filipo II y a su estado mayor articular un conjunto de factores que redundan en la victoria: la notoria capacidad de dicho líder y dicho estado mayor, la organización y disciplina de su ejército, la ubicación en el campo de batalla que le facilitaba al rey macedonio la visión de conjunto y la estratagema que principalmente determina el resultado de la batalla.

Las enseñanzas de este suceso histórico podemos resumirlas entonces, un tanto reiterativamente, en que la estrategia supone contar con un objetivo, justamente estratégico, la debida articulación de la táctica (subordinada) y la estrategia, la organización, la visión de conjunto de una dirección para que ésta se ubique por encima de las partes en conflicto y la creatividad e inteligencia para pensar acciones y ponerlas en práctica. 

Una enseñanza quizá se destaca por sobre las demás: la de que la estrategia supone el más allá de las organizaciones o, si se prefiere, la estrategia se dirige hacia el afuera de las organizaciones[2]. Filipo II tenía la mirada puesta en el afuera representado por el Imperio Persa, mientras la coalición que se le oponía reducía su perspectiva a lo doméstico, al territorio conocido, hacia sí misma.

Según la organización de que se trate ese afuera es un mercado o la sociedad, un país, una región o el mundo. En ese afuera se da la interacción entre la organización y sus públicos o sus demandas, para dar cuenta de lo cual hemos creado el Método Vincular ya expuesto en libros y numerosas publicaciones. 

En esa interacción está el sentido, el sentido de las organizaciones, y es para conducir a una organización en esa interacción que es deseable la estrategia.
De esta manera, comenzamos a introducirnos en qué entender por estrategia y por qué desearla.



3. Dos perspectivas antitéticas

Dos perspectivas básicas y antitéticas pueden enmarcar y condicionar a la dirección de las organizaciones: la reduccionista o la estratégica. 

Podría decirse que con la primera de las opciones, las gestiones se dejan llevar, se aferran a lo conocido, disminuyen crecientemente sus aspiraciones, descreen del conocimiento sistemático y de la investigación.

En el segundo caso, una gestión asume activa y concientemente la toma de decisiones, explora, se propone desafíos de vasto alcance, se afirma en el conocimiento científico y en la creatividad y adopta a la investigación como la herramienta por excelencia. 

En un caso hay devoción por las certezas y en el otro vocación por los problemas. En última instancia, una de las perspectivas lleva a obcecarse y la otra a preguntarse. 

En la primera alternativa una ilusión cimenta los comportamientos, la de creer que se decide, cuando, en rigor, lo que se busca es calmar el ansia de seguridad; en la segunda, una gestión se hace cargo de dirigir.



3.1.     La perspectiva reduccionista

Se asienta en las siguientes creencias:


  •  Que el comportamiento humano, en los planos macro y microsocial, puede explicarse a partir de escasas variables de simple formulación y de esquemas con supuesta base científica extrapolados de teorías pertenecientes a campos ajenos a los de las Ciencias de lo Humano.

Dentro de lo más difundido se destaca el conductismo elemental cimentado sobre el esquema estímulo-respuesta o la explicación del comportamiento sobre la base de variables elementales y extrínsecas como sexo, edad o nivel socioeconómico o la relación costo-beneficio.


  •  En sintonía con lo antedicho, se tiende a considerar a las poblaciones como uniformadas u homogéneas. A lo sumo se concederán algunas diferencias por matices entre población y población o se segmentará según variables duras. Eventualmente, para aplicar en la propaganda o en la publicidad, se desarrollarán segmentaciones del tipo taxonómico basadas en criterios tales como la adhesión a valores o perfiles de personalidad.



  • Que las personas, grupos, organizaciones, naciones y la humanidad misma se guían por motivaciones concientes y "racionales" o de carácter eficientista. Asimismo, niegan el papel dinamizador de los ideales, paradigmas o de las configuraciones utópicas.


Según estas creencias condensadas en la perspectiva reduccionista, prácticamente la elaboración de estrategias, la diferenciación cualitativa, la competencia por ideas, las propuestas de máximo alcance o por posicionamiento carecen de valor e incluso son consideradas faltas de realismo y hasta indeseables.

Así, en política  sólo vale ganar elecciones y sólo tiene sentido medir qué quiere supuestamente "la gente" con el fin de captar su adhesión. En el campo social propiamente dicho importan las fórmulas que promuevan la adaptación acrítica. En los mercados, tanto internos como externos y tanto para naciones como empresas, sólo vale competir por precio, distribución o, eventualmente, prestaciones o atributos de lo que se ofrece o satisfacer a segmentos de la demanda artificialmente determinados.

En todo caso, según el ámbito de que se trate, la capacitación, la propaganda o la publicidad harán el resto, sea generando ilusiones, sea propiciando el sentido común o el comportamiento práctico.

A esta perspectiva la bautizamos reduccionista porque:


  • reduce el comportamiento humano a variables inspiradas en niveles de integración inferiores al de nuestra especie,

  •  reduce la heterogeneidad propia de lo humano a la homogeneidad,

  • reduce las aspiraciones ciñéndose a lo posible, a la experiencia y a la adaptación.




3.2.      La perspectiva estratégica

Define objetivos de gran alcance y se vale de los desarrollos teóricos, la tecnología y la acción inteligente para alcanzarlos. 

Se sustenta en los desarrollos de las Ciencias de lo Humano, en las elaboraciones de alta complejidad en torno a los comportamientos sociales. Es, desde luego, la perspectiva en la que se inscriben el Método Vincular[3] y todas las producciones que se amparan en el mismo.

Sus postulados más destacables son:

¨    Los comportamientos tanto macro como microsociales se explican a partir de las leyes que dan cuenta del nivel más elevado de integración: precisamente, el humano.
 Por tanto, son teorías de alta complejidad las que pueden dar cuenta de las problemáticas de este nivel. 

¨    El carácter intrínseco e intrínsecamente activo de la heterogeneidad de las poblaciones, grupos y personas. Esto, entre otras cosas, supone que lejos de uniformar hay que sintetizar para conducir, para proponer posicionamientos y para diseñar estrategias. Esta heterogeneidad puede ser entendida -y segmentada- según teorías que pongan en primerísimo plano variables específicas y pertinentes, estrictamente propias de la conducta humana.

