Rubén
Rojas Breu
CUESTIONANDO
REFERENCIAS SOBRE EL AUTISMO DE LA PSICOANALISTA SILVIA BLEICHMAR
Aclaro
que la psicoanalista Silvia Bleichmar falleció en 2007. Se trata de una pérdida
significativa para el llamado campo psi.
Con
el consabido respeto, voy hacer consideraciones críticas acerca de referencias
al autismo que esta psicoanalista incluyó en su libro “Orígenes del sujeto
psíquico”, editado por Amorrortu en 2008.
No
está dentro de mi campo de interés reprobar la producción de esta psicoanalista;
mi intención es generar conocimiento científico o esclarecer políticamente según
sea el caso.
En
particular, mi aspiración es la de que se considere al autismo una
condición psíquica, de comprender un modo de configurar vínculos
consigo mismo y con los otros tan válido y, enfatizo, tan humano como el
de los mal llamados “normales” o los neurotípicos o psicotípicos. Lo de “tan
humano” viene a colación de que Bleichmar hace una insinuación que parece poner
en duda si los autistas y las autistas devienen humanos y humanas.
En
aras de la brevedad, de la claridad expositiva y la didáctica voy a atenerme a
pocos párrafos extraídos del texto mencionado, de manera que:
- · - Me abstengo de hacer
objeciones a la totalidad de esta obra en la cual encuentro premisas insostenibles
e inconsistencias, derivadas del encierro endogámico, lo cual suele acontecer
con producciones de distintas y distintos psicoanalistas y psiquiatras,
- · Paso por alto, entonces, aserciones, nociones y abordajes refutables tales como el de centrarse en la díada madre-hijo para el psicoanálisis de niños, el desconocimiento de cómo opera la cultura y lo social en el desarrollo humano, la ya obsoleta adhesión a la tesis de la ley del padre y las atribuciones que se hacen a la llamada “función paterna”, el uso incorrecto del supuesto “estado de indefensión” que se aplica al neonato, etc.
Éstas
son las referencias de Bleichmar sobre el autismo seleccionadas y tomadas de su
texto arriba citado:
“…, y si esto nos
hizo pensar en un comienzo en la existencia de ciertos componentes autistas,
fue preciso desecharlo porque no ofrecía la consabida facies indiferente, ni el
aislamiento, ni la falta de contacto afectivo patognomónicos del autismo.”
“…podríamos
pensar, tal vez más correctamente, que el problema de este niño es que el
objeto no ha sido subvertido. Esa subversión -necesaria para la
constitución de lo humano- de pasaje del objeto de la autoconservación
a objeto libidinal…” y concluye en que “esa subversión necesaria para la
constitución de lo humano… parecería no haber tenido lugar”.
Es decir,
Bleichmar arriba a la conclusión de que un niño, su paciente, no habría llegado
a constituirse como humano por no operar en el pequeño esa “necesaria subversión”.
Ya en el párrafo
citado previamente, ubicado ut supra, lista lo que considera rasgos patognomónicos del
autismo. Es decir, preestablece que el autismo es una patología y que los y las
autistas deben incluirse dentro de la nosología o etiquetados y etiquetadas en
los manuales de psicopatología.
Puede certificarse que los párrafos seleccionados no fueron tomados
arbitrariamente ni los elegí con la finalidad de denostar injustificada e injustamente.
Tales párrafos son coherentes con todo lo que expone en el libro la
psicoanalista Bleichmar. Cada comentario que hace sobre el autismo denota o
connota la perspectiva patologizante, perspectiva que es la que básicamente
cabe cuestionar, neutralizar y superar. Además tales párrafos hablan por sí mismos, no cabe el trillado salvataje de "tomado fuera de contexto".
La ciencia problematiza, elabora hipótesis para dar cuenta del problema
y llega a las tesis por medio de la investigación, articulando teoría con la
obligada operacionalización de las conclusiones alcanzadas.
Eso significa que ante lo que se nos presenta a la mirada científica, a
la mirada epistemológicamente sustentable, cabe interrogar e interrogarse para
llegar a comprender. Y se trata de comprender, aunque el teólogo laico y
psiquiatra francés Jacques Lacan, apoyándose en su autoritarismo, afirme
cínicamente que tal aspiración – la de comprender – es inviable. Lacan es una
de las fuentes valoradas por Bleichmar y es repetidamente citado como figura
señera por esta psicoanalista.
Por lo tanto, para la Psicología y el Psicoanálisis no debería zanjarse
la cuestión partiendo de la premisa de que el autismo es una patología o un
trastorno catalogado en el DSM o en el CIE.
Para
el enfoque científico, en el cual tales disciplinas deberían abrevar, los interrogantes
por excelencia son:
¿cómo entender a las autistas y a los autistas, contando fundamentalmente con sus aportes que ya, al día de hoy, son innumerables?
¿cómo propiciar los vínculos que generen un intercambio fructífero,
placentero, enriquecedor entre los “adaptados” o “normales” y autistas?
Desde el momento en que se forma el cigoto, la unión del gameto
femenino u óvulo con el masculino o espermatozoide, somos humanos o humanas.
El cigoto humano solamente puede ser humano y continuarse en embrión,
feto hasta nacer como neonato y desarrollarse como bebé o beba en los estados
iniciales de la infancia.
Toda la cultura y todo el entramado social actúan desde esa fecundación
e inclusive desde antes, ya que hay expectativas, ilusiones, temores,
inquietudes, nombres en danza, preparativos; también, como sucede en muchos
casos, hay malestar o frustración, lo cual lleva o puede llevar a la
interrupción voluntaria del embarazo, asunto que no está en cuestión en estas
líneas y con más razón luego de la persistente y justificada lucha de las
mujeres, acompañadas por muchos varones entre los que me cuento, para el logro
de la ley que da sustento a tal interrupción.
Volviendo, toda la cultura y todo el entramado social sostienen el comienzo de la vida humana. El neonato llega al mundo por vía del parto: por cierto que embarazo y alumbramiento son posibles por el protagonismo materno pero eso no implica que todo se cimente en la díada madre-hijo o hija.
Ceñirse a tal díada supone:
Convalidar el mandato patriarcal al imponerle a la mujer asumirse como
madre, aun cuando no quiera hacerlo
Desalojar al padre, si está presente, y a otras figuras significativas
del entorno familiar y no familiar, renegando de la cultura y de lo social
Fomentar el encierro endogámico, ya que se parte de una concepción
familliarista, concepción en la que incurrió el propio Freud, aunque su obra
trascendente y fundamental abrió múltiples caminos por lo cual sus insuficiencias
terminan siendo siempre menores; además pensó y produjo acerca de la sociedad,
la cultura, la humanidad.
No podemos atarnos a la limitación que supone la familia como
organización aislada de lo social y, dentro de ella, a la dupla madre-bebé.
Si el cigoto es humano y, en consecuencia, también el embrión, el feto,
el neonato y el bebé, no cabe hablar de “cachorro” o de “cría” como lo hace la
autora, al igual que tantas y tantos psicoanalistas, psicólogas y psicólogos
incluyendo los “prominentes”.
El diccionario de la RAE define así “cachorro”
Cría del perro y de algunos mamíferos, como el león, el lobo, el oso, etc.
Por su parte, el vocablo «cría»
deriva de “crianza” como acto de criar; si usamos “cría” como sinónimo de bebé
estamos reduciendo a lo animal.
No cabe animalizar lo humano ni humanizar
lo animal cuando producimos conocimiento epistemológicamente sostenible.
Si legitimamos las palabras “cachorro”
y “cría” para referirnos a bebas y bebés estamos a su vez dando pie a que
determinadas humanas y humanos puedan ser desalojadas y desalojados cuando
antojadizamente, aunque se apele a teorizaciones más propias de la sofística que
de la ciencia, se las categoriza y se los categoriza como ajenas y ajenos al tránsito
de la “necesidad” al deseo o incapaces de plasmar la subversión que lleva a la
constitución de lo humano.
Una creencia que pone límites a lo
humano entre humanos es francamente peligrosa y nos remite los tiempos en que
se dudaba si determinadas etnias eran o no humanas -principalmente de África o
de América –. Un célebre historiador argentino, también fallecido y hoy poco
recordado, llegó a publicar en el primer número de una colección de fascículos:
“hasta 1492 la humanidad no conocía América”.
Desde ya, en las facultades de Psicología y Medicina, así como en las
diversas instituciones en las que se forma a profesionales de la salud, el autismo
debe ser considerado una condición psíquica no etiquetable como patología.
Si se utilizan textos como sucede con éste de Bleichmar, se impone una
mirada crítica antes que una postura de acatamiento a la manera de un credo.
Las autistas y los autistas agregan luz para entender la inacabable
complejidad de lo humano. Agregan luz con su pensamiento, su palabra, su
acción, su capacidad de amar, su trabajo.
Seguramente, quiero creer, la psicoanalista Silvia Bleichmar hoy
revisaría lo que describió como autismo. No se podría esperar menos.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, marzo 21 de 2023