¨    El carácter enfáticamente dinamizador de las aspiraciones, ideales o configuraciones utópicas en todos los campos del desenvolvimiento humano, desde el político y el social hasta el mercado.

Para esta perspectiva la ciencia, la investigación[4] y la innovación tecnológica en todos los campos del conocimiento y de la producción humana son esenciales. 

Estrategia[5]; diferenciación por calidad, selectividad o perfil; competitividad por valor; posicionamientos; creatividad: he aquí las manifestaciones descollantes de la aplicación de esta perspectiva.

Desear la estrategia implica vocación por todo lo antedicho en este punto y asumir como   postulados lo expuesto en el mismo.

Resumidamente: teorías de alta complejidad, investigación, competitividad por valor, definición de objetivos, segmentación y posicionamiento son los cimientos por excelencia en los que se sustenta la estrategia.



4. Segmentación y posicionamiento[6]

Una premisa, decisiva para la estrategia, es que toda sociedad es heterogénea y, por lo tanto, lo es cada área de una sociedad así como cada zona de interacción entre oferentes y demandas, particularmente los mercados.

Ninguna organización propone lo mismo, algo idéntico, a lo que proponga otra organización o su competidor. 

Ninguna ciudadanía, clientela o población consumidora o usuaria es uniforme en sus gustos,  motivaciones o expectativas. 

La heterogeneidad llega a ser indominable, A la vez debe asumirse que la heterogeneidad es fuente de creatividad, promueve riqueza, estimula la competitividad, entre otras funciones que pueden atribuírsele.

De ahí que para volverla un instrumento, para transformar algo indominable en algo provechoso es que tenemos que pensar en segmentación. 

La segmentación, tanto de las organizaciones y de lo que éstas proponen u ofrecen y de las poblaciones o los públicos, es un modo de sistematizar, un modo de ordenar la heterogeneidad, la diversidad. 

De tal manera, la segmentación es una herramienta de la estrategia. A través de ella, conocemos en profundidad las organizaciones y sus públicos en su interacción, porque conocemos los segmentos que conforman a unas y otros. 

El error más grave que puede cometer la dirección de una organización es encarar a su afuera y, en particular a sus destinatarios, como si se tratara de un todo homogéneo, una masa uniforme. 

Por el contrario, aplicar la segmentación es el modo de abordar a ese afuera estratégicamente. Dicho de otro modo, no hay estrategia sin segmentación o, con una fórmula en afirmativo: la estrategia implica la segmentación. El diseño de una estrategia implica reconocer qué segmentos va a considerar dentro de un territorio y un escenario determinados.

El posicionamiento es la articulación de segmentos: el segmento en el cual se ubica la organización o lo que ésta ofrece o propone y el segmento de la población al cual se dirige o procura interpretar. Al posicionamiento entendido como articulación de segmentos lo denominamos Posicionamiento Vincular, concepto clave del Método Vincular.

Habíamos concluido 3.2. señalando que definición de objetivos, segmentación y posicionamiento son conceptos que forman parte de los cimientos por excelencia de la estrategia.

La definición de objetivos consiste básicamente en la definición del objetivo de posicionamiento.

Esto es, fijado o delimitado el territorio en el cual la organización opera o va a operar,
conocido en profundidad el escenario,
la definición de objetivos es el paso clave.

Tal definición de objetivos es, sobre todo, la definición del objetivo de posicionamiento, el cual resulta de la correcta articulación del segmento al que pertenece la organización (o lo que ésta ofrece o propone) con el segmento al cual se dirige, sea de la sociedad, sea de una determinada población,  sea de la demanda.


       
5. La estrategia y la cuestión del poder

5.1.     Definiendo el poder

Es llamativo que en tantos textos sobre estrategia, cuyas destinatarias son las direcciones de las organizaciones, prácticamente no haya referencias a la cuestión del poder. Cabe interrogarse si esta omisión responde a alguna suerte de superstición por la cual quizá se crea que referirse al poder es mostrar una ambición pecaminosa; si no, véase cómo se lo recuerda a menudo a Maquiavelo[7]

Ampliando el interrogante: ocuparse de la cuestión del poder ¿es propio de quienes aspiran a disponer de él con el objeto de manipular o maquinar? No podemos detenernos en responder este interrogante, respuesta que justificaría un texto específico; digamos por ahora que nadie más interesado en evitar hablar del poder que quien gusta de manipular. 

 La estrategia supone poder y, sobre todo, supone interés para desarrollar poder. Por lo tanto, no se puede pensar en estrategia sin bucear en la cuestión del poder, sin intentar establecer qué entender por poder.

El poder es intrínseco a las interacciones entre las organizaciones, los grupos y las personas. Circula en todas las direcciones y proviene de todas las direcciones. Lejos de ser una asignación divina, como se pensó por siglos, emerge de esas interacciones.

Que sea propio de las interacciones entre organizaciones, grupos y personas  y que circule indefinidamente a través de tales interacciones son sobradas razones como para ocuparse de él.

También son sobradas razones para considerarlo en relación con la estrategia.
En otro lado, hemos definido:

“Poder es la capacidad para pasar de una situación dada A a una situación ideal o aspirada B en el seno de la interrelación entre distintos actores y sectores que demandan, procuran y/o ejercen dicha capacidad y el complejo contexto en el que tal interrelación se da” (Aglamisis y Rojas Breu: Acerca..., :1).

Subrayamos de esta definición:


  •          que poder es una capacidad

  •        que el poder surge de la interrelación entre actores y sectores – organizaciones- y el contexto.





En     En el mismo texto señalamos que la interrelación, sintetizando, se da entre tres términos:


  •           el que confiere el poder

  •      el que asume el poder

  •     el contexto


·”Hacerse del poder”, concentrar poder, sumar poder, acumular poder y otras expresiones por el estilo son manifestaciones que subrayan que el término que en un espacio tiempo determinado asume el poder, en la interrelación con los otros términos, alcanzó una posición dominante. Pero, insistimos, tal posición dominante surge de la mencionada interrelación; dicho de otro modo, ningún actor y/o sector que se configura como término que asume el poder logra una posición dominante sin la aprobación, más tácita que explícita, de los actores y/o sectores que lo confieren y sin condiciones favorables en el contexto para el logro de tal posición dominante.

Con estas definiciones y precisiones sobre el poder, buscamos conceptualizar y, a la vez, desterrar los prejuicios y las consideraciones falazmente éticas que terminan incurriendo en moralina. También procuramos desterrar la naturalización del poder, naturalización que se expresa en la creencia de que quienes disponen de poder o quienes concentran poder lo han logrado excluyentemente sobre la base de los propios méritos o por disposición divina o por una suerte de culto que lleva a algo o a alguien a ocupar indiscutidamente un lugar de privilegio.

El término que asume el poder tiende a ser factotum, a disponer del mayor nivel de decisión y a influir, todo lo cual ya había sido señalado por Weber; sólo que nuestro intento es el de ir más allá, haciendo hincapié en la interrelación como fuente de desarrollo del poder, particularmente de las configuraciones según los tres términos ut supra enunciados. 



5.2.     Sobre la construcción de poder

Aceptado lo descrito en 5.1. acerca de cómo definir al poder, se trata de determinar cómo se construye, cómo se afirma y cómo se ejerce el poder.

Para dar cuenta de estos interrogantes contamos con dos fuentes:

una, las elaboraciones de un sinnúmero de autores, que aunque no hayan planteado explícitamente la cuestión del poder, se refirieron de una u otra manera a la misma y proporcionaron claves para su comprensión. Aquí tenemos en cuenta fundamentalmente los aportes de Maquiavelo, Freud, Weber y Bion.

dos, con las investigaciones que hemos llevado a cabo sobre los comportamientos sociales aplicando el Método Vincular.

Conjugando las fuentes citadas, puede resumirse en que dos son las tendencias básicas en la construcción, afirmación y ejercicio del poder. Se trata de dos tendencias básicas que han determinado las conductas de los decisores de toda índole a lo largo de los siglos y también de quienes ocupan posiciones de dirección de organizaciones del más amplio espectro.

A una de tales tendencias podríamos categorizarla como espontánea, por cuanto en última instancia responde a un patrón en el cual se destaca el liderazgo primario y la aglutinación o el gregarismo; se trata de un tipo de configuración que puede darse fácilmente, naturalmente, sin requerir aprendizaje, sin extremar el empleo de la inteligencia, sin apelar a la investigación y el pensamiento de mayor complejidad. Es la tendencia que en su forma más cruda se observa en los liderazgos de masas. El sentimiento de pertenencia y la adhesión acrítica son predominantes.

La segunda tendencia podría denominarse propiamente orgánica, y lo destacable prima facie de ésta es la conducción profesionalizada, la concepción de equipo, la diferenciación compleja de roles y funciones y, fundamentalmente, la fijación de objetivos tal como los describiremos en este trabajo. Ésta es la tendencia en la construcción, afirmación y ejercicio del poder que claramente responde a la perspectiva estratégica y, por ende, la más sintónica con la estrategia y con el diseño de estrategias.

Vale desde ya dejar en claro que podemos encontrar ambas tendencias en cualquier organización de todo el espectro. La espontánea muchas veces se enmascara bajo apariencias sofisticadas y requiere arduas exploraciones y análisis para sacarla a la luz. Si la llamamos espontánea es porque se trata de la que “naturalmente” nos inclinamos a adoptar.

La modalidad orgánica requiere no sólo conocimientos especializados y, fundamentalmente, basarse en la perspectiva estratégica, sino también un continuo  volver sobre cómo se está construyendo y ejerciendo el poder, la autoobservación, así como la exploración sistemática de los otros actores, de los distintos términos copresentes en cada configuración: el que asume el poder, el que lo confiere y el contexto.

Hasta donde sabemos, es Maquiavelo el primero que formula en términos modernos, ya científicos, estos dos modos de inteligir la cuestión del poder. Interpretando significativos desarrollos de su texto más célebre, El príncipe,  podemos deducir la siguiente ley de hecho por él formulada, deducción que requiere una lectura en profundidad y sin prejuicios. Esta es la ley que descubrimos en sus páginas:

"A mayor concentración de poder por parte de quien conduce, mayor  es su capacidad de decisión pero  menor la estabilidad y probabilidad de permanencia de la organización . A mayor distribución del poder, más compartida es la capacidad de decisión pero mayor  la probabilidad de estabilidad y de proyección, en el tiempo, de la organización".

Es decir, en el primer caso, que correspondería a la tendencia espontánea, la vida misma de la organización depende más que estrechamente de quien ejerza la posición dominante.

En el segundo caso, correspondiente a la modalidad orgánica, la organización es autónoma de un liderazgo determinado. La conducción o la dirección se definen por los objetivos de la organización.

En el marco referencial que propone el Método Vincular, para ubicar a ambas tendencias, nos basamos en el eje que expresa los comportamientos sociales, cuyos extremos son la Primarización (Pn) y la Secundarización (Sn), los cual nos permite una categorización básica de los perfiles de dirección o de gestión de las organizaciones: primarizada y secundarizada

No haremos acá una exposición en torno a estos conceptos que pueden consultarse o profundizarse en otros textos[8]. Sólo presentamos seguidamente una breve descripción de cada tipo de ambas gestiones.



5.2.1.              La gestión primarizada

Una primera nota a destacar con respecto al perfil de la gestión primarizada es su centración en la organización misma, en su adentro, como si todos los esfuerzos estuvieran orientados a su perpetuación sin considerar el sentido.
Tal centración es característica de una configuración endogámica, por la cual la organización tiende a asimilarse al modelo de la familia aglutinada[9] o del clan.


Sobre tal base, podemos enunciar otras notas sobre este tipo de gestión:


  •   el liderazgo dominante y la concentración de las decisiones; es lo que denominamos liderazgo primario.

  •     por parte de los dirigidos, la adhesión acrítica a tal liderazgo y/o la complacencia con la concentración de la capacidad decisoria

  •    la fuerte adhesión a lo ya conocido, al punto de que aun lo que es novedoso, distinto o de alguna manera desconocido se asimila a lo ya conocido. Ante una propuesta original, la reacción típica es “a esto acá ya lo hacemos de tal manera”.

  •   la transgeneracionalidad por la cual se repiten los comportamientos de la generaciones anteriores o de quienes antecedieron en las funciones de dirección. La trillada sentencia “acá siempre lo hicimos así” es una manifestación elocuente de esta característica.

  •   la proclividad por la fusión, o sea a una fuerte identificación con los otros del propio seno de la organización así como de otras organizaciones, inhibiendo de reconocer al otro o a los otros de dentro y de fuera como dotados de su propia identidad, con sus propios deseos y valores.

  •   coherentemente con esta última característica, el marcado sentimiento de pertenencia, al punto de la indiferenciación: ·”todos somos iguales y nos debemos por entero a la empresa o la institución”. Cabe la salvaguarda de que todos son iguales menos aquello que o quien ocupe la posición de liderazgo dominante. Siguiendo a Freud, todos son iguales y se identifican entre sí sobre la base de una sujeción resultante de la identificación primera con el líder, el cual, objetivamente, es el diferente[10].

  •    la sustentación en una dinámica polemógena, de polarización según las divisorias “propios y extraños”, “amigos y enemigos”, etc. Antagonizar de esta manera sirve al propósito de estimular y fortalecer el sentimiento de pertenencia y la adhesión acrítica.

  •   simultáneamente, concibe la crisis y el conflicto como anomalías eventuales, atribuibles a comportamientos intencionales de las partes o de la contraparte según sea el caso. Responsabiliza antes de objetivar la situación de crisis o de conflicto y su rol en el mismo.

Tropieza con la crisis o con el conflicto; esto es, los reconoce cuando han alcanzado insoslayable evidencia. No percibe el período ventana o de incubación, no tiene en cuenta el llamado de atención de la teoría del caos que propone considerar las pequeñas variaciones apenas registrables.

Manual, certezas, prescripciones, plan,  procedimientos y encuestas: he ahí la racionalidad de la gestión primarizada. El plan en tanto conjunto estandarizado de pautas a seguir, supuestamente aplicable en las más variadas organizaciones y en todo tiempo y lugar, provee la certidumbre y libera de la ansiedad de decidir. La investigación, particularmente la investigación cualitativa, es resistida o acomodada a estándares.

El fin de esta breve descripción de la gestión primarizada en este artículo consiste en mostrar que entre la misma y la estrategia hay un abismo. Es decir, para la gestión primarizada la estrategia no
es deseable.



5.2.2.              La gestión secundarizada

La gestión secundarizada se sustenta en la premisa de que el afuera, su acción en el afuera de la organización, es el sentido de ésta. Ante todo, la organización se propone objetivos hacia la sociedad de la cual forma parte y, en particular, la zona O-D para las organizaciones en general y el mercado para las empresas en particular.

De tal manera, la gestión secundarizada tiene vocación exogámica, promueve el intercambio, asume que las organizaciones se proyectan en tanto interactúen sistemáticamente con otras organizaciones.

Características básicas de la gestión secundarizada son:


  • El reconocimiento de lo distinto, se trate del Otro en tanto cultura, sociedad, organización, mercado, grupo o persona, se trate de lo Otro en tanto propuestas, servicios o productos. Admitir la pluralidad corresponde a esta característica.

  • La búsqueda de la autonomía en todas sus variantes, comenzando por "independizarse" de los patrones transgeneracionales  o, mejor aun, empezando por conducirse con objetividad al respecto; o sea, valorando lo que puede mantener justificada vigencia y desprendiéndose de lo que pasa a ser fuente de obstáculos epistemológicos o de prácticas ineficaces.

  • La definición de objetivos estratégicos e intraorganizacionales como estructurantes de las decisiones y acciones,

  • El reconocimiento y estudio sistemático del contexto.

  • La conducción entendida como función generada para el cumplimiento de dichos objetivos

  • La vocación por el trabajo en equipo orientado al logro de los objetivos, con diferenciación de funciones, roles y tareas

  • La articulación de la experiencia con la exploración e implementación de enfoques y políticas innovadoras

  • La disposición a la integración y el aprovechamiento de las diferentes concepciones y opiniones que emerjan durante el desarrollo de la tarea.

  • El reconocimiento de la crisis y del conflicto como constitutivo, como intrínseco a la marcha de las organizaciones. De esta manera, crisis y conflicto se conciben como esperables e inexorables.

  • La percepción de los períodos ventana o de incubación así como la agudeza para reconocer las señales a menudo latentes. Los ruidos o interferencias, que especialistas en comunicación consideran anomalías perturbadoras, son vistos y tratados como señales, como datos para el diagnóstico. Las pequeñas variaciones casi imperceptibles son registrados como indicadores de la marcha de los procesos.

  • La capacidad para afrontar las problemáticas en toda su complejidad y la aptitud para sustituir los dilemas por problemas

  • La atención tanto a los procesos como a las consecuencias determinadas por la estrategia, políticas, decisiones y acciones adoptadas, sin dejarse llevar por la compulsión al logro de resultados, compulsión que desconoce tanto la propia dinámica como el contexto.


Complejidad, apertura, creatividad, búsqueda continua de las relaciones latentes que requieren ser traídas a la luz, actitud investigativa, caracterizan a la gestión secundarizada. 

La estrategia es plenamente sintónica con este tipo de gestión o, lo que es lo mismo, la gestión secundarizada desea la estrategia.



6. El rol de la investigación

En diversos textos hemos hecho hincapié acerca del rol primordial de la investigación para el diseño de estrategias, incluyendo publicaciones que pueden encontrarse en Cuadernos precedentes de esta misma serie[11]. Decimos en uno de ellos:

“...el Método Vincular al conferirle a la investigación cualitativa el rol primordial la asocia intrínsecamente a la estrategia; dicho de otra manera, la elaboración y la puesta en marcha de una estrategia es posible gracias a la investigación cualitativa y, simultáneamente, ésta es exigida y valorada como instrumento para contar con aquélla” (La investigación cualitativa como..., :21)

También, en la misma publicación exponemos:

“La investigación cualitativa, en el marco de los desarrollos del Método Vincular, deviene en herramienta clave de la gestión. En sucinta enunciación destacamos los efectos más relevantes:

} la caracterización en profundidad de las zonas de interacción entre ofertas y demandas o de los mercados y de sus contextos,

} la segmentación de dichas zonas o mercados[12],

} el mapa de los posicionamientos cubiertos y los posicionamientos no cubiertos o a cubrir,

} la descripción sistemática y pormenorizada de los perfiles de la oferta (propia y de la competencia), el de la demanda, el situacional y el comunicacional,

} los análisis que sirven de base para el diseño de estrategias y políticas y acciones que se derivan”.

Tal como se dice con claridad en estas citas, es la investigación cualitativa la que cumple un rol primordial en el conocimiento de la interacción entre las organizaciones, sus contextos[13] y sus públicos.

Es la investigación cualitativa la que estudia en profundidad los escenarios y la interacción mencionada, la que detecta los movimientos latentes y predice los cursos de los acontecimientos. La investigación cualitativa diagnostica y pronostica[14]

De modo tal que desear la estrategia, supone desear la investigación cualitativa.



7. Estrategia

Según ya hemos expuesto en otros lugares[15]:

“Estrategia es el trazado que una conducción se propone para el logro     de objetivos.

Ateniéndonos a esta definición, hacemos las siguientes observaciones:

ù  La Estrategia supone una Conducción, la fijación de Objetivos y la articulación entre tal rol y tal tarea. Dicho por la negativa, no hablamos de estrategia si se carece de conducción y de objetivos a alcanzar. 

ù  Al adoptar la palabra,  "trazado" -vocablo que guarda familiaridad con rumbo o diseño- estamos estableciendo una diferencia de fondo con planificación, con programación o con conjunto de reglas y procedimientos o con cualquier tipo de estructuración rígida de conductas destinadas a la obtención de resultados”.


Dice Alberto Levy: 

“A diferencia de lo que comúnmente se cree, estrategia NO ES el camino para lograr objetivos. Estrategia es qué objetivos nos fijamos para crear valor económico” (Levy: Mayonesa...:, 39) . Más que en las diferencias que puedan percibirse entre ésta definición y la que proponemos más arriba, destacamos la coincidencia: lo que define a la estrategia es la fijación de objetivos.

Subrayemos que la estrategia supone el conocimiento en permanente actualización y profundización así como la creatividad para afrontar continuamente situaciones tan variadas como críticas y para pergeñar herramientas ingeniosas.

Por esto hemos dicho en la obra citada  que la estrategia implica la integración del rumbo, la dirección, el conocimiento y la creatividad. Sólo sobre estas bases se pueden pensar y aplicar la programación, la planificación, las reglas y los protocolos

La figura del estratega se alza, en simultáneo, como expresión de la parte, a la cual dirige, y de la comprensión del todo. El estratega,  a la vez que conduce, a la vez que toma partido,  se ubica por encima de todos los actores involucrados para tener la mayor claridad y la mayor posibilidad de objetivación sobre la totalidad del campo que es de interés de la organización.


8.    Los objetivos

Ya hemos dicho que el sentido de una organización está determinado por su afuera; esto es, la organización responde a objetivos que debe realizar respecto de la zona de interacción con sus públicos y con la comunidad en general. Al mismo tiempo, para cumplimentar su objetivos hacia el afuera, la organización requiere contar en su interior con la configuración,  funciones y normas que se adecuen para ello.

Llamamos objetivos estratégicos a los que la organización debe darse y cumplir respecto del afuera y objetivos intraorganizacionales a los que habrá de alcanzar para estar en condiciones de satisfacer los primeros.

Dos niveles de objetivos estratégicos podemos recortar para cada organización:

1. El nivel correspondiente a los objetivos que hacen al genérico al cual la organización pertenece. Así por ejemplo, si se trata de un hospital estos objetivos pueden ser el de la asistencia, la prevención, la docencia y la investigación a los efectos de promover, garantizar y preservar la salud. Si se trata de una empresa, el objetivo será el de  la obtención de lucro a través del dominio de un tipo de negocio o de negocios. A estos llamamos entonces objetivos determinados por el genérico al que pertenece la organización o fines.

2. El nivel correspondiente a los objetivos que hacen a la especificidad de la organización en cuestión. Estos objetivos son exclusivos de cada organización. Cada organización tiene sus objetivos específicos, los cuales son más determinantes que los correspondientes al genérico.
No hay dos organizaciones que tengan los mismos objetivos específicos con respecto a la sociedad, a la comunidad, a su área de interacción o a su mercado.
Se trata de los objetivos que confieren el sentido pleno a la organización y que están directamente relacionados con su identidad.


Dos tipos de objetivos específicos definen a cada organización:

A. El objetivo de posicionamiento, que es el que expresa la posición relativa que la organización quiere o puede (concientemente o no) ocupar  en la sociedad. Lo que la diferencia respecto de otras organizaciones que participan del mismo genérico es su posicionamiento.
De este modo, establecer un posicionamiento implica inexorablemente  hacerlo siempre sobre la base del análisis comparado de dos o más organizaciones.
Con relación a este tipo de objetivo es que debemos considerar la Identidad o la marca institucional  y, por supuesto, la imagen institucional.

B. El objetivo de desempeño, o sea la participación y penetración que una organización puede proponerse, sobre la base de los análisis y la objetividad. Nos referimos a las metas que hacen a qué porcentaje de mercado, o qué caudal electoral, o qué tasas de alfabetización, etc. a las que pueda aspirar, objetivamente,  una organización equis.

Los objetivos intraorganizacionales se refieren a los que la organización se impone para el cumplimiento de su rol: o sea, se trata de los que establece hacia el “interior” de la organización.
Estos objetivos se centran en el diseño organizacional a alcanzar, en las políticas a seguir para las distintas áreas de incumbencia y con los distintos sectores, áreas y grupos integrantes y en el mejor aprovechamiento de la cultura organizacional.

SINOPSIS DE LOS OBJETIVOS
DE UNA ORGANIZACIÓN




 ESTRATÉGICOS



ò                                     
COMPLEMENTARIOS U OPERATIVOS

GENÉRICOS

ESPECÍFICOS
                                              
                                       í                     î

                           POSICIONAMIENTO                                        DESEMPEÑO


9.    Los pasos de la estrategia

Cada organización o cada marca elabora su estrategia: es decir, finalmente una estrategia es fundamentalmente ad hoc, acorde con todo lo expuesto a lo largo de este trabajo.
Nada más lejos de nuestra intención entonces que la de formular los pasos de la estrategia como si se tratara de una prescripción. Expondremos una guía  que sirva, sobre todo, para encausar.
Por lo tanto, recomendamos que los pasos que enunciamos seguidamente sean tomados como  orientativos.

Primer paso: delimitación  del   territorio  y  del  escenario   en   el  que  se va  a operar

 Distintas    organizaciones    o   distintas   marcas   harán   diferentes   delimitaciones   en   función   tanto   de   sus   alcances  como de sus metas.
 El territorio contiene los siguientes componentes:


  •  geográfico -que puede ir desde el barrio hasta el planeta según la organización o marca-.

  • demográfico

  • sector o rubro

El escenario se refiere a las condiciones que presenta el contexto en el cual se prevé operar.

Segundo paso: definición de los objetivos genéricos

Recordemos  que:

§  se trata de los objetivos que la organización o la marca deben fijarse atendiendo al sector o rubro dentro del cual se definen.

§  debe tenerse en cuenta el Posicionamiento Vincular del genérico.

§  hay que atender a la interacción entre este posicionamiento y el específico.


Tercer paso: definición y adopción del objetivo de Posicionamiento Vincular específico.

Estamos hablando de la definición y adopción del objetivo de Posicionamiento Vincular de la institución,  empresa o marca que se trate.

Acerca de este paso es importante subrayar que:


  • se trata de establecer qué posicionamiento se define y/o adopta en el marco de la Matriz de Posicionamientos Vinculares[16].

  •  al hacerlo, debe tenerse en cuenta cuáles ocupan los otros participantes del mismo sector o los competidores.

  •  debe considerarse la interacción con el posicionamiento del genérico.



Cuarto paso: fijación de los objetivos de desempeño

Nos referimos a las metas de participación y penetración que una organización o marca se propone.
Se trata de las metas que hacen a qué porcentaje de mercado, o qué caudal electoral, o qué tasas de alfabetización, etc. se propone una organización equis.


Quinto paso: formulación de los objetivos intraorganizacionales

 Esta formulación debe hacerse a fin de lograr la máxima adecuación de la organización respecto de los objetivos estratégicos en general y de la aplicación de la estrategia en particular.


Sexto paso: determinación de la identidad de la organización

Se trata de la construcción o potenciación de la identidad de la institución o empresa, sea en el carácter de protagonista, sea en el carácter de aval de la propuesta, de los productos o de los servicios a impulsar o cobijar


Séptimo paso: definición del perfil de la oferta

Corresponde a la caracterización de lo que se ofrece: propuesta, producto o servicio o línea de productos o servicios.
Determinar el perfil incluye desde el concepto  hasta su presentación en la zona de interacción entre la organización y sus públicos o en el mercado. 


Octavo paso: definición del perfil de la demanda
Se trata de la caracterización del segmento a dirigirse, público o audiencia.


Noveno paso: definición del perfil situacional
Alude a las situaciones prioritariamente asociadas con la propuesta, producto o servicio y acordes con el Posicionamiento Vincular adoptado.


Décimo paso: diagnóstico de los agrupamientos emergentes
 Al definirse un posicionamiento y  al poner en marcha una estrategia, emergen distintas posiciones dentro de la zona O-D o del mercado canalizadas a través de sendos agrupamientos, a saber:

§  El propio o adherente
§  El expectante
§  El resistencial
§  El opositor

La estrategia a implementar debe prever el surgimiento de éstos y estudiar sus características así como anticiparse a sus posibles conductas y reacciones.



Undécimo paso: determinación de la competencia

Esta determinación cabe hacerla tanto en términos de diagnóstico como de previsión y de inducción. O sea, determinar la competencia significa:
4 establecer cuáles son los competidores actuales o inmediatamente emergentes puesta en marcha la estrategia.
4 establecer cuáles serán los que surjan en el futuro o potencial.
4 definir a cuáles de unos, de otros o aun de no competidores, por razones justamente estratégicas es interesante considerar competidores.


Duodécimo paso:  fijación de la política de alianzas

Esta política es clave y tiene por objeto:


  • Acumular el mayor potencial para la propia acción. En  este punto, es determinante precisar cuáles son los segmentos propios para afirmarlos; también corresponde definir los expectantes a fin de atraerlos activamente y los resistenciales para neutralizarlos o incluso para tornarlos, al menos, expectantes.

  • Evitar que tales aliados, actuales o potenciales, sean atraídos por rivales o competidores.


 La política de alianzas se establece tanto con la demanda o el público propio como  con competidores eventuales en la medida  que objetivos comunes se impongan sobre los particulares.

Téngase en cuenta que la expansión se da a partir del núcleo: se crece a partir del propio posicionamiento y, por lo tanto,  de los propios segmentos de demanda y oferente.


Decimotercer paso: delineación del estilo a adoptar en la ejecución de la estrategia.

La delineación del estilo se funda claramente en el posicionamiento específico adoptado, por lo cual de la descripción más abarcativa posible de éste se deduce el estilo a adoptar. 

El estilo refiere al trato en todos los ámbitos y canales de los que la organización o la marca se vale para la ejecución de la estrategia.

 Decimocuarto paso:  diseño de la política comunicacional
 
Este diseño incluye la totalidad de los componentes. Destacamos los  básicos: 

§  mensaje básico
§  nombre institucional o de marca
§  isotipos, logotipos y símbolos identificatorios
§  publicidad o propaganda propiamente dicha
§  política de medios



Decimoquinto paso: enunciación de las acciones a implementar

Se derivan de la estrategia formulada y se apoyan en la misma.  

Las acciones, encuadradas en las distintas dimensiones o géneros, deben guardar desde luego coherencia entre sí. Las dimensiones o géneros básicos en que se encuadran las acciones son:

§  Identidad institucional
§  propuesta, producto o servicio
§  comunicaciones

Decimosexto Paso: evaluación sistemática de la estrategia diseñada
 
Se trata de la evaluación sistemática de la estrategia y de cada una de las acciones o conjuntos ordenados de acciones, con anterioridad y con posterioridad a su implementación. Para tal evaluación sistemática los instrumentos básicos son:

§  investigaciones de oferta y de demanda 
§  testeos
§  mediciones
§  análisis comunicológicos

10. Las dimensiones de la estrategia

Cuatro son las dimensiones básicas de la estrategia, a saber:

 La dimensión institucional o estrategia institucional
La dimensión oferta propiamente dicha o estrategia del  oferente
ƒ La dimensión demanda propiamente dicha o estrategia orientada a la demanda 
La dimensión comunicacional o estrategia comunicacional

 Las cuatro dimensiones deben estar articuladas y guardar congruencia en toda estrategia: ésta es una regla de oro con frecuencia ignorada.

 La dimensión Institucional

 Es la que corresponde a la organización.
 Una cuestión clave que debe estar resuelta es cuál es el Posicionamiento Vincular de la organización.
La organización puede ocupar uno de dos roles cardinales:

§  protagónico, cuando es ella misma la que se promueve públicamente.
§  aval, cuando es garante o apoyo de lo que se promueve u ofrece.

En cualquiera de ambos roles, el diseño de la estrategia es sustancialmente similar: es decir, tanto para promoverse a sí misma como para avalar a una determinada oferta, el objetivo de posicionamiento y cada uno de los pasos de una estrategia institucional son los mismos. Es así porque ambos roles son alternantes: ora la organización es aval de lo que ofrece, ora ocupa el lugar central en la relación con públicos y competidores. 

 Toda organización, tenga entre sus objetivos o no la obtención de lucro, es  sostén en su medida del entramado social, respecto del cual cumple una o más de las siguientes funciones:

¨        provisión de un servicio general socialmente significativo.
¨        fuente de empleo y de inserción comunitaria
¨        educacional
¨        aporte de contribuciones e impuestos

Así por ejemplo, una institución hospitalaria cumple la función de proveer   salud, emplea, enseña e investiga; también facilita la actividad interdisciplinaria así como promueve contactos con otras instituciones del mismo país y del mundo 

Una empresa provee a la sociedad de un tipo de productos o servicios a    menudo indispensables como alimentos, emplea, capacita, integra redes de hecho, favorece la vinculación de sus miembros con terceros y aporta impuestos.

De tal manera, en la elaboración de una estrategia institucional este carácter de las organizaciones es el pivote por excelencia: el modo según el cual encara su proyección social y, sobre todo, el tipo de vínculo que comparte con la sociedad de la cual forma parte es el soporte de su Posicionamiento Vincular.

 En consecuencia, la estrategia institucional es la que encamina a la organización a cumplir exitosamente con su objetivo de posicionamiento en el marco de la comunidad que integra.

Vale precisar que los limites de la comunidad pueden ser   variados según los alcances de la organización: o sea, puede ser de alcance barrial, local, zonal, nacional, regional o internacional.


 La dimensión oferta

Esta dimensión de la estrategia es estrechamente dependiente del Posicionamiento Vincular del genérico y, sobre todo, del Posicionamiento Vincular específico o marcario así como de la interacción entre ambos.

Definidos claramente tales objetivos de posicionamiento, la estrategia de oferta o del oferente se deducen casi automáticamente.

Al encarar la estrategia de oferta es importante tener en cuenta varias consideraciones, a saber:

§  Si tal oferta se circunscribe a una propuesta, un producto o un servicio o a una línea: dicho de otro modo, si es o si será monovalente o sistémica. 

§  Es recomendable que, aun cuando la oferta inicialmente sea monovalente,  se la prevea multivalente o sistémica. 

§  De lo antedicho se deduce la importancia de adoptar un concepto sostén evitando ceñirse a un atributo diferencial (o a varios).


 Ž  La dimensión demanda

Esta dimensión de la estrategia depende también  del Posicionamiento Vincular del genérico y, sobre todo, del Posicionamiento Vincular específico o marcario así como de la interacción entre ambos.

También en este caso, formulados los mismos se derivan naturalmente los criterios y pautas para la estrategia a diseñar.

En la elaboración de la estrategia con respecto a esta dimensión hay que tener en cuenta:


  • Que la demanda y cada uno de los segmentos que la constituyen deben ser conocidos en profundidad. Sobre todo, debe considerarse que siempre la demanda cuenta con valores, creencias y hábitos conscientes y no conscientes que condicionan o desde los cuales se percibe a la oferta.



  •  que la  demanda -tal como hemos insistido- es heterogénea y los distintos segmentos que la conforman se hallan en conflicto o en equilibrio inestable.



  •  que los segmentos propios son los representantes de la organización, del específico o de la marca en sus lugares de inserción o respecto de la sociedad. Por tanto, necesitan de estímulo y de argumentos para sostenerse sólidamente como tales.



  •   que los segmentos no propios, se ubican en un espectro en uno de cuyos extremos se ubican los potencialmente propios y en el otro los opositores. La estrategia tiene que contemplar acciones y comunicaciones respecto de los unos y de los otros.



  •   finalmente, debe tenerse en cuenta que segmentos similares en culturas diferentes poseen patrones de evaluación y percepciones distintas a interpretar y considerar.




 La dimensión comunicacional

También en relación con esta dimensión vale en primer término tener en cuenta su carácter congénito respecto de los objetivos de posicionamiento que se definan.

El abordaje de la dimensión comunicacional de la estrategia, o lo que es lo mismo, el diseño de la estrategia comunicacional es un punto que merece y requiere un tratamiento extenso que excede los alcances de este trabajo cuyo objeto es la estrategia en general.

Aquí haremos una breve incursión destinada a fijar algunas consideraciones básicas.

Para la elaboración de la estrategia comunicacional lo primero a considerar son los objetivos comunicacionales. Los objetivos comunicacionales devienen del objetivo de Posicionamiento Vincular: es decir, según el objetivo de Posicionamiento Vincular se pautan aquéllos.

En segundo lugar, la estrategia comunicacional debe atender simultáneamente a las tres dimensiones antes descritas: la institucional, la de la demanda y la del oferente. De modo tal que aquella debe ser congruente con estas últimas. También debe tener en cuenta a la competencia, tanto para diferenciarse como para alcanzar impacto también sobre ésta.



10.      Conclusión

El deseo de la estrategia es patente en la gestión secundarizada ya que ésta se caracteriza por el reconocimiento de la complejidad de los procesos, la apertura, la creatividad, la búsqueda continua de las relaciones latentes que requieren ser traídas a la luz y la actitud investigativa.

Desear la estrategia es abrirse al conocimiento y disponerse a tomar decisiones, asumir plenamente la tarea de dirigir una organización. 

Hemos dicho que la estrategia implica la integración del rumbo, la dirección, el conocimiento y la creatividad. De tal manera, posibilita afrontar la más variadas problemáticas y proponerse y concretar objetivos a través de decisiones y acciones coherentes y creativas.

Asimismo, agreguemos, permite saber con meridiana claridad las razones de los aciertos así como las causas de los errores.


11.      Bibliografía

Aglamisis, J. y Rojas Breu, R.: Acerca del poder, , Cátedra “Teoría y comportamiento organizacional”, Facultad de Ciencias Sociales UBA, 2001.

Aglamisis, J. y Rojas Breu, R.: Los  objetivos   y   la   ley    como   estructurantes   de   las organizaciones. Publicación de  la Cátedra, ibídem, Bs. As., 2000
  
Aglamisis, J. y Rojas Breu, R.: El  contexto  organizacional:   una  guía  para  su análisis. Publicación  de la  Cátedra ibídem, Buenos Aires, 2000.

Dichter, Ernst: La estrategia del deseo, Huemul, Bs. As., 1951

Freud, Sigmund: Psicología de las masas y análisis del yo, en Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1976

Levy, Alberto: Mayonesa. La esencia del marketing, Granica, Buenos Aires, 1998

Levy, Alberto: Estrategia competitiva, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1983

Mintzberg, Henry:  Modelando estrategias,  artículo  publicado  en  la  Harvard  Bussiness Review, julio-agosto 1987

Mintzberg, H., Quinn, J y Voyer, J.:  “El  Proceso Estratégico” , Prentice Hall, 2ª.edic., 1997

Morin, Edgar y otros: El concepto de crisis, La Aurora / Megápolis, Bs. Aires, 1979

Rojas Breu, Rubén:    La investigación cualitativa de la interacción ofertas – demandas como herramienta de la gestión, CIAP, FCE UBA, 2012, Buenos Aires.

Rojas Breu, Rubén: Aportes de un hecho histórico –la batalla de Queronea- a la dirección estratégica, mimeo, Bs. As., 2011

Rojas Breu, Rubén: El espejo o la estrategia. Un análisis sobre las campañas electorales octubre 2011 seguido de propuesta, mimeo, Bs. As., 2011.

Rojas Breu, Rubén: Segmentación, posicionamiento y marca: abordaje desde el Método Vincular, documento de trabajo año 5 nº 2 CIAP, Facultad de Ciencias Económicas, UBA, Buenos Aires, 2013

Rojas Breu, Rubén: Método Vincular. El Valor de la Estrategia, Ed. Cooperativas, Bs. As, 2002








[1] Según el Diccionario de las ciencias del lenguaje de Ducrot y Todorov (ver bibliografía) el quiasmo es una figura retórica consistente en que se repite la relación entre dos palabras pero invirtiendo su orden en el resto de la frase: aquí la primera frase sería el título del texto de Dichter y la frase final el título de este artículo.
[2] Dice Alberto Levy: “Toda actividad de la empresa que tiene lugar en el  entorno o en base a los requerimientos del entorno la llamaremos ´conducta estratégica´ “ (En Levy, Estrategia competitiva, :9)
[3] Sobre el Método Vincular, creado por este autor en 1980 y reiteradamente actualizado y cuyo objeto es la interacción entre oferentes y demandas (o entre las organizaciones y sus públicos), hay varias publicaciones, algunas de las cuales  se mencionan en la Bibliografía al término de este artículo, particularmente Método Vincular. El Valor de la Estrategia, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2002
[4] Particularmente la investigación cualitativa, tal como hemos expuesto en la obra citada y como hemos enfatizado en recientes publicaciones (ver Bibliografía)
[5] Estrategia es una expresión de origen griego compuesta por “eguía” que significa conducción y “estratós” que significa ejército: tenemos así que, originalmente, estrategia significó “conducción de ejércitos”
[6] En una publicación reciente de esta misma colección nos hemos referido detalladamente a estos dos conceptos (Segmentación, posicionamiento y marca... Ver en Bibliografía)
[7] En el idioma español es observable cómo un significante puede deslizarse a través de distintas palabras: maquiavélico resuena como maquinador.


[8] Para profundizar en estos conceptos remitimos al lector a Rubén Rojas Breu: Método Vincular. El Valor de la Estrategia, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2002. También a otras publicaciones que constan en la bibliografía, particularmente las de esta misma colección, de este autor.

[9] Dos precisiones: hay variados modelos de familia ya que hay familias secundarizadas o con fuerte vocación por el intercambio con el afuera; de modo tal que la familia aglutinada, tan vulgarizada, es sólo un tipo de familia. La segunda precisión es que hay empresas familiares que responden al patrón de la gestión primarizada (al punto de que se confunden la familia y la empresa) y hay empresas familiares con gestión secundarizada. La familia también es un tipo de organización; su finalidad social básica es proveer ciudadanas y ciudadanos y para el cumplimiento de su rol puede optar por uno u otro tipo de gestión; más latentemente, es función de la familia la de continente de la incondicionalidad.
[10] El “yo soy uno más de ustedes” es una fórmula a la que recurren con frecuencia los líderes primarios para enmascarar su lugar de diferente y consolidar la identificación primera.
[11] Ver en Bibliografía La investigación cualitativa como... y Consideraciones acerca de...
[12] Por supuesto, según la teoría de la Segmentación por Vínculos (Método Vincular)
[13] El contexto de una organización es una red de organizaciones y el conjunto de las interacciones entre todas ellas (Ver en Bibliografía: El contexto...)
[14] Nos referimos a la investigación cualitativa tal como la caracterizamos y aplicamos según el Método Vincular.
[15] Ver en Bibliografía Rubén Rojas Breu El Método...
[16] Ya descrita en Rojas Breu:  Método Vincular. El valor... así como en los anteriores Cuadernos de esta misma colección (ver Bibliografía)
 
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, enero 2020 

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